Por Guillermo Ricca. Dr. en Filosofía
Generaciones de argentinos hemos crecido escuchando un carnavalito con ese estribillo. Desde que Gerardo Morales gobierna la provincia de Jujuy, parece una canción que anda a bajas revoluciones, la voz de los cantores se vuelve oscura y ya no sabemos muy bien si Jujuy Vive o languidece, junto a la democracia, en la provincia norteña. Primero fue la cárcel a Milagro Sala, presa política desde hace casi cuatro años. Luego, el apoyo estratégico al golpe de Estado en Bolivia, contra el presidente Evo Morales. Ahora, Morales (Gerardo) logra aprobar en la legislatura provincial una reforma constitucional que representa por un lado una virtual amenaza de expropiación de tierras para los pueblos originarios, habitantes ancestrales de territorios que revisten un valor y un interés lleno de codicia para los aparatos coloniales: el litio. Quienes no posean títulos de propiedad podrán ser expulsados de sus territorios con la legitimidad que garantiza la carta magna provincial. Por otro lado, la restricción y casi prohibición de la protesta social, lo cual provocó el estado de movilización de gremios docentes, estatales, y movimientos sociales que se tradujo en un virtual jujeñazo.
La respuesta del gobierno de Morales fue la represión policial con balas de goma, heridos en el rostro, un adolescente asesinado por la policía, cientos de detenidos y decenas de manifestantes que pasaron a la clandestinidad para no ser apresados por los aparatos represivos del gobernador.
Las felicitaciones de Rodríguez Larreta y de Patricia Bullrich al accionar represivo del Morales no se hicieron esperar. Algo bastante aterrador si a eso se le une el silencio ensordecedor del gobierno nacional y de casi todos los líderes políticos de Unión por la Patria, salvo Juan Grabois, dirigente del Frente Patria Grande y de Hugo Yasqui, dirigente de CTERA y de la CTA.
El análisis que se impone, en una primera instancia, es que no hay mucho que discutir en las próximas elecciones. Por más que el electorado se divida en tres o cuatro fracciones, en realidad hay dos modelos en pugna: uno de ajuste, extracción colonial de recursos naturales—economía de enclave—y represión de cualquier resistencia a ese modelo y, por otro, un modelo de desarrollo con inclusión y ampliación de derechos, la propuesta de un plan integral que posibilite salir de la bimonetarización de la economía y de los ciclos recurrentes de endeudamiento externo. Decimos en primera instancia, porque el escaso eco que ha tenido la gravedad de lo ocurrido en Jujuy para los dirigentes de Unión por la Patria levanta la sospecha de si, en realidad, no hay más que un modelo de país, el que está ensayando Morales en ese laboratorio político de la represión y de la limitación de la democracia que es Jujuy desde hace varios años. Mas si se tiene en cuenta que Elisa Carrió, integrante de la coalición que también integran Larreta, Bullrich, Macri, Morales y otros dirigentes de la derecha vernácula, advirtió sobre el proyecto de ajuste y represión con violación de los derechos humanos de los sectores más cercanos a Macri. A confesión de parte…
Alguna vez señalamos el carácter provincial de la nación al interior de esa identidad cultural que podría denominarse Clarín: Una buena parte de la ciudadanía argentina se siente más cerca de los intereses de los supuestos blancos de Recoleta o Zona norte de la CABA que de Jujuy, que queda muy lejos de Buenos Aires.
Jujuy queda lejísimo, como el negro (marrón) respecto del blanco. No sólo eso, sino que sienten, con un odio alimentado por una especie de partido de los lanzallamas, en una de parodia histórica de la novela de Roberto Arlt, que eso es lo que el país necesita: un Gerardo Morales que aniquile de una buena vez a los indios que aún quedan, a los trabajadores, a los docentes, a los movimientos sociales, a las Milagros Sala, a los piqueteros…porque desde la lente del odio inflamado ¿qué duda cabe que esos marrones son los culpables de todo? ¿Qué tiene de malo una reforma que elimina las elecciones de medio término y las minorías en las cámaras legislativas? ¿Qué tiene de malo una dictadura disfrazada de democracia?
Jujuy es un laboratorio del futuro inmediato de la Argentina y parece importarle a poca gente. Jujuy es un ícono de la verdadera grieta.