Por Laura Olocco. Comunicadora Social 

En 2023, la democracia argentina cumple 40 años de vigencia ininterrumpida, un hecho histórico que merece ser celebrado y reflexionado, pero también para atender a las deudas pendientes de este período, entre ellas, las que están vinculadas con el sistema político y con la ciudadanía, especialmente en materia de desarrollo económico, inclusión social y calidad institucional.

Desde el retorno a la vida democrática en 1983, la Argentina ha atravesado diversas crisis que han puesto en jaque su estabilidad y su progreso. La hiperinflación, el endeudamiento externo, el neoliberalismo, la corrupción, la pobreza, la violencia social, la vulneración de derechos y la polarización política son algunos de los problemas que han afectado al país en estas cuatro décadas.

En este sentido, a la democracia hay que defenderla siempre, a capa y espada, aunque es difícil a veces defenderla cuando tenemos un 50 por ciento de niños bajo la línea de pobreza, y un FMI que dirige nuestras economías. A la toma de deuda externa por parte del expresidente Mauricio Macri se le suma un Gobierno Nacional que firma y legitima esa estafa; y prioriza esa deuda por sobre la deuda interna que hay con las juventudes, las mujeres, las disidencias, los jubilados y con toda la clase trabajadora.

Las mujeres sabemos lo fundamental que es la democracia porque es lo que nos ha permitido la conquista y el ejercicio de nuestros derechos. Por eso, nuestra responsabilidad es cuidarla y fortalecerla todos los días. Si queremos verdaderamente avanzar hacia una Argentina justa e igualitaria, debemos generar acciones en comunidad para reconstruir un nuevo orden democrático basado en la tolerancia y el respeto a la diferencia.

Sobre esta cuestión, las mujeres y diversidades tenemos mucho que aportar, porque a lo largo de la historia hemos luchado por la inclusión, la igualdad y el respeto al otro, es decir, por más y mejor democracia. Lo demostramos cuando luchamos por el voto femenino; por la ley de Cupo; por el Matrimonio Igualitario; por la Identidad de Género; por la Paridad de Género; por la Interrupción Voluntaria del embarazo y la Ley de los 1000 Días; y tambièn por el Cupo Laboral Travesti Trans, entre otros.

Cada una de estas conquistas evidencia que las mujeres y diversidades somos parte de un movimiento democratizador. Para continuar fortaleciendo el sistema democràtico, el feminismo popular es el camino. Sin atentados, sin proscripciones y sin desigualdades.

Como lo hicieron las madres y las abuelas de Plaza de Mayo, las pioneras que abrieron camino en la política, a 40 años de la recuperación de la democracia, las mujeres y LGBTI+ siguen moviendo el mundo hacia la construcción de una Argentina con más igualdad y justicia social.

Porque mientras más feminista sea la democracia, más democrática será la Argentina.