Sin actos de lanzamiento ni cierres. Sin aquellos grandes encuentros polĆ­ticos que supieron adornar las campaƱas anteriores donde se llenaban estadios de fĆŗtbol. Sin Unidades BĆ”sicas ni ComitĆ©s repletas de militantes enfrascados en largos debates retĆ³ricos acerca del futuro de sus comunidades y el destino de sus lĆ­deres.

AsĆ­ se presenta esta campaƱa electoral versiĆ³n pandĆ©mica. La mediatizaciĆ³n de candidatos y mensajes ocupa ahora aquel lugar. Las pantallas y los likes reemplazan el ambiente, el bombo, el aplauso y el grito de ā€œviva el doctorā€ de antaƱo.

La incertidumbre domina la escena. TambiĆ©n eso llegĆ³ para quedarse. No solo es arriesgado pronosticar un ganador sino siquiera saber cuĆ”ntos electores se presentarĆ”n el domingo 12 de septiembre a emitir su voto. El miedo al contagio del Covid no se disipĆ³ aĆŗn pese el avance de la campaƱa vacunatoria. Pero ademĆ”s la apatĆ­a, la descredito y la bronca hacen mella en las ganas del votante de asistir a las PASO.

Todo lo dicho antes no es solo un tema argentino. Es mundial. En casi todas las elecciones realizadas en muchos paƭses del mundo durante esta pandemia la caƭda de la presencialidad en las urnas fue notable. Como tambiƩn la falta de liderazgos convocantes.

La incertidumbre domina la escena. Pero a pesar de ella hay un pequeƱo resquicio de luz que nos permite interpretar que Ʃste es un tiempo de cambio.
No tengo claro aĆŗn la dimensiĆ³n, la profundad que adquirirĆ” ese cambio. Pero si estoy absolutamente persuadido que algo producirĆ” de cara al futuro. Y ese puede llegar a ser el mensaje mĆ”s importante que dejen los electores plasmados en esta elecciĆ³n.