Por Pablo Gustavo Díaz. Consultor Político

Un político es cualquier individuo que participa, directa o indirectamente, en las dinámicas de poder y organización social de una comunidad. La inmensa mayoría son personas comunes y corrientes, profesionales en diferentes disciplinas, trabajadores, estudiantes, académicos intelectuales, hasta curas y pastores que hacen política en forma paralela a su actividad laboral, de manera vocacional y cuasi aficionada.
Al ingresar en competencias electorales o asumir cargos directivos de gobierno, dado la alta complejidad de esos nuevos escenarios en lo que deben actuar, los más lúcidos suelen contratar asesores especializados que los ayuden.

Así nos encontramos entonces con que, además de las personas comunes y normales que hacen política de forma vocacional y cuasi amateur, hay otras personas especializadas en la actividad política, su arte y su ciencia, que la ejercitan de forma profesional.

A estos políticos profesionales, el consultor y gran maestre, Carlos Fara, los clasifica en dos tipos: consultor y asesor: “El consultor es alguien freelance, que trabaja para una diversidad de clientes, quienes les abonan un honorario pactado por sus servicios”, en cambio, “El asesor es alguien que generalmente está en relación de dependencia con un funcionario/dirigente/legislador que realiza básicamente las mismas tareas que el consultor, pero a diferencia de aquel recibe un salario fijo como fruto de su relación de dependencia. Se dedica full time y en exclusividad para su jefe, sin libertad para dividir su dedicación a otros jefes/clientes”.

Yo, por caso, me ubico en el primer grupo de Fara: el consultor. Ayudo de manera externa, freelance, a todos los políticos que necesiten mis servicios de investigación de mercado u organización estratégica. Pero esta nota no se trata de mi sino de tres de los más renombrados y exitosos asesores políticos mundiales que se involucraron a full, dentro del proyecto político de sus clientes: Steve Bannon, asesor del presidente norteamericano Donald Trump, Iván Redondo, asesor del presidente español Pedro Sánchez y Santiago Caputo, asesor del presidente argentino Javier Milei; por quienes guardo una profunda admiración.

De izquierda a derecha: Steve Bannon, Santiago Caputo e Iván Redondo.

Existen atributos y caracterĂ­sticas comunes en su estilo y enfoque de alto impacto que conectan a Bannon con Redondo y a ambos con Caputo.

Los tres comparten el dominio de la narrativa, la capacidad para capitalizar el descontento social y un enfoque disruptivo que redefine las reglas del juego polĂ­tico. Estas caracterĂ­sticas los convierten en figuras clave del marketing polĂ­tico moderno, cada uno adaptado a sus respectivas realidades.

A diferencia de otros consultores no menos famosos como Dick Morris, Jaime Durán Barba o Antoni Gutiérrez-Rubí, por ejemplo, que ayudaron a muchos políticos a ganar elecciones y llegar a la presidencia de sus países y una vez logrado ese objetivo siguieron ayudando a sus clientes “desde afuera” del gobierno, Bannon, Redondo y Caputo decidieron involucrarse ciento por ciento con el proyecto político de sus clientes ingresando al gobierno en los más altos cargos de gestión.

Bannon fue jefe de estrategia de la Casa Blanca y miembro del concejo de seguridad nacional del gobierno de los Estado Unidos entre 2016 y 2017. Redondo fue director de Gabinete de la Presidencia de España, cargo que ejerció en el palacio de la Moncloa entre 2018 y 2021. Caputo es asesor exclusivo de la secretaria general de la presidencia, con despacho dentro de la Casa Rosada y uno de los vértices de lo que el propio Milei define como su triangulo de hierro.

Los tres son fuertemente cuestionados por el círculo rojo de sus países. Debido a la influencia que muestran sobre sus líderes, pero por sobre todo al poder que ejercen sobre el control del estado, son catalogados como “monjes negros”.

El término «monje negro» se refiere a una figura influyente y poderosa que opera en las sombras, ejerciendo un control significativo sobre las decisiones políticas o estratégicas de líderes y gobiernos. La expresión se remonta a Rusia en el siglo XIX, donde se utilizaba para describir a figuras religiosas que tenían una influencia discreta pero decisiva sobre los zares. Por caso, Santiago Caputo suele ser mencionado por el periodista del diario La Nación, Carlos Pagni -baluarte del círculo rojo argentino-, con el mote de “El Mago Del Kremlin”, novela del consultor político italiano Giuliano Da Empoli que referencia la figura de Vadim Baranov, ficticio monje negro del presidente Ruso Vladimir Putin.

Sobre ellos se tejen las más oscuras historias, algunas verdaderas y otras falsas, que ellos mismos incentivan correr para alimentar aún más su misterio. Son los tipos que todo gobierno debe tener para ejercer el poder que le es intrínseco. Su presencia es sinónimo de gobierno con poder. Su ausencia lo es de gobierno débil.

Su pensamiento estratégico es fundamental para el gobierno, donde la mayoría, sino todos incluido el líder, se encuentran absorbidos por la dinámica diaria de la crisis y el pensamiento cortoplacista de resolución de problemas.

Y como su rol es tan poderoso, también son los chivos expiatorios de sus líderes. Bannon fue eyectado del cargo y hasta purgó prisión. Redondo también fue renunciado. Caputo aún sobrevive los embates de propios y ajenos.