Hicieron pruebas en ratones con insulina y un antitumoral: los resultados fueron exitosos. Investigadores universitarios hallaron una molécula que, al disolverse en agua, produce unas vesículas que sirven para transportar cualquier tipo de medicamentos por vía oral o a través de la piel mediante parches. Conservan inalterables las drogas que llevan, las protegen de los jugos gástricos y las depositan en las células del organismo. 

Las temidas inyecciones que tanto rechazo generan entre niños y adultos podrían convertirse en un efímero recuerdo. Un hallazgo inédito de científicos de la Universidad Nacional de Río Cuarto promete un cambio sin precedentes en el tratamiento de enfermedades crónicas, como la diabetes o el cáncer.

Descubrieron una molécula, que al disolverse en agua, forma unas vesículas de características únicas, que permitirían administrar cualquier tipo de medicamentos por vía oral o tópica.

Las vesículas son microscópicas y constituyen un tipo de sistemas que se asemejan a “vehículos” de transporte capaces de llevar en su interior las moléculas de insulina u otra droga.

Desde que la insulina se descubrió a principios del siglo XX, denodados esfuerzos se hicieron para luchar contra enfermedades como la diabetes tipo 1. Sin embargo, nada logró liberar a los pacientes de los pinchazos.

Las agujas son incómodas, dolorosas y molestas pero, pese al rechazo que generan, siguen siendo lo único que los insulinodependientes tienen al alcance para mantener a raya los niveles de glucosa.

Pero, esto puede cambiar, y no es casualidad. Como resultado de más de veinte años de estudios, investigadores de la UNRC descubrieron un tipo de vesículas que pueden encapsular drogas, transportarlas hasta el interior del organismo y cumplir con su misión terapéutica.

Lo novedoso es que esta vesícula logró superar con éxito las múltiples barreras que pone el cuerpo humano a la administración de drogas por la vía oral.

La insulina es muy sensible a los cambios del microentorno en el que se encuentra. Si se ingiere por vía oral, los ácidos del estómago la destruyen.

Sin embargo, esta vesícula resultó ser resistente a los jugos gástricos y no sufrió ningún tipo de alteración, y por ende del medicamento que transportaba, por lo menos hasta una hora y media después de su ingestión. Este es un tiempo más que suficiente para llegar al intestino y, desde allí, al torrente sanguíneo para asociarse con las células, destino final para entregar el remedio.

Los resultados preliminares sorprendieron gratamente a los investigadores universitarios. Estaban a las puertas de un hallazgo trascendente: lograr que una vesícula, que puede transportar insulina, resistiera el entorno agresivo del estómago, algo que hasta ahora nadie pudo conseguir. Por eso, muchos de los medicamentos que hoy se encuentran en el mercado no tienen otra vía de aplicación más que por inyección.

Los numerosos ensayos in-vitro realizados en los laboratorios de la UNRC trazaron un panorama prometedor para el uso de esta vesícula, bautizada aquí mismo en el campus por sus descubridores como BHD-AOT. Y a poco de andar, lo mismo que se había comprobado artificialmente in-vitro, se corroboró en ratones.

La vesícula, cargada con insulina, volvió a demostrar su potencial. Se la administró oralmente y se la comparó con inyecciones intraperitoneales y subcutáneas. En todos los casos, se redujeron los niveles de glucosa.

¿Qué quiere decir esto? Que la vesícula con insulina puede superar todas las barreras del tracto gastrointestinal, que es absorbida a través del intestino, que llega hasta la célula y que es capaz de entregar el medicamento. Ni más ni menos: cumple exitosamente las funciones que tiene que cumplir.

Este trabajo es parte de la actividad científica que lleva adelante el Grupo de Sistemas Organizados (GSO, http://gso-unrc.blogspot.com) del Departamento de Química de la Facultad de Ciencias Exactas, que integran, entre otros, los doctores Mariano Correa, Darío Falcone, Patricia Molina, Fernando Moyano, la investigadora emérita Juana Chessa y la becaria doctoral del Conicet Soledad Stagnoli.

Fuente: Dirección de Prensa y Difusión UNRC