Por Laura Olocco. Comunicadora Social. 

Hoy es 26 de Julio, la neblina ocupa el espacio y permanece en el tiempo, es un día de conmoción porque un día como hoy, pero hace 70 años, a las veinte y veinticinco, falleció María Eva Duarte de Perón, nuestra querida Evita, la abanderada de los humildes, la Jefa espiritual de nuestra nación.

Hija ilegítima de Juan Duarte y de Juana Ibarguren, vivió pobremente en su pueblo natal hasta que a los dieciséis años huyó a Buenos Aires. En la capital argentina trabajó como actriz en pequeños locales y en la radio.

Su camino artístico dio un vuelco inesperado el 21 de enero de 1944, cuando conoció al entonces secretario de Trabajo y Previsión, Juan Domingo Perón. Aquella reunión de artistas previa a un acto solidario en el Luna Park, a favor de las víctimas de un terremoto en la provincia de San Juan, marcó un antes y un después en la historia política argentina.

Desde aquel momento, Eva nunca se separaría de Perón ni de la causa por los necesitados.

Brazo fundamental de la política social peronista, creó la Fundación Eva Perón en 1948. Desde allí ideó el mayor plan de reforma estatal y asistencia social de la historia. Construyó escuelas, asilos, hospitales, colonias de vacaciones, impulsó becas de estudio, torneos deportivos, convirtiéndose en bandera de los derechos sociales y laborales.

Un año antes de su muerte, el 17 de octubre de 1951, en el acto por el Día de la Lealtad Peronista, con un estado avanzado de su enfermedad, tuvo que renunciar a su candidatura a vicepresidenta de la Nación, propuesta por el movimiento peronista.

En ese emblemático discurso, en esa plaza colmada, le habló a sus “descamisados”, en lo que fue la primera transmisión televisiva en vivo de la historia argentina.

«Compañeras, compañeros: otra vez estoy en la lucha, otra vez estoy con ustedes, como ayer, como hoy y como mañana. Estoy con ustedes para ser un arco iris de amor entre el pueblo y Perón; estoy con ustedes para ser ese puente de amor y de felicidad que siempre he tratado de ser entre ustedes y el líder de los trabajadores», dijo.

El 7 de mayo de 1952, Evita cumplió 33 años y allí cerró el círculo de su mito: el Congreso le concedió el título de “Jefa Espiritual de la Nación”, por sus aportes a la causa peronista.

Su legado es recordado hasta el día de hoy, como ejemplo de justicia, igualdad y compromiso con la Patria.

Los derechos políticos de las mujeres, la creación del Partido Peronista Femenino, la fundación de ayuda social, los estrechos vínculos con los sindicatos y una intransigente defensa de Perón frente a “oligarcas”, “cipayos” y el “imperialismo”, marcaron los más de seis años que la tuvieron en la primera escena nacional y la consagración del voto femenino en 1947 hizo que Evita pasara a la historia como la «artífice indiscutida de los derechos políticos de la mujer en la Argentina».

Evita, un símbolo los derechos conquistados por el peronismo.

Eva supo despertar un fanatismo desenfrenado entre los humildes, que llegaba en ocasiones a la devoción más profunda. Quizá en la misma proporción, pero en sentido inverso, Evita fue el blanco de las peores reacciones de una buena parte de la sociedad argentina.
Ella era intempestiva, pasional, luchadora, y los odios que generó fueron de igual intensidad. No sólo de las clases dominantes, de los vituperados “oligarcas”. También de amplios sectores medios e incluso de intelectuales de izquierda y progresistas.

¿Por qué la odiaron y lo siguen haciendo? Hace unos años, Eduardo Galeano ensayó una respuesta: “La odiaban los biencomidos: por pobre, por mujer, por insolente. Ella los desafiaba hablando y los ofendía viviendo. Nacida para sirvienta (…) Evita se había salido de su lugar”.

Hoy, se cumplen 70 años de su muerte y, a pesar de las polémicas que persisten y el poder de fuego de sus más duros detractores, el vínculo entre la figura de Evita y las militancias parece intacto.

“Basta con acercarse a cualquier marcha de mujeres para ver cómo Eva es un ícono de la lucha en el presente; su capacidad transgresora hizo que fuera tomada así y que se encauzara su figura en una historia feminista de larga data», reflexionó Romina Martínez, profesora del Instituto de Investigaciones Históricas Eva Perón y Museo Evita, que conduce Aída Ocaranza.

Buenos Aires, 26 de julio de 1952. La ciudad se sume en el silencio mientras escucha el comunicado oficial por el cual “cumple la Subsecretaría de Informaciones el penosisimo deber de informar al pueblo de la República que a las 20:25 horas ha fallecido la Señora Eva Perón, Jefa Espiritual de la Nación.”

Del silencio surgieron llantos profundos y también botellas de champagne que se descorchaban. Ambos expresaban el amor y el odio que esta mujer encarnaba. El llanto se lanzó a la calle, se mostró al mundo en interminables filas y la acompañó durante el velatorio que duró hasta el 11 de agosto. Los brindis se guardaron para la intimidad…

Hoy la recordamos todos. Los que la amamos y los odiadores seriales. Evita fue, es y será bandera de la lucha feminista, la que honramos cada día, es bandera de la lucha contra las injusticias, contra el capitalismo desmedido, el patriarcado demoledor, pero sobre todas las circunstancias, Eva es elpueblo, vive en cada uno de los corazones de los que la amamos, aún cuando nacimos en otro tiempo, pero tuvimos la fortuna de tener abuelas y madres que, un día, en una tarde de otoño, bajo un sauce llorón, nos contaron su historia y todo lo que ésta significa para todos los Argentinos y la construcción de nuestro futuro.

Un arco iris de amor entre el pueblo y Perón, eso fue, es y será Eva. Gracias por tanto Evita.