Por Gustavo Román. Director Periódico La Ribera

Se aceleraron los procesos en todos los escenarios y los dirigentes están todos en campaña. Y con esa referencia, mueven las piezas de un ajedrez que tiene un tablero complejo y un cupo específico. Y no es flexible. No hay lugar para todas las piezas que anhelan un lugar en el mismo.

Es un secreto a voces que en un par de meses se acordará en el parlamento provincial, merced a una interpretación judicial de las normas sancionadas para determinar un plazo en los mandatos de los intendentes por la misma Legislatura, que todos tendrán la oportunidad de reelegir como tales. La re-re como se conoce en la jerga. Y lo propio ocurriría con los legisladores.

Ahora bien, la pregunta que nos hacemos es la siguiente: ¿esta decisión responde a una generosidad del sistema?. Y la respuesta es obvia. Claro que no. Es la consecuencia de los temores de las máximas autoridades del gobierno, que han comprobado que tomando decisiones populistas de ocasión, se generará un inesperado inconveniente en el escenario electoral venidero.

Luego de la arrolladora elección del 2019 en todo el territorio cordobés, nunca imaginaron que deberían repensar el armado electoral para el 2023. Los motivos están sustentados en la tremenda derrota electoral del 2021, del que nunca pudieron reponerse. Las elecciones legislativas de medio término, mostraron un escenario muy diferente al de tan solo un par de años atrás.

Y esto sucedió como consecuencia de un fenómeno muy sencillo. El mensaje de los intendentes de cada comuna y municipio del interior. El centralismo del gobierno provincial, la falta de consensos y acuerdos, la imposición de los candidatos a diputados y senadores fueron determinantes. No sólo se equivocaron con los nombres de los candidatos, también equivocaron los métodos y las formas en las campañas. Y todo el escenario cambió.

Juan Schiaretti y su reducido esquema de gobierno, que no dialoga y no escucha a los demás dirigentes, y mucho menos a la militancia, para terminar de concretar un proceso que fue a contramano de la realidad, se permitió llamar a elecciones partidarias y reitero el despropósito de las designaciones de sus candidatos. A un partido cerrado y falto de debate, le agregaron más blindaje y una representación que como es el caso del Departamento Río Cuarto, es vergonzoso e irrespetuoso para su militancia.

Con autocrítica nula, con soberbia y arrogancia, sostienen un criterio que los puso ante un espejo que los alerta y les genera temor. Están perdiendo la elección con miras al 2023. Todas las mediciones los ubican muy lejos de los candidatos de Cambiemos-UCR.

Es verdad que la imagen del gobernador es la que sobresale de los demás dirigentes de la provincia. Pero está claro que esa imagen no se traslada a los demás dirigentes. Por caso, su esposa perdió el año pasado la elección por 30 puntos con Luis Juez.

¿Y entonces?. La opción inicial es aventurar escenarios que les permitan avanzar en una construcción que les permita achicar esas diferencias y hacer nuevamente competitivo a este gobierno y sus candidatos. El primero de ellos, transformar al propio gobernador en un elector central. ¿Cómo?. Impulsando su candidatura a un proyecto nacional. Algo muy complejo y poco probable. Nunca lograron instalar su figura fuera de los límites de la provincia.

El segundo escenario, es patear el tablero y proponerlo como Intendente de la ciudad de Córdoba, haciendo un enroque con Martin Llaryora, que será el próximo candidato a gobernador. Una jugada posible y que podría dar buenos resultados.

Y el complemento de este escenario, sería el de forzar a cada intendente que garantice una re-reelección y que repita una candidatura en cada localidad del interior, para de esa forma aportar a un escenario que les permita achicar esos 10 puntos de diferencia que tienen en la provincia. ¿Y los intendentes aceptaran elegir el mismo día que la provincia?. El mes elegido para convocar a elecciones sería abril del 2023. Acelerando todos los tiempos para impedir que los demás partidos logren un armado competitivo.

Entonces, en este escenario, obligan a todos los estamentos institucionales de la política a estar en campaña desde este tiempo y por los meses subsiguientes. Dejamos abierta además la posibilidad de tener que pergeñar por parte del gobierno provincial, un armado político tan amplio y diverso, que incluso incluya a las principales figuras del Frente de Todos en la provincia. Algo inimaginable en el ideario colectivo de nadie.