LA TRASTIENDA
Llamosas a puro enroque, pero con dudoso rumbo
El intendente de Río Cuarto movió parte de su Gabinete de gobierno, en un intento por evidenciar reflejos, luego del traspié electoral. Pero las fichas de funcionarios puestos y depuestos, abren interrogantes, e instalan más dudas que certezas en el horizonte político. Por supuesto, el crédito sigue abierto.
Poder y liderazgo
La construcción de poder político, siempre es una tarea de difícil consolidación, y casi siempre, sin instancia de resolución posible.
Una edificación sostenida conlleva niveles de aceptación y referencia, que pone en lugares de liderazgo a sus propios inspiradores y conductores.
Sin embargo, ese sitial de poder que hace un proyecto político casi indestructible puede desvanecerse en unos pocos instantes, como un castillo de naipes sobre la mesa, ante un movimiento impensado.
Y allí, una vez consumados sus efectos –muchas veces devastadores-, aquellos que fueron elevados a la categoría de líderes, tendrán que demostrar su temple para enderezar la nave insignia y reencauzar el viaje hacia un horizonte claro.
Mucho de este recorrido del poder acabamos por ver –mejor dicho, empezamos a ver- en el gobierno del intendente Juan Manuel Llamosas.
La política cordobesa está ocupada en la pelea por el control de la ciudad Capital, y las elecciones municipales del próximo domingo, con el choque del vice-intendente peronista, Daniel Passerini, y el radical-macrista, Rodrigo De Loredo. Una disputa que subió de voltaje en las últimas dos semanas, tras confirmarse que dos candidatos enrolados en la lista opositora de Juntos por el Cambio, se encuentran envueltos en causas de narcotráfico que investiga la Justicia.
Además, el capítulo político provincial se completa con el intento –por ahora, apagado- del gobernador Schiaretti, de poner a rodar su precandidatura nacional, en Córdoba y el país, con miras a las primarias nacionales Paso, de agosto.
Golpes y enroques
En un rincón de ese caliente panorama, los avatares de pago chico, encuentran a un intendente acusando golpes políticos, tras su derrota local y departamental en las pasadas elecciones de junio, y procurando generar nuevos efectos reactivos que le otorguen algún oxígeno para los tiempos que se avecinan.
Consumados los cambios y enroques dentro de su Gabinete de gobierno, nadie arriesga a considerar sobre el sentido político de las reubicaciones, y menos sobre el impacto de las mismas al calor de las necesidades y urgencias que ha dejado en evidencia el mismo Llamosas con sus altisonantes decisiones.
Si hizo ruido la denominada renuncia de Camilo Vieyra a la secretaría de Gobierno días atrás, como primera “víctima” forzada del resultado electoral, no menor fue el enroque producido en un área de alta sensibilidad como la subsecretaría de Políticas Sociales, desplazando a Gustavo Dova, a Desarrollo Regional, para que asuma Ricardo Rojas, proveniente de Gobierno.
Es evidente que en Llamosas, primó la política por sobre la gestión. De otro modo, es muy difícil comprender el cambio aludido, pues el resultado de la gestión de Dova en tres años, ha sido, sin más, “conflicto cero”, y considerando un contexto socioeconómico general de alto deterioro en los sectores populares. Sonó a chivo expiatorio, y de paso, envío anticipado a zona de hielo a quien alguna vez fue su hombre de extrema confianza, y que en la pasada elección se puso al hombro todo el trabajo territorial, que muchos otros pregonan, pero que están lejos de acreditar.
Más entendible, resultó el nombramiento de Guillermo De Rivas en el sitial estratégico que dejó Vieyra. Con resultados positivos con la marcha del Presupuesto Participativo, y con el antecedente de haber sido secretario de Gobierno en la exigente gestión de Alberto Cantero, entre el 2000 y 2004; De Rivas, tendrá por delante el desafío de ejecutar el relanzamiento de la gestión municipal que proyecta el intendente para el último año que le queda, y llegar al segundo trimestre del año que viene, con todas las poleas de transmisión suficientemente aceitadas para sostener el gobierno en la elección municipal de entonces.
Paños fríos desde Córdoba
Por si fuera poco, el flamante gobernador electo, Martín Llaryora, también puso en zona de hielo al propio intendente riocuartense, tras el descalabro electoral del PJ en Río Cuarto y el sur provincial.
Una vez consumado el resultado en la elección de Córdoba Capital, un nuevo esquema de poder se configurará para dar los primeros pasos desde el Ejecutivo provincial, a partir de diciembre, y más aún, considerando el equilibrio de bancas que se determinó en el conteo final para la Legislatura.
En ese entramado en ciernes, las voces que, en voz baja, se hacen oír (por guiños del nuevo gobernador), afirman que para “el caso Llamosas”, le espera y lo esperan para un “exigente” trabajo en la Unicameral.
No obstante, apenas ordenadas esas piezas de responsabilidad política y poder institucional, llegará el momento de la charla crucial entre el jefe comunal y el por entonces gobernador en funciones, sobre el armado de la elección en Río Cuarto. No antes, subrayan.
¿Nazario asoma?
En un renglón de apuntes políticos, en un rinconcito vamos a apuntar lo siguiente, para cerrar:
Adriana Nazario para muy firme en el armado de su cruzada, para ir a disputar la elección municipal el año que viene. Dicen en su entorno que se encuentra muy enfocada en el análisis de temas y proyectos para elaborar una eventual plataforma de gobierno para la próxima gestión municipal.
Y para el avance de tal iniciativa, la ex pareja de José Manuel de la Sota, activó desde hace un tiempo su relación política y de amistad con el ex intendente Alberto Cantero, que si bien, se ha retirado de la actividad militante y dirigencial, siempre está atento a considerar todo tipo de consultas.
Si toma forma este tándem, con Nazario a la cabeza, no pocos escarceos podrían sobrevenir en el universo del Justicialismo de Río Cuarto, dado el nuevo mapa que entrará en vigencia en unos meses más, en Córdoba, y qué decir, si el PJ nacional, retiene el gobierno central con Sergio Massa, a la cabeza.
Como las mejores sagas cinematográficas, la política y el poder, sucumben con los resultados electorales, constituyéndose las secuelas y precuelas de cada instancia, y muchas veces al mismo tiempo, como parece ser el caso de Río Cuarto.