Se llevó a cabo en el campus el descubrimiento de una placa conmemorativa de la quema de libros acaecida en la Universidad Nacional de Río Cuarto durante la última dictadura.

El acto se encuadró en la Semana de la Memoria, a 45 años del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Contó, entre otras, con la presencia de autoridades de la UNRC, de la Comisión Municipal de la Memoria, gremios y familiares de desaparecidos.

Hicieron uso de la palabra Alberto Levy, ex preso político, y Roberto Rovere, rector de la casa de estudios. Levy recordó que “la universidad, ámbito educativo, de actividad  intelectual, artística y cultural, fue severa y dramáticamente golpeado por la dictadura militar”.

Señaló que la quema de libros replicó prácticas del “nazismo y el fascismo” propias de la primera mitad del siglo pasado. En el fuego de la intolerancia ardieron “fuentes de pensamiento crítico, textos que aún hoy no han sido repuestos en muchas instituciones educativas”.

Aseveró Levy que privar a la ciudadanía del “acceso al conocimiento y la crítica” se enmarcó en “un plan económico que dañaba al sector asalariado del país”. Evocó que “en 1973, el plan económico permitió que el 50 por ciento de la renta nacional fuera a los trabajadores asalariados”, cifra que jamás se recuperó. Destacó que “esto, que parecen números, representan salud, bienestar, acceso a cultura, educación, desarrollo intelectual y espiritual”.

Fustigó como actores involucrados en este descenso no solo a quienes desde la Argentina determinaron políticas económicas perjudiciales para trabajadores sino también al Fondo Monetario Internacional y otros organismos de crédito. Planteó que la existencia actual de empleados “en condiciones de informalidad” es una secuela de la “dictadura cívica, militar, eclesiástica y empresarial”.

En su tránsito por la memoria, Levy sostuvo que el golpe de marzo de 1976, que desplegó el terrorismo de Estado a escalas inéditas en el país, había tenido raíces en “el Navarrazo en Córdoba” y “la acción de las AAA” (Alianza, Anticomunista Argentina, liderada por José López Rega, en el gobierno de Juan Domingo Perón y quien lo sucedió, María Estela Martínez de Perón).

“Como ex preso político -siguió Levy- tengo que decir que desde 1974 nos levantamos contra la ley de seguridad nacional”, que “permitía cesantear personal” y era apenas el comienzo de horrores tales como encarcelamientos, desapariciones, torturas, fusilamientos.

“Recibimos como una caricia al alma la labor de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo e HIJOS, que organizaron la búsqueda incesante de bebés y niños robados a sus padres y vilmente entregados a otras familias”.

Luego el rector Roberto Rovere elogió las palabras de Levy y consideró de sumo relieve el ejercicio de la memoria, a fin de que las nuevas generaciones conozcan qué pasó en nuestro país.

“Esta pequeña placa -dijo- visibiliza un hecho grave, que fue corriente en la dictadura militar”. Junto a la desaparición de estudiantes, docentes, nodocentes, se quemaron más de 400 libros, “una cantidad importante”, en especial cuando la biblioteca de la UNRC tenía muchos menos volúmenes que en el siglo 21.

Aparte lo cuantitativo, el daño cualitativo: prender fuego a libros en una institución educativa, con lo cual “se despojó a los autores de la  posibilidad de ser leídos y se imposibilitó el acceso a sus ideas y formas de ver el mundo”.

Por eso, agregó Rovere, deben izarse bien alto las banderas del “pensamiento crítico para el debate con el cual es posible generar una comunidad mejor”. Lejanos los tiempos de “estrategias aterradoras para someter a un pueblo”, Rovere estimuló a “seguir construyendo y contando la historia para los jóvenes de hoy”. Por ende, su beneplácito por la participación universitaria de la propuesta de la Comisión Municipal de la Memoria y organizaciones de Derechos Humanos.

Fuente: Prensa UNRC