Por Laura Olocco. Comunicadora Social.

En la «historia oficial» siempre predominaron los logros de los hombres, invisibilizando la participación y el sacrificio de las mujeres. Mujeres y disidencias solemos enfrentar una serie de obstáculos específicos dentro del mundo laboral. El #TechoDeCristal es uno de ellos: la limitación a la hora de ascender y lograr acceder a cargos de decisión.

Aunque 6 de cada 10 universitarias en la Argentina son mujeres, representan solo el 25 % del total de quienes estudian ingeniería y ciencias aplicadas, y el 15 % de las inscripciones en la carrera de programación. Las investigadoras están poco representadas en ciencias exactas y se concentran en los niveles iniciales de la carrera científica. También enfrentan mayores dificultades que los varones para acceder a financiamiento y publicar en revistas de prestigio.

En este sentido, Agostina Mileo, licenciada en Ciencias Ambientales, máster en Comunicación Científica y doctoranda en Historia y Epistemología de la Ciencia indica que “el bozal de cristal nos indica algo sobre quienes están habilitados para tomar la palabra sobre un tema, quiénes son las personas que salen a hablar y forman ideas de la sociedad acerca de las disciplinas, decimos que las mujeres tenemos un bozal de cristal porque, si bien no hay trabas formales para que lo hagamos, en general no somos las que hablamos de los temas que trabajamos”. 

Pero algo de esto está comenzando a cambiar: en la actualidad, ocho mujeres lideran instituciones de Ciencia y Tecnología en Argentina por primera vez. Entre ellos se encuentran el Instituto Nacional de Prevención Sísmica, dirigido por Patricia Alvarado; el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), por Susana Mirassou; la CNEA, por Adriana Serquis; y el CONICET, por Ana Franchi. Los dos primeros nunca habían sido liderados por mujeres, hasta su designación.

Son científicas que se destacaron en sus carreras y que ahora están cambiando el enfoque de cada organismo público que lideran con una apertura mayor hacia los problemas de la gente y el ambiente. Son mujeres que marcan una diferencia histórica.

Queremos y debemos seguir construyendo el camino para que cada vez seamos más las mujeres que no sólo podamos romper ese #techodecristal, sino más bien deconstruirlo, desarmarlo, transformar el lugar en el que el patriarcado nos situó, ese que nos marcaba que debíamos estar siempre en las sombras.

 Sabemos que el reclamo es político y la lucha es cultural. Pero es nuestro momento, de apostar por las infancias, por las nuevas generaciones, y comprometernos a abrirles paso en una sociedad más justa, más igualitaria, donde las mujeres no tengamos que comprobar a diario de los capaces que somos, estamos preparadas y que también tenemos DERECHO de ocupar espacios de decisión en diferentes ámbitos, privados, públicos, empresariales, y demás.

Donde sea, pero con igualdad, y sin #techodecristal.