Por Hugo Busso. Dr. en Filosofía. Autor de Ecoocreatividad, EDUVIN, 2022. Profesor universitario en Paris (Francia)

Este artículo tiene como propósito hacer comentarios acerca de la ecoocreatividad (libro que será editado en breve por la editorial de Universidad de Villa María:  Ecoocreatividad. Utopías concretas para tiempos inciertos, EDUVIM, Argentina). En artículos precedentes, ya helos adelantado las propuestas para abrir el debate y las tendencias de acción sociopolíticas y económicas

La ecoocreatividad (ecología, cooperación, creatividad) es una perspectiva filosófica que promueve cambiar el sentido político y cultural de las sociedades hacia una mayor igualdad y sostenibilidad ambiental. Es una decisión e intencionalidad expresa de un nuevo imaginario que le apuesta racionalmente como sentido de lo político postneoliberal, afrontando los problemas y desafíos que han generado en el continente las políticas del Consenso de Washington (las que en Argentina tuvieron como consecuencias directas, además de la dictadura militar entre 1976-1983, “el corralito” y el endeudamiento del gobierno de Mauricio Macri). Por esto, consideramos que en América latina no hay solo dificultades sociopolíticas y económicas en sentido desarrollistas a los que deben responder las tendencias de cambio e innovación. Sino fundamentalmente ecológicos, haciéndolo de estos últimos problemas inéditos, holísticos, transversales e integrales. Por esto es por lo que democracia y ecología, desde la perspectiva ecoocreativa, son inescindibles en la construcción de sentido de un nuevo imaginario sociopolítico, que busque englobar el campo de lo posible y lo real del buen vivir.

Vemos las dificultades en los gobiernos de Colombia y en Chile, por quedar presionados o encerrados en planes políticos modernos-desarrollistas de corte moderno, que no han innovado teórica y prácticamente lo necesario para entusiasmar a los movimientos y organizaciones sociales ofreciéndoles un horizonte de lo posible y deseable. Dicho de otro modo, frente a una pretensión deliberadamente hegemónica en la construcción de Universales que delimitan el horizonte del sentido, estamos ensayando proponer llenar de contenidos postneoliberales los espacios vacíos de lo político, desde la formulación de utopías concretas como construcción creativa democrática, que nosotros llamamos ecoocreatividad. Desea esta perspectiva transformar las políticas del desastre de tendencias neoliberales -como le llama la filósofa Angélica Montes Montoya-, en tendencias ecoocreativas como dispositivos de experimentación colectiva, que se orientan hacia nuevos horizontes de la política, de la estatalidad y que de paso a una nueva clase (no productivista ni moderna en sentido sociológico) en gestación. La ecoocreatividad como hipótesis y orientación heurística, la utilizamos para profundizar en las posibilidades críticas con la modernidad capitalista neoliberal, por un lado. Pero, por otro, abriendo a lo incierto como opción emancipatoria en el horizonte postneoliberal transmoderno, para futuro próximo 2023-2035, para seguir pensando y creando visiones prospectivas para el mediano plazo (2035-2050).

La ecoocreatividad es el horizonte de sentido de la sociedad que viene, como posibilidad a instituir, como la visión prospectiva de un futuro posible y deseable de sociedades democráticas- ecológicas postneoliberales. Así como el liberalismo y el marxismo han organizado la política y han sido su horizonte, la ecoocreatividad podría convertirse en la nueva definición del nuevo frente de lucha, sin ser un partido político o movimiento. Porque es la delimitación postneoliberal del campo de lo político, un abandono deliberado del pensamiento economicista, la crítica profunda de los criterios acientíficos de competición inherente a lo social del liberalismo. La ecoocreatividad es un neologismo que une tres categorías complementarias e interdependientes, como intencionalidad de salirse del juego neoliberal hegemónico: ecología, cooperativismo y creatividad.

  • Ecología como la ciencia y comprensión de la relación entre sociedad en y con su medio. Ha integrado a su reflexión política lo terrestre, junto a lo local y lo global. Es una nueva fuente de conflictos y división del campo intelectual, donde no solo cuentan los deseos y las expectativas exclusivamente humanas.
  • Cooperativismo como la acción conjunta, entre humanos y terrestres, con objetivos compartidos en función de aumentar las condiciones óptimas de existencia de lo viviente (humano y no humano). El individualismo y la competencia son subsumidos y subordinados a este primer marcador, la cooperación.
  • Creatividad en el sentido no dogmático ni profético, ya que sugiere que lo instituido sea creado en procesos democráticos agonales, directos y participativos de ciudadanos autónomos, para generar los dispositivos de experimentación colectiva. Donde el error sea el acontecimiento para ajustarse a las verdades situadas. La democracia, desde esta perspectiva, es la gestión institucional de la ignorancia.

La pregunta principal es ¿qué hacer? Todo parece indicar que la sociedad de consumo en los países del todo el mundo es el problema, porque producir más, vender más, acumular más bienes materiales y dinero no es la solución paradisiaca, ni la mejor de las promesas modernas posibles que compiten con los paraísos bíblicos-celestiales. Sino más bien, todo lo contrario, puesto que en la actualidad el relato moderno que entusiasmaba los imaginarios con el progreso productivista como misión salvífica y posesión acumulativa de objetos, este puesto está ahora en duda radical por las consecuencias ecológicas. Sin que haya nada para reemplazarlo como imaginario que entusiasme multitudes de modo claro y nítido, al menos por ahora. Por lo tanto, hay que forzar más la imaginación para salir del interregno que bloquea las emociones más básicas e instintivas, como el miedo al presente y el pánico al futuro. Ya sabemos por experiencia histórica que las emociones cuando se desatan sin control se vuelven peligrosas por la violencia que generan. Más aún si son movilizadas por miedos, resentimientos identitarios y odios políticos. Exigir la imaginación en tiempo donde ya estamos a marcha forzada es necesario, porque no hay horizontes superadores ni de reemplazo del problema al que nos enfrentamos como civilización, cultura y humanidad. Ecoocreatividad entonces es un adelanto incauto, por ahora, de sugerencias, ensayos de diagnóstico y sentido prospectivo general por donde deberíamos orientar la praxis de los movimientos sociales que son o podrían ser los agentes del cambio político.

Por esto, hemos propuesto en escritos precedentes (ver Doce propuestas para una sociedad ecoocreativa), un aporte para el debate. Esas doce líneas generales propuestas desde las tendencias ecoocreativas que las creemos factibles, para una sociedad más ecológica, cooperativa e igualitaria su intención expresa es para no degradar la vida democrática y las ventajas de la libertad que deberán asegurar las instituciones que gestionan lo común y lo público de los ciudadanos. Con un mejor reparto de las riquezas producidas colectivamente, con menos contaminación, menos emisión de gases de efecto invernadero y una reducción del deterioro de los biotopos. Estos objetivos son, en el mejor de los casos, contradictorios en la situación actual. Deberán ser puestos en marcha por consensos entre Estados, partidos políticos, la opinión pública, empresas, organismos internacionales y organizaciones/asociaciones del tercer sector. La práctica política de lo que redefinirá el sentido de “pueblo” saldrá de los marcos creados en el siglo XX, pero no se sabe cómo se darán en las décadas que vienen. Nosotros por ahora la nominamos como “ecoocreativa”, porque en su neologismo lleva los tres ejes que orientan el horizonte de experimentación colectiva postneoliberal: ecología, cooperación y creatividad.

El capitalismo se confronta a una crisis en la que lo económico no es lo central. Degrada la humanidad desde el exterior (biodiversidad) por lo tanto se impone a todo, destruyendo las condiciones de su propia sobrevivencia siendo su propia condena en última instancia (como los virus exitosos que mueren precisamente de tanto éxito). La sacrosanta innovación es una fuga temporal que acelerando en última instancia ya no su propio fin, sino “el fin” de la vida en el planeta. Por esto, el capitaloceno trae muchas consecuencias por una degradación de las condiciones de vida a una velocidad inesperada. Naturalmente confinados a la zona del oxígeno en un espesor de poquitos kilómetros entre la superficie de la tierra y la atmosfera terrestre, el capitalismo nos encierra en las casas por pandemias que lo tienen por causa, es decir confinados en sentido general, hasta ahora por el capitalismo que se niega, como todo sistema, a morir. La economía circular es una puerta de entrada para rediseñar eclógicamente lo que deberá ser reutilizado, reciclado y reparado en tanto objetos y artefactos de uso. Pero no todo se puede ni debe repararse (la mundialización económica NL, por ejemplo), que ya cedió para segur con más de lo mismo con el “desarrollo sostenible” (y su mitología tecnocientífica como salvavidas efectivo pro ahorra del imaginario economicista). Sino que debe ser reemplazada por la inteligencia primero de la negación dialéctica, luego por la afirmación creativa de su propia experimentación, que deberá ser nuevamente negada por la acumulación de contradicciones y dificultades políticas de la nueva etapa ecoocreativa.