Por Flavio E. Buchieri
Dr. en Economía. Profesor, investigador y consultor.
www.flaviobuchieri.com

Manuel de la Calva, canta-autor español, escribió y dio a conocer, como miembro del grupo Dúo Dinámico, la famosa canción que fue popularizada por Pedro Almodovar en su película Átame: RESISTIRÉ!!!. Esto bien a cuento de lo que el gobierno una vez más viene insistiendo con las medidas que acaba de lanzar como una nueva saga de precios controlados, ahora denominados JUSTOS, y lo que se anticipa va a ser el lanzamiento de un nuevo tipo de cambio para favorecer el turismo receptivo, esto es, ofrecerle un valor del dólar más alto a quienes vienen a vacacionar al país, para hacerse así el Banco Central de las divisas que entran pero van a parar a las cuevas que alimentan el dólar blue.

Digo que el gobierno INSISTE con estas medidas ya abiertamente inefectivas porque se niega a lo que supuestamente se anunciaba como inminente: un PLAN DE ESTABILIZACIÓN que nunca, hasta ahora, llegó. Lo anunciado, de este modo, es más de lo mismo, producto de lo que ha sido la experiencia en el pasado como de que sólo son un parche más ante para “hacer la plancha” para, de esa manera, ver si se puede llegar a las elecciones del año que viene con la sensación que “se hizo todo lo posible”. La idea es, como lo hemos expuesto reiteradamente en este espacio, que el próximo gobierno cargue con el ajuste que se debe hacer. Y, con él, los costos que hoy no se quieren asumir.

El nuevo programa de precios controlados implica que 1.823 productos mantendrán su precio congelado por los próximos 120 días, incluyendo productos de los rubros alimentos, bebidas, lácteos, higiene personal y limpieza. Este listado tuvo un aumento del 4% superior al promedio registrado durante el mes de octubre pasado, los cuales se congelan durante la extensión del período aludido. Pero, el resto de los productos que comercializan las empresas que suscribieron dicho acuerdo tendrán una pauta de aumento mensual de hasta el 4% para los mismos 120 días en el precio de venta a los supermercados y mayoristas.

La intención del nuevo acuerdo es forzar a una desaceleración en la tasa de inflación a partir de generar compromisos con las empresas para que el proceso de reajuste de precios sea coparticipado con el gobierno. Es decir, este último considera que bajar el incremento mensual del orden del 6-7% a cerca del 4% va en línea con la meta de inflación expuesta en el Presupuesto 2023 y cree que es factible de ser logrado si las empresas que son las formadoras de precios lo acuerdo con el poder político. Veremos, desde ya, si esto se logra porque contra ello actuarán el reajuste de tarifas, el otorgamiento de bonos salariales para compensar la pérdida de los salarios aún cuando las paritarias se reabran con el aumento en el valor del dólar, que viene sufriendo reajustes ya al nivel de la tasa de inflación pero que luces, como veremos a continuación, insuficiente.

Las reservas del Banco Central son otro factor de preocupación ya creciente. Es que la misma entidad monetaria deja al descubierto que no consigue detener el proceso de drenaje de reservas que tuvo un descanso con el denominado “dólar soja”. En lo que transcurrió de Noviembre ya perdió más de US$ 715 millones en lo que va del mes y unos US$1.200 millones desde se cerrara el precio para los sojeros. Como antes dijimos, esto va a la par que el Banco Central convalida un mayor deslizamiento en el tipo de cambio nominal a la par del ritmo inflacionario mensual. Sin embargo, lo que aparece ahora como un factor que amenaza la ya delicada estabilizada cambiaria tiene que ver con el factor climático que, ante un tercer año de sequía, amenaza primero la cosecha fina y luego la gruesa. Esto lleva a que se estime que, por ambos conceptos, ingresaran en lo que queda del año y el primer trimestre del 2023 cerca de U$S 10.000 millones menos, con lo cual las tensiones cambiarias aumentarán.

¿Qué es de esperarse entonces, si las presiones por una mayor devaluación del peso como implementar un salto cambiario no son hoy vistas como una opción por el gobierno? Pues un aumento en la brecha cambiaria sería lo primero a ser observado, de la mano de un salto en el dólar bue lo cual lo único esperable es aplicar un torniquete más duro sobre las importaciones. Esto tiene “patas cortas”: los precios de los productos tenderán a exacerbarse, con un claro impacto en una caída en el propio nivel de actividad.

Si esto es lo único esperable, de no mediar contratiempos asistiríamos a que el dólar oficial llegaría a $215 al inicio de Abril que es cuando comenzará el ansiado período de liquidación de las exportaciones agrícolas. ¿Alcanzaría esto merced a la tasa de inflación que tendríamos, para los próximos seis meses, del orden del 45%? Parece improbable.

Estamos, entonces, sólo ante las puertas de un verano conflictivo tanto por la escasez de dólares que es evidente como por un recrudecimiento de las tensiones que el propio proceso de actualización de precios y salarios ha tomado curso. Indexar los mismos no ya a la inflación pasada sino la que se espera a futuro (60%, según el gobierno; +100%, según estimaciones privadas) será clave para determinar el éxito del tránsito de la actual política económica, que sólo apunta a llegar a entregar el mando en el 2023. Más de lo mismo; los cambios, si acontecen, serán con el próximo gobierno.