Por Sandra Choroszczcucha – Politóloga y Profesora de la Universidad de Buenos Aires
Crece la pobreza, la indigencia, la desocupación
Desde que asumió Javier Milei su mandato en Argentina, en diciembre de 2023, la inflación ya sufrió un incremento de 79,5%, aumentó considerablemente el combustible, el transporte, las tarifas de servicios públicos, alimentos, medicamentos, todos los bienes y servicios que hacen al a vida cotidiana de los argentinos. Con estos incrementos, oficialmente según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, la pobreza ya alcanza al 55,5% de la población y la indigencia al 17,5% – esta última alcanzaba ya la elevadísima cifra del 10% cuando dejó la presidencia Alberto Fernández-.
Articulado con estos tres indicadores se encuentra el aumento del desempleo, un problema gestado en la administración kirchnerista que sembró una profunda crisis macro y socio-económica, pero que empieza a manifestarse con más nitidez durante el gobierno mileista, también con responsabilidad de la nueva presidencia, tras definir implementar medidas monetarias y fiscales de un extremo ajuste fiscal y de shock.
Milei ordenó frenar absolutamente la obra pública, y en los meses que lleva gobernando, según fuentes oficiales, ya se perdieron 91.929 empleos respecto a marzo de 2023 en el sector de la construcción y a día a día este número se incrementa.
Para el primer trimestre de 2024, según un estudio realizado por la Universidad Católica Argentina, la inseguridad alimentaria en Argentina siguió empeorando de modo vertiginoso, así en tan solo tres meses de la nueva gestión, ya hay 24,7% más personas que sufren de inseguridad alimentaria, y de este universo, 32,2% más niños, niñas y adolescentes que ya no alcanzan a alimentarse como corresponde.
La meta mileista de “´déficit cero” sin anestesia tiene sus costos sociales y humanos. La orden del nuevo gobierno desde el primer día fue bajar el gasto público en grandes dimensiones ¿Y dónde se encuentra la más enorme dimensión del gasto público en Argentina? En las cajas jubilatorias, por eso desde la llegada de Javier Milei a la presidencia, los jubilados perdieron más poder adquisitivo aun que en la anterior pésima gestión peronista de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner (CFK). ¿Cuáles fueron otros modos elegidos para descender con rapidez el déficit fiscal? Recortando gasto público en las empresas públicas, por el momento no se pudo privatizar ninguna, ya que la Ley de Bases aún no terminó de promulgarse.
Mientras tanto, sí se está despidiendo personal de las empresas estatales y de la administración pública, personal que en Argentina ocupa un cargo y no trabaja, pero también personal que ocupa un cargo y sí trabaja. Y el aumento de tarifas de servicios públicos – que tenían sus costos de servicios atrasados- llevan a mejorar las cuentas fiscales, pero a complicar más el presupuesto básico de sectores medios y bajos.
El enfrentamiento de Milei contra lo que él llama convenientemente “casta”
El gobierno de Milei nos presenta una crisis socio-económica que empieza a pronunciarse sin piedad, pero los responsables para Milei y el mundo libertario serían, no solamente el gobierno anterior kirchnerista que sin dudas legó una horrible herencia económica y social, sino los actuales legisladores a los que llamó “nido de ratas” y demás improperios, a los gobernadores – que pueden ejercer influencia principalmente en las decisiones del Senado- también los ha insultado y maltratado en numerosas oportunidades porque considera que no le dan el apoyo incondicional que el pretende – esto se debe a que ciertas medidas que pretende ejecutar el gobierno nacional perjudican a las arcas de los estados provinciales-.
El líder libertario llama “casta” a las personas que no trabajan como corresponde y que no piensan ni opinan como él, porque las que no trabajan como corresponde (varias con causas penales) pero decidieron pasarse a las filas de La Libertad Avanza (LLA) ya no son más “casta. De tal manera, Milei ha incluido en sus filas a peronistas kirchneristas, massistas y peronistas de los años 90, menemistas, algunos de ellos envueltos en actos de corrupción, a macristas a los cuales despreció en campaña, mientras designa para ocupar uno de los cinco cargos como juez de la Corte Suprema de Justicia a Ariel Lijo, un juez acusado de haber sido cómplice de la alta corrupción por décadas.
Milei cuenta con una híperminoría en ambas Cámaras, tiene 38 diputados de un total de 257, y 7 senadores de un total de 72, y no tiene ni un solo gobernador provincial. Tampoco cuenta con equipos con expertise en su tarea cotidiana en su gabinete nacional. Este estado de situación demuestra lo difícil que se vuelve la gestión de gobierno de Milei, aunque la gobernabilidad no solo sigue intacta, sino que su aprobación se mantiene en los mismos niveles altísimos que cuando asumió la presidencia, arriba del 50% según diferentes sondeos de opinión.
La mayoría de los argentinos padece, pero el presidente sigue creciendo su imagen
¿Es extraño que un presidente mantenga o crezca en imagen positiva, mientras los jubilados, los sectores medios, pobres e indigentes cada día pueden afrontar con mayor dificultad su presupuesto básico y mientras insulta a la presunta “casta»; pero la incluye en su gobierno? Suena extraño, pero no lo es, y no lo es básicamente por dos cuestiones, primero, porque el poder comunicacional de Milei a través de las redes sociales es poderosísimo, y así el presidente se pasa posteando horas del día para su tribuna nacional e internacional mensajes de impacto que no dejan ver la realidad tal cual la padecemos.
Y, en segundo lugar, el desprestigio de los que se presentan como sus “enemigos” es sideral. Más de la mitad de la población rechaza al kirchnerismo (fundamentalmente luego de la horrible gestión última), el desprestigio respecto a los cada vez más millonarios líderes sindicales es gigante, luego de décadas en las cuales solo han logrado desmejorar las condiciones y los ingresos de los trabajadores. Varios de os líderes de las organizaciones sociales que intermediaron por años la entrega de alimentos y de otros servicios a los sectores vulnerables, también gozan de enormes fortunas mientras los beneficiarios de tales planes sociales cada día se encuentran en peores condiciones de vida. Para más de la mitad de la población que votó a Milei y que hoy sigue apoyándolo, las izquierdas no democráticas de la región o a nivel global (Venezuela, Cuba, Nicaragua, Irán, Rusia, etc.) gozan de un desprestigio sin parangón. Lo mismo ocurre respecto a las críticas a un Estado que funciona de modo corrupto e ineficiente, la mayoría de los argentinos desaprueba la presencia de un Estado que no funciona o lo hace de modo deshonesto. Muchos dirigentes políticos han gobernado o legislado mal en Argentina, por eso nos cuenta Milei, estamos tan mal como estamos (vale recordar que Milei fue diputado nacional desde el 2021 al 2023 y que se presentó a trabajar en el Congreso menos de la mitad de las sesiones). Por todo lo descripto (y a pesar de los sesgos y manipulaciones) cuando Milei maltrata e insulta a todos estos actores juntos, gana más popularidad entre sus seguidores, aunque sus seguidores cada día sean más pobres.
Y esto lo pudo trasladar muy ingeniosamente más allá de las fronteras nacionales. Por eso, en este mismo orden de alineamientos sesgados pero exitosos para su tribuna, ocurrió el último enfrentamiento entre Milei y el presidente de España, Pedro Sánchez. Para más de la mitad de la población que votó a Milei hace apenas seis meses, un presidente parecido en sus formas y contenidos a CFK – y que apoyó abiertamente durante la campaña al candidato del kirchnerismo, Sergio Massa- y que es amigo del ex presidente que gobernó horrible recientemente, Alberto Fernández, goza de un desprestigio tan grande, que cuanto más pelee Sánchez con Milei más se eleva “el precio” de Milei entre los suyos.
A seis meses de su mandato, el desprestigio de los “enemigos” de Milei es tan grande que esto vuelve más poderoso a un presidente que está generando, aquí y ahora, que todos los ciudadanos argentinos se vuelvan cada día más pobres e indigentes.