Opinión. Por Gerardo Gastaldi. Relaciones Públicas e Institucionales. Director de CLAVE Estrategia y Comunicación. 

El filósofo griego Heráclito decía hace más de 2400 años que “lo único constante es el cambio”, y no se equivocó. Pero seguramente, si hubiese sabido que en 2020 iba a estallar una pandemia mundial, le habría agregado a su teoría una variable más: la velocidad de los cambios.

Dentro de las organizaciones todo fluye y se transforma permanentemente, aunque cada una tiene su ritmo para ejecutar estos procesos evolutivos. Si bien el tema del cambio y la adaptación a los contextos ha sido muy desarrollado en los últimos 20 años, la realidad nos demuestra que la pandemia mundial por Covid-19 obligó a acelerar la capacidad de flexibilidad organizacional en grandes, medianas y pequeñas estructuras.

Esta nueva era, por llamarlo de alguna forma, presenta a las empresas un listado de desafíos a sortear en el corto y mediano plazo, que tal vez no sean nuevos, pero si requieren de nuevas perspectivas de análisis. Entre ellos, el primero que podemos distinguir es la reestructuración de los organigramas y cómo afrontarla de una manera saludable. Con este sacudón social, sumado al crecimiento tecnológico de los últimos años, han surgido nuevas profesiones, y con ellas, sus respectivos puestos laborales. Pero ¿cómo puede representar un problema la inserción de nuevas áreas? En realidad, ese no es el inconveniente, sino los puestos y profesiones que de algún modo van perdiendo relevancia a manos de esas nuevas áreas y otras no tan nuevas pero de más importancia debido al contexto. La respuesta, tal vez, se encuentre en la refuncionalización y readaptación de los roles.

Otro de los desafíos será el de lograr una eficiente gestión a distancia, que aún facilitada por las herramientas digitales y la hiperconectividad, significará un gran esfuerzo para educar e instruir al recurso humano que forma parte de la planta, con el objetivo de que responda positivamente a los nuevos formatos laborales. Si bien, en las grandes estructuras nacionales y multinacionales esto es algo común, en pequeñas y medianas organizaciones todavía representa un camino por recorrer.

La contratación de personal también plantea una dificultad en esta revolución organizativa, ya que los nuevos formatos generan la necesidad de nuevas herramientas laborales. Puede sonar redundante para algunos, pero la realidad demuestra que hoy es necesario, al menos, saber usar un paquete de ofimática. Los requerimientos por parte de las empresas cada vez serán mayores, pudiendo dejar fuera de las posibilidades a una gran parte de los aspirantes. Este desafío no sólo es de las empresas que se enfrentan a la necesidad de contratar personal calificado, sino de los gobiernos que deben acompañar con el mejoramiento continuo de las currículas escolares y de educación superior, para poder brindar igualdad de oportunidades a quienes pretendan acceder a un puesto laboral.

La atención al cliente es otra de las aristas a tener en cuenta entre los desafíos presentados. Ya no se trata de realizar la venta del bien o servicio y listo. El público cliente, ahora demanda más información antes de realizar una compra, porque el hecho de tener mayor acceso a la oferta comercial, le permite realizar una elección más detallada para satisfacer su necesidad. Por eso es necesario crear un fuerte vínculo con este público, a través de un diálogo bidireccional antes, durante y posterior a la transacción, que le permita al cliente sentir que la empresa le comprende y está dispuesto a ayudarle a conseguir lo que quiere.

Todos los puntos mencionados, difícilmente alcancen el estado deseado sin una transformación digital bien ejecutada. Para ello será necesario, ante todo, tener el convencimiento y la firme decisión de parte de los directivos organizacionales de transformarse, aprender constantemente, flexibilizarse y estar dispuestos a innovar. En cuestiones técnicas, deberán contar con un asesoramiento profesional acorde a las circunstancias y con una mirada integral, que permita a la empresa convertirse en un sistema moderno, dinámico y eficiente, pero sin olvidarse que el valor más grande de una organización son las personas que la componen.