Llega el verano y las redes sociales explotan de fotos y videos de vacaciones increíbles, lugares paradisiacos y cuerpos perfectos. Hay una tendencia por mostrar pieles extraordinariamente lindas y figuras que no salen ni un milímetro del estándar hegemónico.
Las redes sociales son utilizadas cada vez por más personas y en edades más tempranas. Según un informe de We Are Social y Meltwater, en 2024 Argentina contaba con 31,30 millones de usuarios de medios sociales en enero de 2024, lo que equivale al 68,2% de la población total. Estos números nos hacen pensar que casi todos estamos en ese mundo digital.
Si bien siempre existió, la tecnología hace que se acentúe la frivolidad con la que nos mostramos al mundo. La superficialidad pone el valor sobre lo bonito y brillante y desprecia por ejemplo el esfuerzo puesto en un proyecto. Y ahí estamos, viéndonos inferiores, incapaces y muy lejos de lograr obtener eso que nos muestran: ese cuerpo, esa casa, esas vacaciones…
La exposición constante a imágenes cuidadosamente seleccionadas puede distorsionar la percepción de la realidad que tenemos. Las redes sociales reproducen imágenes idealizadas y si continuamente estamos expuestos a ellas, puede que altere la autopercepción del cuerpo, que impacte en la autoestima y genere problemas de salud mental. Esto puede ocurrirle a un adulto y las consecuencias en niños, niñas y adolescentes suelen ser aún peores ya que no cuentan con la madurez emocional para procesar ese mundo lleno de poses y filtros que consumen. Cuando vemos es inevitable que nos comparemos y allí ocurre esa desconexión entre lo real y lo guionado.
La superficialidad tiene consecuencias sobre la salud; puede traducirse en comportamientos obsesivos, trastornos alimenticios, baja autoestima. Hay estudios que incluso revelan una correlación entre el uso de redes sociales y problemas como la ansiedad y depresión. La comparación nos hace sentir sumamente insuficientes e incapaces. Nuestros propios deseos, nuestras metas nos parecen insignificantes ante las imágenes de los personajes más seguidos en instagram.
Sin embargo, hay quienes dentro de ese mundo promueven la autenticidad por sobre la superficialidad. Un ejemplo que me gusta citar es el perfil de la Médica Pediatra Carla Orsini: médica, madre de seis niños, comparte su conocimiento profesional y aspectos de su vida diaria con una naturalidad que no es habitual. Con su espontaneidad obtuvo casi medio millón de seguidores fieles que se identifican con ella e interactúan con su perfil, haciendo que crezca continuamente.
El punto es no creer que todo lo que vemos es real. También es obtener herramientas y brindárselas a los más jóvenes para que más allá de lo que ven, valoren su cuerpo, sus proyectos y su vida. Podemos hacer un uso más consciente y amigable con nuestra salud mental, ser más selectivo con lo que consumimos y limitar el tiempo que dedicamos al celular.
Tal vez la clave de no perdernos en la superficialidad es convencernos de que lo que somos y lo que tenemos es suficientemente bueno.