Por Flavio E. Buchieri. Dr. en Economía. Profesor, investigador y consultor. Director Ejecutivo de El Club de Negocios. 

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Una de cal, y otra de arena!!!. Esto parece ser la norma de noticias o acontecimientos que por estos días se viven en el seno del Gobierno de Alberto Fernández. Y es que, el pasado miércoles por la noche, el FMI anunció que Argentina había atravesado con éxito la revisión de las metas pautadas para el primer trimestre del año. En consecuencia, el staff técnico del organismo convalidará el envío de un nuevo tramo de ayuda financiera de poco más de U$S 4.000 millones, necesarios para que el país le abone casi U$S 2.700 millones por deuda a punto de vencer. Es una buena noticia en el corto plazo. Pero ya el propio organismo deslizó que se ajustarán, a futuro próximo, algunas metas, como la tasa de inflación (entre otros) afectada por la situación mundial.

Sin embargo, hay un aspecto que, para la revisión del segundo trimestre del año, será clave para ver si Argentina aprueba las mismas (y recibe fondos, en consecuencia) o debe renegociar su aprobación, solicitando un “perdón” (o waiver, en inglés) si los desvíos entre lo pautado y lo registrado es anormalmente grande. Y es que el punto a discutir, a partir de lo antes expuesto, será, sin lugar a dudas, la dificultad que está teniendo el Banco Central en acumular reservas. El nivel de déficit fiscal se estaría cumpliendo (de la mano de un aumento muy importante en la recaudación impositiva) así como el control en el crecimiento de los agregados monetarios, esto es, el aumento de la cantidad de dinero en circulación, producto del endurecimiento que el propio BCRA acordó con el FMI a la hora de brindar asistencia financiera al Tesoro.

El incumplimiento en la meta de acumulación de reservas se da en un contexto muy favorable a nivel internacional el cual, de la mano de un boom en los precios de los comodities agrícolas y una cosecha récord, han permitido casi duplicar las liquidaciones de dólares en el mercado cambiario. Pero, así como entran, salen. Las importaciones (en particular, las de gas y combustibles), los viajes al exterior, las cancelaciones de deuda de las empresas y las transacciones de compra-venta de bonos públicos en moneda extranjera (que están detrás de las operatorias de los tipos de cambio oficiales alternativos como dólar MEP o contado con liquidación), entre otros, han llevado a que el BCRA sólo haya podido acumular cerca de U$S 900 millones netos en lo que va del año. El promedio, de los últimos años, para dicho período, era de casi cinco veces más.

Es esta situación la que proyecta una gravedad mayor a partir de Agosto del presente año, que es cuando comienzan a menguar, sensiblemente, el ingreso de dólares del exterior. Si ya está en duda el cumplimiento de la meta para el segundo semestre, es casi una profecía auto-cumplida que la misma no será alcanzada en el segundo semestre del año. Otro elemento más para renegociar un acuerdo con el FMI que ya fue renegociado, con las incertezas y tensiones que esto genera
Una oferta de dólares en retracción y, por ende, una demanda de divisas que se incrementará por las expectativas que despierta la primera, producirán presiones cambiarias que el BCRA deberá enfrentar. Y esto, obviamente, comenzará a empujar al alza el nivel del tipo de cambio nominal (los pesos que se intercambian por cada dólar). Esto es un aspecto no menor ya que, a pesar de lo expresado por las autoridades nacionales, su ajuste viene “atrasado” en relación a la tasa de inflación mensual.

¿Se impondrá una devaluación mayor, acelerando el reajuste o provocando un salto en la cotización oficial de la divisa? Es claro que la propia debilidad en el stock de reservas que tiene el BCRA actuará a favor de dicho reajuste ya que, por otro lado, si el BCRA tuviera los dólares que el propio FMI le pide, los mismos no son para intervenir en el mercado cambiario sino para, entre otros menesteres, pagar los servicios de la deuda al propio organismo como a otros acreedores.

Si este reajuste brusco que se insinúa no acontece, ¿qué es lo que puede pasar, con una situación insostenible en el stock de reservas del propio BCRA? Pues no sería descabellado que el propio cepo se endureciera aún más, en particular, prohibiendo las compras de los llamados “dólares solidarios” (cupo de U$S 200 mensuales para pequeños ahorristas) como impedir aún más las compras de bienes y servicios al exterior (rubro turismo emisivo) aunque habrá que evaluar el impacto en la actividad económica de las empresas y organizaciones que se verían ahora afectados por las nuevas medidas.

No sería descabellado pensar que el gobierno podría pensar en un esquema de “desdoblamiento del mercado cambiario” esto es, formalizar dos canales para la operatoria de transacciones en dólares con: a) un segmento que contemple las operatorias del comercio exterior más el cumplimiento de los servicios de amortización de deuda públicaa, con un tipo de cambio como el actual; y b) un segmento que contemple el resto de las operatorias con un tipo de cambio más alto y/o hasta eventualmente libre. Esto mostraría la realidad: el dólar libre -pero legal-, que se cotice en el segundo segmento mostraría precios más acordes con los desequilibrios de la macro. Y eso ayudaría a descomprimir el mercado cambiario, permitiendo al BCRA desligarse de atender demandas que hoy no son plausibles para las metas que tiene.
¿Por qué no se impuso antes un esquema como este? Pues, a pesar de que es fácil de instrumentar, no caben dudas que se podrían producir filtraciones de operaciones en el segundo segmento hacia el primero, en busca de un valor más bajo. Pero, sin lugar a dudas, es mejor que lo existente porque con él, desaparecerían los mercados informales. Sí es de suponerse que un dólar comercial, como se podría denominar al que se transa en el segundo canal, más alto implicaría un salario en dólares menor. Pero esto ya acontece con lo que estamos teniendo. Sólo ahora el nuevo esquema implicaría blanquear la realidad. Nadie cree que el salario medido en dólares que calcula es que se obtiene al dividir el salario nominal en pesos por el tipo de cambio oficial. Con o sin retórica cambiaria, el salario en dólares de los argentinos es sensiblemente más bajo que el que teníamos cinco años atrás!!!

Inflación con nivel que no conocemos; reservas casi nulas; economía en desaceleración. Y todo a pesar de la super-cosecha y las enormes oportunidades que genera el potencial gasificador de Vaca Muerta. Asistimos así a una sensación (que parece más la realidad) de que “estamos mal y no sabemos cómo estaremos mañana!!!” Es evidente que la “parábola de la frazada corta” (“si me tapo los pies con una manta pequeña, no me tapo el pecho; si hago lo contrario, mis pies no se cubren”) hoy es más evidente que nunca. Ni hasta Coldplay, que va a brindar numerosos conciertos en el país, puede acceder al dólar oficial!!! Todos síntomas de que el país no está bien!!!