Por Guillermo Ricca. Dr. en Filosofía

Tengo la sensación de estar sepultado bajo una montaña de mentiras. Porque no me sirve de mucho la baja de la inflación si comer acá es más caro que en París. Tampoco me sirve que un presidente lunático, subido a una teología berreta, se dedique a destruir la universidad pública en la que trabajo, la ciencia, los derechos laborales o ciudadanos.

Pero quizás, lo más sorprendente, lo único que mueva a pensar es la transformación de una mayoría social que se sube a la superstición de las fuerzas del cielo y a pesar de tener el culo más roto que el mandril al que alude el presidente, cada vez que tiene que referirse a un opositor o a un periodista que no le gusta, expresa su nueva fe en un derroche de confianza, a culo pelado: hay que darle tiempo.

Spinoza supo decirlo con una elegancia filosófica propia del siglo XVII que aquí está de más: ¿Por qué los hombres luchan por su esclavitud como si se tratara de su salvación? Gran misterio o paradoja de la filosofía política: los seres humanos aman esclavizarse. Muchos siglos después, Lacan les decía algo similar a los jóvenes del mayo francés: ustedes, lo que quieren, es un nuevo amo.
Hannah Arendt también supo ver que en muchos seres humanos anida una pulsión oscura por someterse a una personalidad fuerte. Lo llamativo es que Milei es nada de todo eso. Es un ex pibe bullyneado, golpeado por su padre que, además, dice tener comunicación con una mascota que está muerta y dice también, y esto es más inquietante, que el salario básico argentino es de mil cien dólares y que, cuál Cándido, aquel personaje de Voltaire, estamos en el mejor de los países (mundos) posibles.

Hay sido un año largo, el más semejante a una pesadilla, desde que tengo memoria. Al negacionismo de las fuerzas del cielo hay que sumar su coqueteo con el fascismo. Al odio a la ciencia y la destrucción del conicet hay que sumar el odio a todo lo que sea semejante a una democracia, es decir, a una sociedad que acorta las distancias entre gobernantes y gobernados por la ampliación e invención de formas de igualdad expresadas y garantizadas en derechos. Algo de lo que parecen abdicar, cuál apóstatas, muchos dirigentes peronistas o ex peronistas, hoy devenidos parte del coro de las fuerzas celestiales, sobre todo en la isla mediterránea y más aun en la isla de la isla, esta ciudad que, para no olvidar que es conservadora y pavonearse en ello, hace esfuerzos para seguir siendo como era hace medio siglo.