Pablo Gustavo Díaz. Consultor en marketing político

El medio neuquino “Enfocados TV” consultó en la red social Twitter a sus seguidores “¿Qué es lo que define tu voto?” aportando las siguientes opciones de respuestas:

La opción 1) Previsibilidad y gestión, fue elegida por el 27% de los participantes. La opción 2) Corrupción, por el 19%. La opción 3) Pertenencia ideológica, el 20% de adhesiones. Y la opción 4) Propuestas, el 33%.
Cabe mencionar que la consulta aún se mantiene activa por lo que estos resultados son parciales.

La primer lectura rápida que podemos hacer de esas respuestas es que la motivación del voto es multicausal. Ninguno de los factores propuestos estaría recibiendo una mayoría considerable que adhesiones que permita identificar perse las causas que mueven a los electores a votar.

No obstante, una lectura más lenta nos permitiría descubrir que todas las opciones ofrecidas son de índole “racional”, que suponen que el elector “piensa” las razones de su voto. Y ¡sorpresa! Está científicamente demostrado que el voto no es una decisión racional sino emocional.

Las emociones humanas básicas son siete: la sorpresa, la tristeza, el desprecio, el miedo, la ira, la alegría y el asco

Por ejemplo, la opción 1) previsibilidad y gestión se enmarca en la teoría de la “aversión a la pérdida”: desarrollada en 1979 por los psicólogos Daniel Kahneman y Amos Tversky, que sugiere que las pérdidas son valoradas psicológicamente entre 1,5 y 2,5 veces más intensamente que las ganancia. Está decisión suele favorecer más la continuidad del gobierno al que se conoce y en cuya previsibilidad de acción futura el riesgo de pérdida es menor que la expectativa de ganancias que puedan ofrecer los adversarios. Como dice el refrán: más vale pájaro en mano que cien volando. Esta no es una decisión calculada sino una reacción de autodefensa basada en la emoción “asco”.

La opción 2) corrupción esta enmarcada dentro del denominado sesgo de confirmación. Atajo cognitivo que utiliza nuestro cerebro para validar las ideas propias. Los corruptos siempre son los demás y a ese “otro” se lo “desprecia”. Aquí también se enmarca la opción 3) pertenencia ideológica que ubicamos dentro del sesgo de afinidad o ideológico, explicado por Schumpeter, en su ensayo “La Exposición Marxista del Sesgo Ideológico”, como un alejamiento de la verdad con respecto a lo que la gente piensa. La gente tiende a glorificar sus intereses y sus actos, especialmente los de la clase a la que pertenece.

La opción 4) propuestas, es una de las mentiras mas difundidas y creídas por la mayoría de los electores y la casi totalidad del círculo rojo. En encuestas de boca de urna efectuadas en innumerables elecciones donde se consultó a los electores los motivos de su voto recientemente emitido, las respuestas más comunes fueron: “porque me inspira mayor confianza”, “porque es la más bonita o más bonito” (asociación inmediata con inteligencia y bondad basado en el sesgo cognitivo “efecto halo”, “porque le creo todo lo que dice”… a los que respondieron “por sus propuestas” en algunos estudios realizado por Durán Barba y Nieto se les pidió que explicaran al menos tres de ellas y algunos entrevistados apenas pudieron enumerar uno solo.

Como dice el refrán, la verdad de la milanesa es que la gente no vota racionalmente pensando, analizando, calculando las acciones de su voto, sino emocionalmente reaccionando a emociones como la sorpresa, la tristeza, el desprecio, el miedo, la ira, la alegría y el asco, enmarcadas en un estado de ánimo individual y colectivo.

De allí que las campañas electorales que mejores resultados obtienen son aquellas basadas en descubrir esos estados de ánimo y activar las emociones apropiadas en los electores.

Ahora bien. Así como el voto es producto de una reacción emotiva, el no voto también lo es. Y lo que estamos viendo los estudiosos de las campañas electorales con mayor asiduidad en las elecciones de los últimos años es el crecimiento de la apatía electoral, el ausentismo, el voto no positivo y el inválido.

¿Por qué pasa eso? En mi subjetiva opinión, porque emociones positivas como la “alegría” y la “sorpresa” no logran ser activadas en los electores, que terminan viendo que la oferta electoral es siempre más de la misma mediocridad.

“Para qué voy a ir a votar si siempre ganan los mismos y nada va a cambiar”, es la respuesta más común que encontramos en los estudios cualitativos que hacemos.

Aquel candidato o candidata que pueda mostrar su diferencia. Que no es “lo mismo” que el resto. Que pueda despertar esperanzas de cambio activando las emociones de sorpresa y alegría, cuenta desde el vamos con casi un tercio del electorado dispuesto a prestarle atención y apoyarlo.