Pablo Gustavo Díaz.  Consultor en marketing político

Sabés lo qué va a hacer cuando te encare, te preparás para ese momento y cuando llega lo hace, te pasa y te deja en ridículo”, dijo un frustrado defensor del fútbol español cuando le preguntaron como es marcar a Lionel Messi. Con Cristina pasa lo mismo. Se sabe lo que va a hacer, porque es lo mismo que viene haciendo desde hace veinte años, sus adversarios se preparan, o al menos eso dicen hacer, y cuando llega el momento ella lo hace, los pasa por arriba como alambre caído, y los deja en ridículo. Cristina es a la política argentina, lo que Messi al fútbol.

Al fútbol siempre debe jugarse de manera atractiva, debes jugar de manera ofensiva, debe ser un espectáculo, afirmó alguna vez el gran jugador holandés Johan Cruiff; y lo mismo pasa con la política.

¡Spoiler Alert! lo que diré a continuación puede ofender la susceptibilidad de politólogos e intelectuales analistas de gobiernos: La política es un show.

Desde que Juvenal denunciara en su Sátira X que “el pueblo solo desea con avidez dos cosas: pan y circo”, lo explicara tan magistralmente Maquiavelo en su obra “El Príncipe”, y lo incorporara la consultoría política a la comunicación de gobierno de los Estados Unidos en los ’80 con el nombre de “campaña permanente”, la política ha sucumbido a las fuerzas de lo superficial y lo efímero, a las lógicas de la seducción y el espectáculo.

En la política-espectáculo no hay lugar para los problemas de la realidad. Ella construye un espacio ficticio, una realidad paralela donde lo mágico es posible y se torna creíble en el mundo de lo simbólico, donde el objetivo es conectar con el espectador haciéndole sentir una profunda emoción que lo conmueva.

Los espectadores ubicados en la platea de este circo político somos los integrantes del círculo rojo, donde el periodismo especializado oficia de críticos que desmenuzan la obra en sus editoriales de TV. En la popular se ubican los sectores mas politizados de la sociedad: empleados públicos y afiliados militantes de los partidos políticos. Un universo de gentes que con todo furor no alcanzamos a un tercio del electorado.

Todos hemos visto la obra varias veces, sin embargo, siempre nos sorprendemos con lo que pasa en ella. Esa es la magia que logran Messi y Cristina.

El gobierno del Frente de Todos se encuentra en uno de los momentos más críticos de su gestión. No logra encontrarle la vuelta a la economía. La inflación, ubicada actualmente en 74% interanual, lo acorrala. Los salarios no paran de perder poder adquisitivo mes tras mes. Los 7 millones de jubilados y los 8 millones de trabajadores informales los más perjudicados. Se suman a ellos varios millones más que apenas sobreviven gracias a los planes sociales.

Esa es la realidad y el gobierno sabe que no deben hablar de ella. Está vedada. Prohibida en la comunicación pública de la vocera presidencial.

Esa es la realidad donde el partido del gobierno se desangra en votos, perdiendo adhesiones día tras día. Desde aquel 48% que supo conseguir en las elecciones del 2019, pasando al 31% que consiguió en la elección de 2021, hoy, en el monitor digital de opinión pública nacional de PGD Consultores, se ubica en el 27%.

Hay que cambiar los ánimos generando una mística que frene la hemorragia, creen.

El gobierno viene perdiendo por goleada en las encuestas y así como el Barcelona levantó un 0-2 frente al Granada con 4 golazos de Messi, Ella, la jefa del movimiento salió a la cancha con un relato lleno de goles, provocando la emoción de compañeros, plateistas y obviamente de la popular.

Nosotros tenemos una líder. Ellos lo único que tienen es odio. Defendamos a nuestra líder con el corazón”, arengó a la tribuna “El Negro” Enrique -campeón del mundo en México ’86-  con un video que se viralizó por las redes.

A la persecución y proscripción política propiciada por comodoro-pro le siguieron las vallas y la policía de Larreta dando pie a grandes autores del relato kirchnerista como Artemio López para compararlo con la dictadura de Lanusse en ‘72. Y después la magistralidad retorica de discutir la autonomía de la ciudad de Buenos Aires.

Nadie mejor que Messi para arrastrar las marcas de lucho Suárez. Nadie mejor que Cristina para arrastrar las marcas del premier Sergio Massa.

¿Alcanzará todo esto para revertir la tendencia y ganar las elecciones del 2023? No creo.

Por más que el dueño del Clío que llevó a la gobernación de Buenos Aires al intrascendente Axel Kicillof haya lanzado el globo de ensayo #Cristina2023, Ella sabe que esa obra tiene final a Menem 2003: pierde el ballotage.

Pero seamos objetivos, alcanza de sobra para mantener a la tribuna entretenida hasta ese momento.

Por eso, parafraseando al gran Tato, que de circo y política sabía más que nadie, les digo, mis queridos chichipíos, a seguir laburando, vermouth con papas fritas, y ¡GOOD SHOW!”.

*Esta columna fue escrita antes que sucediera el atentado contra CFK