Por Gustavo Román. Durante años insistimos en la idea de modificar la matriz del funcionamiento comercial de la ciudad de Río Cuarto, esencialmente en lo que se refiere al horario de apertura y la necesidad de generar una lógica que le permita a la comunidad hacer ese cambio cultural indispensable, según nuestro criterio.

Hasta hace pocas semanas, se priorizó de manera equivocada según nuestra mirada, la “conveniencia” de los habitantes de la ciudad, sin contemplar el contexto comercial general y que incluye al gran Río Cuarto y la región, principal cliente usuario de nuestros servicios y actividades.

Con una mirada que responde a parámetros del siglo anterior, con hábitos y costumbres perimidas y erradas, se justificó siempre el cambio impostergable en la estructura de funcionamiento de una ciudad mediana, cuyo factor fundamental esta basado en la prestación de servicios.

Diariamente se trasladan a nuestra ciudad, unas 120 empresas de transporte mediano, a lo que deben sumarse otra cantidad de comisionistas, servicio de taxis, transporte tradicional y vehículos particulares. Es decir, llegan a la ciudad unas 5.000 personas diariamente.

La mayoría abrumadora de esos visitantes, viene a la ciudad a concretar una recorrida en demanda de servicios, tramites, atención de salud y realizar compras. Siempre planteamos la misma consulta, ¿a qué hora debe iniciar su jornada un vecino que recorre 150 kilómetros para poder hacer efectiva su presencia en la ciudad?. Para estar en la ciudad a las 8.30, esa jornada debe iniciarse a las 5.30 del día. Un verdadero despropósito.

Uno de los beneficios de esta pandemia, que tuvo varios, es el relacionado con la apertura de los comercios en un horario que le permite a los vecinos de la región, aprovechar integralmente la jornada en la ciudad. Entonces, puede hacer trámites con comodidad, y también un recorrido de compras con apropiado. Y los propios comerciantes están comprobando los beneficios de ese cambio que llegó por exigencia de la pandemia.

Otro de los aspectos positivos que han surgido en la ciudad y la región, como consecuencia de este virus, es el vinculado con la puesta en marcha de una movida autoconvocada de comerciantes y empresarios, que comprobaron que había que poner manos a la obra y generar un movimiento que los incluya, los escuche y los represente. Algo que el Centro Comercial -Cecis- local, no cumple desde hace décadas.

El Cecis sigue siendo un sello institucional, una estructura de poder carente de representación. Tiene vínculos inexistentes con la realidad de quienes asegura representar, es más, a quienes ya no representa desde hace muchos años. Una estructura obsoleta, con vicios históricos y que está lejos de representar la síntesis de una ciudad pujante, con ideas y proyectos innovadores. Aburren sus excusas y sus iniciativas. Pocas ideas originales para tanta entidad, lo venimos sosteniendo hace mucho tiempo.

La síntesis de lo que afirmamos, es el surgimiento de un grupo de comerciantes autoconvocados que en un lapso de tiempo muy breve, se agrupó y debatió sobre sus problemáticas de manera horizontal, usando las redes sociales y definiendo lineamientos de trabajo que obviaron al Cecis, que como respuesta corrió tras la sombra de los mencionados autoconvocados.

Los comerciantes marcharon masivamente en contra del costo inexplicable de la energía, demostrando un nivel de compromiso que en décadas el Cecis no tuvo. Lo mismo sucedió con la demanda de apertura de rubros comerciales en el marco de la pandemia, definiendo ellos mismos los lineamientos para organizar protocolos y ejes de trabajo.

Queda en carpeta otro gran debate, que tampoco propuso el Cecis con compromiso y como eje político de la entidad. El costo Rio Cuarto. No puede permitirse que en esta ciudad, el alquiler de un local comercial promedio, tenga el mismo valor que el de uno de similares características en Palermo, en la ciudad autónoma de Buenos Aires.

Todo esto nos alienta a confiar en que los comerciantes autoconvocados ocupen genuinamente los espacios de representación sectorial, con la fuerza y el compromiso que durante décadas no impulsó la estructura obsoleta del Cecis.

Lo que el poder de la rosca institucional y política bloqueó como posibilidad durante años, lo marcó como nuevo paradigma el Covid 19. Alentamos que esta nueva apertura horaria, como así también los nuevos lineamientos de representación sectorial, permitan que en pleno siglo XXl el empresariado local y sus instituciones, evolucionen y encuentren el rumbo que les impone el tiempo que transitamos.

Los cambios los impuso el virus. Que paradoja.