Por Pablo Gustavo Díaz. Consultor en marketing político

Como investigador de mercados electorales siento de vez en cuando la tentación de predecir el futuro a través de herramientas como las encuestas, por ejemplo. Es una clara deformación de la profesión, no me justifico.

Pero lo cierto es que la mayoría de las teorías y modelos estadísticos utilizados en la economía, las finanzas y también en la investigación de mercados se basan en la suposición de que los eventos aleatorios siguen una distribución normal, es decir, que los resultados extremos son muy poco probables y de hecho en muchos estudios o simulaciones matemáticas solemos eliminarlos. Sin embargo, la casuística nos indica la existencia de muchos eventos que no se ajustaron a la distribución normal y tuvieron un impacto enorme en la sociedad y en nuestras vidas.

Bajo esa hipótesis nació la teoría del «cisne negro» desarrollado por el escritor y filósofo Nassim Taleb en su libro «El Cisne Negro: El impacto de lo altamente improbable» (2007).

Entre los eventos altamente improbables en la política podríamos mencionar la victoria en las elecciones presidenciales de Castillo en Perú, la de Boric en Chile, la de Vidal en provincia de Buenos Aires. Candidatos cuyas probabilidades de triunfo estaban muy acotadas en las encuestas. Y en algunos casos, como los de los candidatos peruano y chileno, ni siquiera eran registrados en ellas. Y sin embargo ganaron.

En algunos distritos argentinos están emergiendo nuevos referentes políticos inesperados. Muchos de ellos las actuales encuestas aún no los registran o los tienen muy bajo en intención de voto. A la par que vemos consistente un alto nivel de electores indecisos.

Atento a ello. Los cisnes negros existen y por su vuelo aleatorio pueden aterrizar en cualquier lugar y momento.