Pablo Gustavo Díaz. Consultor en marketing político
La primera frase inmediatamente conocido el resultado de cualquier elección es “ganó fulano o perdió mengano”, según el sesgo afectivo del comunicador con el mencionado candidato. La segunda es “otra vez fallaron las encuestas”.
La reciente elección presidencial de Brasil es una muestra cabal de esto. Luego de anunciar el triunfo del candidato del PT, José Ignacio “Lula” Da Silva, los comunicadores no se cansaron de repetirse en la falla de las encuestas que no acertaron en la cantidad de votos alcanzados por su contrincante, el actual presidente Jair Bolsonaro.
El resultado final de la elección fue chirolas más, chirolas menos, 48 para Lula (PT); 43 para Bolsonaro (PL); 4 para Simone Tebet (MDB) y 3 para Ciro Gomes (PDT).
Las encuestas publicadas en la semana previa a la elección oscilaban entre un máximo y mínimo de 48 y 43 para Lula; 41 y 35 para Bolsonaro; 7 y 3 para Ciro Gomes; 7 y 4 para otros y 9 y 2 de indecisos.
Cuando los encuestadores publicamos nuestros estudios lo acompañamos de un apartado llamado “ficha técnica” y en ella, además de explicar como fue realizado el mismo, declaramos el “margen de error” implícito en el cálculo, que oscila entre el 2% y 5%, dependiendo el tamaño de la muestra.
Si comparamos los números detallados en el párrafo de los resultados con el de debajo de las encuestas por cada candidato, y lo ponderamos con los márgenes de error mencionados, vemos que hubieron encuestas cuyos pronósticos se ubicaron dentro del margen de error, como el caso de la encuesta de la consultora Atlas realizada entre el 22 y 26 de septiembre y publicada por la CNN Brasil el 27 de ese mes, sobre una muestra de 4.500 casos pronosticó 48,3% para Lula; 41% para Bolsonaro; 3,5% para Ciro Gomes; 4,8% para otros, con 2,3% de indecisos.
Si bien es cierto que la mayoría de las consultoras no tuvieron el nivel de exactitud de Atlás, si vemos en detalle cada una de esas muestras notaremos que sus diferencias no se encuentran en los pronósticos hechos sobre Lula, Ciro o los demás candidatos, sino especialmente sobre Bolsonaro. Dicho de otra manera, las encuestas no habrían fallado con Lula, Ciro y los demás sino solo con Bolsonaro.
Y la explicación técnica de eso se llama “Espiral del silencio”: Mucho votante de Bolsonaro, por vergüenza o miedo al bulling que le puedan hacer, prefirieron ocultar su intención de voto al actual presidente bajo la opción de “indeciso”.
Las encuestas no fallan, solo que la prensa no debe literalizarlas sino analizarlas.