Por Laura Olocco. Comunicadora Social 

Por noveno año consecutivo, como cada 3 de junio desde 2015, se realizó la movilización nacional Ni Una Menos, que tuvo como epicentro el Congreso Nacional. Las consignas fueron por la violencia económica y el desfinanciamiento para las cuestiones de género.

El escenario de junio del 2015 era muy distinto al actual, con un recambio de gobierno que ponía a Mauricio Macri y el discurso de la alegría al frente del poder. Nueve años más tarde, este 3 de junio se paró frente a un Congreso en donde se debate la Ley de Bases que junto al DNU anunciado por Milei apenas empezado su mandato, va de lleno a eliminar políticas que afectan directamente a mujeres trabajadoras y jubiladas: reforma laboral y eliminación de la moratoria previsional.

Es la primera vez que el 3J se enfrenta a un gobierno que abiertamente las declaró como enemigas y en el marco de un retroceso en términos de derechos. Desde la campaña, Milei y su equipo niegan la desigualdad y la violencia de género, luego eliminaron el Ministerio de Mujeres, género y diversidad, desfinanciaron políticas públicas para prevenir violencias, políticas de salud sexual y programas sociales que sostenían a cientos de trabajadoras cooperativistas y laburantes de diferentes sectores, programas que fueron cruciales para la supervivencia y el bienestar de muchas en sus territorios, y el impacto devastador recién empieza a sentirse.

Según el Observatorio Ahora que sí nos ven, “entre el 3 de junio de 2015 y el 30 de mayo de 2024 se registraron 2544 femicidios, de los cuales 2287 fueron femicidios directos contra mujeres (cis y lesbianas); 256 fueron femicidios vinculados de mujeres y varones. En estos nueve años hubo un femicidio cada 31 horas”.

Entre el “Basta” rotundo, colectivo y rabioso de aquel 2015 se tiende un puente con un presente por momentos distópico. Poner los femicidios en el centro fue la llave para habilitar discusiones en relación a la violencia y el dolor. Hoy ese “Basta” resuena en la sensibilidad histórica de los transfeminismos, y se planta frente a los discursos de odio.

Resistir para defender los derechos conquistados es clave. La marcha del 3J no solo es una manifestación de protesta, sino también un acto de resistencia y afirmación de derechos que nació para ponerle nombre a una problemática que estaba silenciada, que era política, social y colectiva. Este 3J fue un recordatorio de que la lucha por la igualdad y los derechos humanos continúa, y de que cada voz cuenta en la construcción de un futuro más justo y equitativo.