Por Flavio E. Buchieri. Dr. en Economía. Profesor, investigador y consultor. Director Ejecutivo de El Club de Negocios. www.flaviobuchieri.com
En el año 1989 se estrenó la película americana, La Guerra de los Roses, con Michael Douglas y Kathleen Turner, como los principales actores. Exponía la historia de una pareja que se conoce en una subasta y que, luego del flirteo inevitable, se enamoran, se casan y su vida transcurre con normalidad. Hasta que comienzan los roces, -normales, al principio- de cualquier pareja. Pero, lo que concentra la atención del espectador es el brutal conflicto que se desata cuando ambos intentan quedarse con la casa en la que vivían; en particular, cómo cada uno trata de perjudicar al otro.
Los dos son responsables de lo que pasa. Y cada uno contribuye, con sus acciones, expectativas, actos, miserias cotidianas, etc., al desenlace inevitable de la película: ambos pelean hasta que sobreviene la muerte los dos.
Luego del primer fin de semana de Julio, donde se asistió a la renuncia del Ministro de Economía, Martín Guzmán, mientras la Vice-Presidenta, Cristina Fernández de Kirchner (CFK) expresaba su prodigiosa oratoria en un acto organizado en Ensenada, Provincia de Buenos Aires, el desenlace de los hechos que hemos vivido en la semana que pasó expone la cuasi e inevitable -eso parece- ruptura que el Presidente Alberto Fernández y CFK, viven por estos momentos. Y es que, si bien se pusieron de acuerdo en nombrar a la reemplazante de Guzmán, Silvina Batakis, lo aparente es que sólo ha sido una efímera tregua en medio de una guerra que parece escalar en términos del impacto que ha tenido sobre la economía y las expectativas que se abren a futuro.
¿Qué consecuencias inmediatas tuvo la disputa que crece en el seno del poder? Pues subieron todos los tipos de cambio (menos el oficial, sí el dólar MEP, CCL y blue) y la tasa de riesgo-país; hay desabastecimiento en muchos productos e insumos; indefinición de muchos precios; virtual cierre del mercado de cambios para la importación (ya vigente desde la última semana de Junio); afectación de la capacidad de producción, por falta de insumos; y dudas sobre la continuidad real (no declamada) de las metas a cumplirse con el FMI (como del equilibrio fiscal que la entidad pide), entre otros. Todas estas consecuencias han empeorado las perspectivas inflacionarias hasta tal punto que ya muchos son los actores que pronostican el inicio de un camino hacia una tasa de inflación de tres dígitos para todo el año (cuando no el inicio de una hiperinflación), a las puertas de un potencial conflicto social.
¿Qué es lo que está pasando? A mi entender, CFK -más allá del folklore mediático- está cambiando la base de sustentación del gobierno que armó. Inteligente en lo electoral (para ganar las elecciones del 2019) pero que no está dando frutos en la administración de la crisis (la que heredó como tras la pandemia que le tocó asumir). Esto implica, desde ya, un proceso de ajuste que, de ser virtuoso o creíble, permitiría la recuperación de la economía. Si bien la economía se recuperó luego de la pandemia, la macro de corto plazo lejos está de mostrar una performance destacable.
CFK cree, sin embargo, que es el ajuste que se está haciendo el que impide a la economía crecer. Y con esto último, sus perspectivas electorales para el año que viene. La propia Vice-presidente no ve a su gobierno como uno de transición que “ha sido votado para hacer el trabajo sucio y permitir que otros usufrutuen luego de esta situación” (es lo que muchos quisieron que el propio Macri cumpliera, bajo su mandato, tal designio). Por tal motivo, juega fuerte. Y redobla su apuesta. Aunque sea el propio Presidente quien sufra por ello.
Es esta interpretación de la performance económica y sus causas la que ha llevado a CFK a acelerar el proceso de intervención que está llevando a cabo -como principal aportante de votos a la colación oficialista- sobre el Gobierno que preside Alberto Fernández. Situación que le genera, precisamente un conflicto in crescendo con el propio Presidente en la medida que este último se ve obligado a sostener el ajuste que se comprometió con el FMI mientras su Vice lo cuestiona y, por ende, condiciona los resultados que se persiguen. Es precisamente este conflicto por entender qué dinámica en lo económico y político vamos a tener y cómo hay que intervenir para arribar a las metas que se fijan lo que provoca las desavenencias y el impacto negativo sobre la economía. Diferencias que, para mí, estuvieron desde el inicio de la propia fórmula presidencial.
¿Cuál es la visión de CFK en cuanto a lo que se debe hacer en materia económica hoy? Pues, para ella hay que ampliar la demanda agregada, esto es, que la sociedad consuma más y/o el Estado gaste más para que la economía crezca, mejore el bienestar, y se repaguen las deudas. El proyecto de ingreso básico universal (propuesto por Grabois) va en esa dirección porque CFK entiende que el crecimiento de la economía depende de un nivel más alto de consumo y de gasto público. Pero esto es inviable porque choca contra todo lo que el país acordó con el FMI. Y choca con la realidad: mayor demanda agregada, en un contexto de alta conflictividad política, bajas reservas en dólares y exceso de pesos en circulación, va a agravar la dinámica en la que se encuentran hoy la economía, generando mayor inflación, mayor escasez de dólares, menor crecimiento y profundización de la puja social. Alberto Fernández, por su lado, intuye que ese camino lo llevaría a terminar su gestión como Raúl Alfonsín, por lo que se aferra al acuerdo con el FMI, que considera su Tabla de Salvación. Ambos se mueven, así, con los mismos incentivos: un futuro adverso, si se cede a lo que el otro quiere!!!.
La aceleración en las tácticas de reconstrucción política que la Vice-presidente viene teniendo en los últimos meses -que, entre otras cosas, ha provocado un choque fenomenal con los movimientos de piqueteros, en particular, los afines al Presidente- está reorientando los esquemas de alianzas que ella misma monitorea en la Provincia de Buenos Aires, base principal del poder territorial del kirchnerismo. Es que estamos asistiendo a que muchos intendentes bonaerenses (y hasta ministros) que antes apoyaban al Presidente ahora se estén volcando a CFK, vaciando así de poder al propio Alberto Fernández. CFK está intentando fortalecer así su bastión electoral para lo que cree será el asilo político tras la derrota que cree -inevitable- el año que viene.
¿Por qué es, para mí, sumamente riesgosa la jugada de la Vice-presidente? Pues, independientemente de quien es el responsable de la crisis de poder en el oficialismo (CFK, el propio Presidente, o ambos), un agravamiento de la relación entre ellos conduciría a la pérdida acelerada del poder político, que ya está en marcha. Y, en ese marco, no hay perspectivas que la economía se encamine porque no habría un ancla institucional sólida como para ordenar y asignar los costos de la transición. Es decir, estamos ante un proceso de agravamiento del cuadro reinante tal que, con un deterioro político creciente, nos llevaría a una crisis económica-financiera-de deuda-social, como quizás no se ha visto en el pasado.
¿Cuál es el rol del peronismo, en particular, los gobernadores, en dicho proceso? Pues parecen impávidos frente a lo que parece inevitable: la crisis en marcha llevará a la pérdida de las elecciones presidenciales del año entrante. Es mejor, entonces, resguardar la propia ropa y asegurar sus respectivos distritos. ¿Y los sindicalistas? Están divididos y el manejo de la calle está siendo cooptado por los movimientos de piqueteros, aunque estos últimos se ven amenazados por la jugada de la propia CFK que intenta que sean los intendentes quienes manejen los planes sociales. Intenta ella “controlar y domar la calle”!!!
Es riesgoso, para la propia CFK, “tirar demasiado de la soga”. ¿Apuesta a la destitución del Presidente, como muchos creen? Si a Alberto le va mal, a ella también (es su criatura; su invento político). Su apuesta -si estas especulaciones son reales- es a negociar mejor y con efectividad la solución a los problemas que ella percibe como reales (su situación judicial). ¿Están jugando con fuego? Son gente inteligente. Pero, a veces, actúan como mortales sin sentido común pero con vanidad. Aunque esto pueda llevar al infierno tan temido.