Por Gustavo Román. Director Propietario Periódico La Ribera.
En el mapa político, Córdoba siempre fue la provincia que jugó un rol destacado a la hora de conformar las estructuras de poder de cada gobierno. Víctor Martínez, fue el vicepresidente de Raúl Alfonsín en el ´83, con el advenimiento de la democracia.
Con la llegada del menemismo, el riocuartense Humberto Roggero presidio el bloque de diputados en el Congreso. Su gestión fue de real protagonismo durante una década. Los riocuartenses saben de qué hablamos, y el peronismo del sur provincial también.
En el siglo XXl, José Manuel De la Sota construyo un espacio de poder que aún se sostiene en la provincia, y que continua el mandatario provincial Juan Schiaretti. Se hablo incluso de un movimiento con sello propio, como el cordobesismo, marcando así una diferencia sustancial con el gobierno del Kirchnerismo, con el cual acuerdan, pero desde una distancia formal que se encargan de alimentar.
Esta absolutamente claro, que este proyecto político, se alimenta y crece en base a resultados electorales contundentes. Lo sucedido en el 2019 así lo certifica. El triunfo fue tan abrumador, que incluso sorprendió a muchos integrantes del oficialismo.
Ahora bien, está claro que ese cordobesismo con una base peronista, conforma un frente electoral con un formato alejado al modelo que representa el Frente de Todos. Es que el perfil de la sociedad cordobesa, su tejido institucional y empresario, es más conservador y tiene una mirada crítica de las políticas sociales inclusivas.
Aun cuando en esta provincia se protagonizar con acontecimientos revolucionarios que marcaron la historia del país, tiene un contraste muy fuerte con esa mirada de inclusión colectiva desde lo social. Y quienes mejor han interpretado ese contexto, han sido en este siglo De la Sota y Schiaretti. Ellos capitalizaron ese sello distintivo, lo interpretaron y lo transitan con absoluta comodidad.
Es por eso, que ese proyecto político necesita alimentarse de expectativa, que lo siga considerando como necesario para garantizar todos los procesos electorales venideros. Y es en ese marco, que se desliza una noticia que alerta a todos. El cordobesismo anhela tener un rol en el escenario de la política grande, porque interpreta que ese proceso político termina siendo débil en el plano interno de las dos principales ofertas electorales que se conocen.
El oficialismo nacional, no transita su mejor momento político. Tiene importantes déficits de gestión y de comunicación. La pandemia lo agobia, lo saca de eje y de contexto. El Covid lo ayudó en el 2020 y lo condiciona en el 2021. Esa fuerza electoral tan exitosa, no refleja en su gestión de gobierno una homogeneidad que le de tranquilidad y certezas. Comete demasiados errores no forzados, y eso en política se paga caro.
Por el lado de la oposición, la cosa no es muy diferente. Esa coalición por momentos genera tantas contradicciones como integrantes y referentes tiene. Nada se aleja más a un concepto de equilibrio y tarea responsable. A veces alarma y asustan declaraciones, conductas y procederes. Pero tiene una base de sustento electoral a considerar.
Todo esto lo saben en El Panal. El gobierno provincial amaga con iniciar un recorrido político que puede resultar muy interesante. Es que en ambos sectores los quieren jugando un rol protagónico, acompañando ambos procesos y compartiendo espacios de poder concretos.
El marco es tan abierto, que hay quienes apoyan la idea de acompañar en la fórmula de gobierno del 2023 a los candidatos del oficialismo nacional. Pero también están aquellos que consideran que eso mismo puede suceder con los candidatos de la oposición.
Y hay quienes sostienen una idea diferente. Que ese proceso lo encabece el mismo Juan Schiaretti como candidato. Y cuando se analiza esta posibilidad, incluso hay quienes se animan a plantear que ese recorrido debe iniciarse con las elecciones del 2021. ¿Schiaretti Senador para patear el tablero político del 2021?, o ¿Schiaretti candidato a presidente en el 2023? ¿Hay 2023 sin 2021?
Genera mucha expectativa lo que sucede en Córdoba. Resta conocer como moverán las piezas de este juego los hombres que gobiernan la provincia desde hace dos décadas ininterrumpidas.