Por Hugo Busso. Dr. en Filosofía (Université Paris 8). Profesor en HEC y el ENSAE (Francia)
La economía (etimología: del griego ‘eco’, casa, ‘nomos’ leyes de funcionamiento, administración y gestión, es decir ‘gestión/administración de la casa’) es el nombre actual que se le da a la parte mercantil de las transacciones humanas en espacios regulados públicos y privados, a los que se los denomina con el nombre genérico de “mercados”. Por lo general hacen transacciones e intercambios a través de una institución, que engarzan en un símbolo que sirve de equivalencia para poder convenir entre personas. En este símbolo mediador es donde se deposita la confianza y la fe, comúnmente llamada “moneda”. A la que se le acuerda y se comparte un valor, para poder resolver las equivalencias del intercambio, para y así hacer posible comprar y vender sin utilizar demasiado tiempo para acordar un precio. Es decir que la economía está ligada a lo que nosotros hacemos, estando estructurada en el mercado y otorgando valor a lo que nosotros hemos creado con el imaginario que alberga los símbolos que comunican y movilizan los deseos, las expectativas, las motivaciones, las intenciones y fantasías. Dando forma por estas vías al imaginario hegemónico de ser una sociedad de mercado (todas las sociedades humanas son sociedades con mercado, no necesariamente “de” mercado), estructurante del sentido de una época, siempre deviniendo en modo dual entre lo mismo y lo diferente.
La idea es que “el desastre de la política” en estos contextos de crisis en que la repetición de lo mismo es la parte fundamental del problema, época que exige decisiones sin demora, lo esperable es que no se continúen con “las políticas del desastre”, parafraseando a Angélica Montes Montoya (2021). Por esto, el mercado como parte de la sociedad en tanto espacio de intercambios y de valor humanamente creado, lo podemos cambiar, modificar, alterar, invertir, expandir, contraer o destruir si cambian los vientos de la biodiversidad y los humores humanos. O si la ceguera y la desmesura se tornan huracanadas, provocando catástrofes artificiales con impactos ¿naturales? irreversibles, impondrán tomar decisiones por no haber previsto, por ignorancia o por necedad política las consecuencias de sacar más recursos del planeta de lo que este es capaz de reponer y asegurar a corto, mediano y largo plazo. Así, lo más seguro es que nos veremos forzados a acelerar y modificar hábitos o perecer con mayor o menor velocidad en relación con nuestra comprensión y coherencia con el hacer de la vida en la Tierra.
Estas metamorfosis terrestres, manifiestas en los sistemas vivientes que están produciendo catástrofes (incendios, sequias, desaparición acelerada de especies, cambios de las condiciones de adaptabilidad de los seres vegetales y animales, agotamiento de los nutrientes de los suelos, descongelamientos de polos y glaciares, …) son percibidas y representadas en parte de la población y en parte reducida de la comunidad científica como “naturales”. El Antropoceno/capitaloceno es ya una realidad constatada científicamente que no acepta dualidades y separaciones estériles, en lo que ha producido la fe despiadada en el “progreso: es a la vez una catástrofe sistémica bio-geológica provocada por los deseos y la desmesura humana de imaginarios civilizacionales “infernales” (modernos, productivistas, desarrollistas, industriales y de consumo, en sus versiones liberales, comunistas, populistas, nacionalistas) para los vivientes en su duración. Presente que es ‘presentismo’ como ideología neoliberal (Hartog, 2022) porque la situación actual es la reactualización de pasado que se manifiesta en el ahora y que condena a un futuro que ya llego, irreversible. Por esto, los acontecimientos manifiestan y significan algo que exceden el presente como ceguera del pasado y del avenir. Son los pasados que sostienen los presentes que condicionan los futuros posibles: el presente contiene en sí mismo todo el pasado y es causa del futuro. Por esto, los desafíos no son menores, son civilizacionales, exigiendo respuestas políticas-ecológicas sistémicas, transmodernas y pluriversales.
El sentido de estas experimentaciones alternativas al neoliberalismo hegemónico es que podrían ser unificadas en el neologismo de “ecoocreatividad” (ecología, cooperativismo y creatividad), como he señalado en otros escritos para desintoxicarnos de las mitologías “naturalistas” que sostienen un imaginario que no ha incorporado la primera ley de la termodinámica a su reflexión económica a lo largo del siglo XX. Estas teorías monetaristas-neoliberales pesudo-científicas nos están llevando, rápidamente, a una reducción drástica de la biodiversidad. Sabemos que esta reducción es a corto y mediano plazo, una auto condena ciega y egoísta para todo el género humano y todos los Terrestres. Entonces, ¿qué esperamos, para dar un golpe de timón y cambiar el rumbo, generar acontecimientos que sistemáticamente pongan límites anulando complicidades y falsos consentimientos?
En concordancia con esta percepción “natural” en la biosfera a partir de un relato que se auto postula determinante en la proclamación de lo “real” como dogma seudocientífico, tiene impactos ideológicos en los imaginarios y las culturas globales. El agotamiento de la diversidad viviente, por las degradaciones irreversibles de las variables sistémicas que posibilitan la vida y por la finitud de los recursos necesarios para la vida humana y no humana la economía hegemónica monetarista-liberal son un registro factico corporal, cuyo sentido es la disputa de lo político. El discurso de la mundialización financiera neoliberal se auto legitima con la capacidad de predicción de acontecimientos futuros, para delinear a modo de imperativo el sentido de lo importante, en particular para los humanos y las sociedades que instituyen las representaciones de lo real, las reglas de convivencia y de reparto de lo producido. Aunque no ha podido predecir sus efectos devastadores del 2008, ni de la pandemia de los escenarios futuros a corto plazo en el 2020, ni tener un plan alternativo de cambio en relación con los datos de los informes del GIEC. Por lo general la economía hegemónica (‘monetarismo’ en la academia, ‘neoliberalismo’ en su versión político-ideológica) es más de lo mismo, comparativamente un relato mítico con extensión a los dominios éticos-morales empobrecido heurística y epistémicamente, porque se ha reducido a un “economicismo” con pretensiones científicas. Es “pobre” en relación con la sofisticación y argumentario de las espiritualidades ancestrales de todas las latitudes, y por en comparación con otras ciencias sociales como la antropología, la epidemiologia y la filosofía en general. No ha incorporado en su reflexión ni siquiera la primera ley de la termodinámica, siendo la economía clásica y neoclásica una ciencia que está en el mismo horizonte epistémico y paradigmático que Newton. Además, si bien no deja de producir promesas como el “crecimiento verde”, aunque sea oxímoron que la comunidad científica no economicista, por lo general, pone entre paréntesis con datos lapidarios a semejantes las promesas. Porque son además de irrealistas en el tiempo, más peligrosas que infantiles. Esto es porque si no se abandona el modelo de sociedad actual de una mundialización del capitalismo financiero neoliberal de economía lineal (extraer, producir, consumir, desechar como modelo de acumulación de capital), las consecuencias serán aún más dolorosas e irreversibles en su catástrofe para todo lo viviente (según los datos científicos de los tres últimos informes del GIEC).
Las tareas políticas y la gestión pública, ¿cuál es la pregunta importante?
Esta mitología (reduccionismo economicista, neoliberalismo en su versión ideológica política) se extiende a otras dos vertientes. La primera es a “los relatos xenófobos” (nacionalismos y comunitarismos cerrados a la alteridad, las migraciones y a la interculturalidad como una contaminación por reacción y contagio, que seguirán dentro de horizontes productivistas y de ilusión es de crecimiento con horizontes ideológicos neoliberales, aunque con diversas mascaras (nacionalistas, populistas, comunitaristas, desarrollistas, liberales, como Orban Salvini, Trump, Bolsonaro) como respuesta moral racializada correctiva: cerrar fronteras justificado en el relato en ellos irreductible a un nosotros puro (Le Pen, Vox, Orban). El economista francés Eloi Laurent las nomina como perspectivas “socioxenofóbicas” (2022:50). La segunda es la versión y ‘tipo ideal’ es una perspectiva de los “ecoescépticos”. Es una versión acrítica e ignorante de las evidencias ambientales y ecosistémicas, y en lo ideológico con tendencia ecofascistas. Sobre todo, cuando asumen los problemas reales si poseen capacidad de decisión y gobierno, que relativizan sistemáticamente el calentamiento global al considerarlo algo “natural” e inevitable como un “¡es lo que hay!”, a causa de ciclos climáticos/cosmológicos, relativizando la responsabilidad humana en particular de la industrialización capitalista y la modernidad, a pesar de los datos concluyentes de los informes del GIEC.
Los acontecimientos como el COVID-19 han puesto a prueba la relación entre la economía y el bienestar, derribando supuestos de imposibilidades (no se puede parar progreso que genera la acumulación de capital ni la producción de bienes y servicios), que los hechos demostraron como además de falsas hipótesis y prejuicios ideológicos (a prioris anti- planificación de la economía y los servicios públicos desde una perspectivo no privada, prejuicios antiestatales fijos que ponen siempre la eficacia como privada y al despilfarro como público; el mercado autorregulado; etc.) que más bien deberíamos abandonar por ineficaces y demasiado costosos. Toda distinción y clasificación tiene algo de arbitrario, como las tres posibilidades del futuro próximo que enumerábamos más arriba: 1) “más de lo mismo” neoliberal, 2) “ecofascismo” como degradación democrática, 3) “ecoocreatividad” como experimentación y creatividad de lo incierto.
Concedamos que aceptamos estas divisiones y distinciones (que bien podrían ser otras). Entonces, las preguntas importantes en América Latina serian: ¿cuál es la pregunta principal y el desafío de los movimientos populares y de los proyectos nacional populares en esta etapa post COVID?, ¿cuáles son los indicios de sus respuestas como visión de futuro? Si la repetición de “más de lo mismo” neoliberal implica la voluntad e intención deliberada (o inconsciente) de seguir en el mismo pantano y la alternativa de endurecer el poder represivo representa la vía de la degradación democrática, entonces la radicalización democrática tanto en el orden de las decisiones que implican lo común y lo intergeneracional deben ponerse en centro con la inclusión de un actor según sugiere Latour, que clama plenos derechos: lo Terrestre. Esta es la perspectiva ecoocreativa que es el horizonte de radicalización democrática a todos los ámbitos donde la sociedad se fragua (la economía, la moneda, la justicia, el derecho, la educación) y el modo en que se materializa (la infraestructura, los servicios públicos, los impuestos diferenciales por ingresos y patrimonio, el derecho de propiedad y los límites de lo privado, lo público y común). Las expectativas a futuro, como horizonte de la comunidad política deben ser normativo como orientación de la praxis que asume la prospectiva política de su suerte, como tarea del presente teniendo en cuenta las tendencias de la biodiversidad por las mediciones científicas en relación con las transformaciones climáticas en curso.
Democracia y ecología, por lo tanto, implican mucho más que la interdependencia, o la bienintencionada colaboración. No hay posibilidad de transición ecológica posible si no es popular, masiva, cooperativa y profundamente democrática a causa de los desafíos de cambio y modificación de las variables de la vida cotidiana. El patrón político y neoliberal aplicado en los últimos cuarenta años a escala planetaria y en particular en América Latina ha actuado como una quimera para las clases populares en relación con las minorías étnicas, los asalariados y para la seguridad social. Ha estado prácticamente ausente en la anticipación de los problemas ecológicos que ya están reglando las condiciones de vida planetaria y para la proyección de alternativas socioeconómicas más allá del economicismo imperante. El cambio de patrón productivo y de consumo requiere que la ecología sea popular, distributiva e igualitaria, es decir antagónico con los imperativos de la mundialización económica y financiera actual. Porque si no lo hace, será simplemente una situación ya anunciada como la transformación de privilegios de las etapas precedentes (las políticas del consenso de Washington y modelos productivistas-extractivistas de matiz nacional-popular) como mezcla de “más de lo mismo” neoliberal-desarrollista mezclado con “ecofascismos” antipopulares, con una profunda degradación democrática, insostenibles en el tiempo.
La alternativa ecoocreativa que planteamos es la complementariedad cooperativa que imponen la creatividad asentada en la democracia participativa, directa e indirecta como decisión del Demos y sobre todo, subordinación del mercado las decisiones políticas. Si sostenemos que toda economía es política, es imperativo que debería entonces subordinarse a la democracia, si lo político es lo central. Es decir, la economía es secundaria si bien muy importante, pero la voluntad deliberativa e intencionalidad del sentido acordado democráticamente por los ciudadanos es la clave de toda decisión. El horizonte a mediano y largo plazo requiere entonces algunas consideraciones, que las hemos sintetizado sintetizaremos en un escrito precedente, como las doce propuestas factibles como orientación de la gestión pública estatal de los gobiernos postneoliberales.
Las dos tareas son imperativas como guías para los nuevos movimientos sociales para crear la posibilidad de una nueva clase ecoocreativa (Busso, H., 2022) o ecológica (Latour, 2021) como sostén necesario para que ecología y democracia sean de una unidad radical para actuar como barrera de las políticas de las quimeras neoliberales de mil rostros.
- La tarea política por venir será el contexto de una mutación de clases y sectores socioeconómicos hacia una praxis que abran las posibilidades de emergencias para la aparición de una nueva clase ecoocreativa. Con acontecimientos que serán políticos con manifestación de nuevos antagonismos (empujados por los efectos ecológicos de los últimos siglos de producción capitalista) y contradicciones sociales manifiestas inherentes al mismo sistema de explotación de seres humanos y de lo viviente. La primera ley de la termodinámica (la entropía) hará recordar los limites naturales y epistémicos a-científicos del liberalismo económico, en todas sus variantes.
- En la gestión pública Estatal e interestatal: Salirse deliberadamente del juego neoliberal (del New Public Management, de las políticas del Consensus de Washington) en modos de vida e instituciones alternativas locales, regionales e internacionales, uniendo “en matrimonio inescindible” la ecología con democracia participativa-deliberativa (agonal y radical) para decidir políticamente el futuro colectivo. Las preguntas que debe responder la deliberación y el juego agonal-democrático son diversas: ¿qué necesitamos?, ¿para qué lo necesitamos?, ¿cuánto?, ¿cómo lo producimos?, ¿cómo se distribuye?, ¿dónde y a que escala (local, territorial, regional, nacional, mundial)? La idea ecoocreativa es ir subordinando la competencia liberal (entre individuos, empresas, regiones, países, bloques) a la cooperación de una mundialización solidaria y la inclusión de lo Terrestre (ecología política) como actor pleno de derechos, recreando el mercado a los marcos y horizontes de la política ecoocreativa, donde los ciudadanos deberían decidir siempre el destino de lo común y de lo público. Decidiendo cuando y como lo distribuimos en la gestión pública, cuáles son los criterios de libertad e igualdad para que la solidaridad sea institucionalmente posible (uso, acceso, usufructo de la propiedad y la extensión de esta en el tiempo, el derecho y en el espacio), relegando el consumidor a su solo su espacio privado y limitando la intrusión del mercado a las decisiones de los ciudadanos. La planificación democrática de la satisfacción de necesidades requiere una profundización y radicalización democrática sin precedentes, para que la igual libertad (égaliberté) según propuso Étienne Balibar, sea el principio que guíe la praxis política y el sentido de las comunidades en América Latina.
Referencias:
2. La societé qui vient, Didier Fassin, Seuil, Francia.
3. Ver (2022) Utopies et dystopies dans l’imaginaire politique, L’Harmattan, el artículo que hemos escrito con Angélica Montes Montes Montoya, De l’utopie a l’écoocraétivité, (pags. 87-102), Francia ; (2022)
4. He adelantado mis puntos de vista en (2022) Ecoocreatividad. Utopías concretas para tiempos inciertos, y la Revista Idelcoop n° 238 (2022) ecología, cooperativismo y creatividad. Doce propuestas para orientar las políticas cooperativas de transición ecológica.
5. Felwine Sarr & Eloi Laurent (2022 : 119), L’économie à venir, LLL, France.
6. La economía tiene pretensión de ciencia sin serlo verdaderamente, por más modelizaciones matemáticas en que se apoya para fingirlo. Ver Gaël Giraud, Felwine Sarr (2022), Eloi Laurent (2022), Daniel Cohen (2014) entre tantos otros economistas críticos a la versión monetarista hegemónica de las universidades y de las Bussines School que forman las élites empresariales, financieras y políticas.
8. https://www.ipcc.ch/ar6-syr/
9. https://www.lariberaweb.com/2022/11/06/doce-propuestas-para-una-sociedad-ecoocreativa/