Por Gustavo Román. Director de La Ribera Multimedio
Sigue siendo tema de análisis y expectativa del escenario polÃtico provincial. Y no es un tema menor. Se decide el año próximo de la continuidad o no de cientos de mandatos municipales y liderazgos territoriales en la provincia mediterránea.
Y esto va atado del panorama electoral provincial. ¿Quienes se benefician y quienes se perjudican con esta decisión o interpretación de una ley que presenta grises y deja abierta su sanción a lecturas judiciales varias?. Y entonces, ¿cuales serán las estrategias que se definan a futuro?.
El gobierno provincial genera expectativas con cargos a futuro en el próximo gabinete. Pero eso no seduce a nadie. Son muy pocos los que consideran esa posibilidad como real. Y en particular aquellos dirigentes que son del interior profundo del territorio.
Tampoco con la oferta del cobijo legislativo hay interés. Está claro que la demanda supera a la oferta y que no existen garantÃas de ninguna Ãndole en el plano institucional. Por ende, la discusión vuelve a tomar vigencia y ya hay dirigentes que decidieron recurrir a la justicia para reclamar sobre la puerta abierta que deja la interpretación de una ley sancionada hace un puñado de años.
A ese reclamo que incluso tiene visos de manoseo polÃtico y falta de respeto a trayectorias y liderazgos genuinos, se le debe sumar la incertidumbre polÃtica que se genera en el territorio. No todos los municipios y comunas cuentan con calidad de dirigentes entusiasmados y/o formados para conducir los destinos de su lugar.
Y tampoco existen dirigentes institucionales o sociales interesados en sumarse a la polÃtica, con todo el esfuerzo y demanda que esta función representa. Existe además, un recambio generacional postergado que no supera una instancia de transición actual.
Mayoritariamente, esta transición se aletargo en el tiempo, porque la realidad plantea que en polÃtica, es mucho más fácil para muchos esperar bendiciones polÃticas que construir una carrera con liderazgos que concluyan en una postulación.
Ese proceso de bendiciones y no de construcciones, es la consecuencia de un concepto de liderazgos personalistas y poco democráticos. Desde hace décadas en Córdoba las candidaturas fueron planteadas por el dedo del centralismo del poder.
Con solo hacer memoria, si repasamos las designaciones en el plano provincial, vemos como muchas designaciones de candidatos terminaron en un fiasco lamentable. Repasemos nombres de Vicegobernadores, diputados nacionales y legisladores provinciales. ¿Cuántos de ellos desaparecieron de la polÃtica una vez finalizados sus mandatos?, demasiados.
¿Y si mencionamos a la vida polÃtica de los partidos, la militancia y los lugares que ellos ocupan?. Esta más que claro que los partidos polÃticos tienen cerradas las puertas a su militancia y a su propio debate interno. Entonces, nos encontramos con este proceso que concluye en falta de liderazgos y representación genuina en todos los territorios.
Por ende, no existen alternancias lógicas en las comunas y municipios, en los departamentos y territorios y naturalmente en los centros del poder real. Y todos son responsables por acción u omisión de esta conclusión.
Entonces, sin re-reelección en los municipios, muchos ven como se apaga la llama de un recorrido polÃtico que exitoso o no, es la conclusión de un proceso caprichoso y centralizado en un par de dirigentes personalistas y poco democráticos.
Todos se sintieron cómodos con esta realidad, en la medida que los contuvo y los cobijo. Pero ahora ese tiempo tiene fecha de vencimiento. Y entonces las luces de alerta son las que empiezan a visualizarse en el horizonte.
Hay que volver a abrir las puertas de los partidos polÃticos, a debatir y a militar desde esos ámbitos, que naturalmente en esos escenarios es donde se construyen las bases fundamentales de una militancia polÃtica que genera los liderazgos imprescindibles para cada comunidad.
Mientras tanto, el debate dejó de ser polÃtico para transformarse en judicial. Y si algo tenemos en claro, es que cuando la justicia interviene en la polÃtica, es porque la polÃtica movió mal sus piezas.