Las probaron con éxito tanto en el laboratorio como en plantas acopiadoras de la zona. Sirven para el tipo de maní confitería, el que va a la industria y el que se utiliza como semilla para nuevas siembras. 

En la Universidad Nacional de Río Cuarto desarrollaron microcápsulas hechas con dos materiales inocuos, como son la gelatina sin sabor y la goma arábiga, a las cuales cargaron con compuestos químicos antioxidantes de grado alimentario, que protegen el maní de la agresión de hongos y por lo tanto la producción de micotoxinas que pueden ser riesgosas para la salud humana y animal.

Estos gránulos microscópicos se colocan de forma homogénea en el lugar de almacenamiento de la oleaginosa, a razón de unos 300 gramos por cada silo de 280 kilos. Y se comprobó que son eficaces durante un mes para los casos de los acopios a cielo abierto y hasta seis meses para los depósitos cerrados.

Esta invención fue probada exitosamente primero en el laboratorio y después en dos plantas acopiadoras de la zona. Y sirve tanto para el maní confitería, como para el que va a la industria y el que se utiliza como semilla para nuevas siembras.

Las novedosas microcápsulas resultan de gran utilidad para la protección del maní que está a la espera de ser exportado y cobran trascendencia en esta región, puesto que casi la totalidad de la producción manisera argentina, que se desarrolla en un 90 por ciento en Córdoba, se envía al exterior del país.

Dirigidas por la doctora Miriam Etcheverry, las doctoras Daiana García (34), Andrea Nesci (45), Alejandra Passone (41) y Natalia Girardi (30), investigadoras del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y docentes de la Universidad Nacional de Río Cuarto encontraron una solución innovadora al problema de la contaminación del maní.

Este trabajo científico se llevó a cabo en el ámbito del Laboratorio de Ecología Microbiana Ambiental (ECOMA), del Departamento de Microbiología e Inmunología, de la Facultad de Ciencias Exactas. Ya está finalizado y sus resultados comprobados y anunciados en la esfera científica.

Tras varios ensayos de prueba y error, este grupo de universitarias llevó a cabo el estudio, cuyos resultados ya fueron publicados a nivel internacional. Tales son los casos de la revista Journal of Food Microbiology -Revista de Microbiología de Alimentos- y del libro Oilseeds. Production, varieties and management Practices -Semillas oleaginosas. Producción, variedades y prácticas de gestión-, de la editorial NOVA, de Estados Unidos, uno de cuyos capítulos está destinado a este desarrollo tecnológico, que puede aplicarse al maní destinado a la exportación, que se almacena por largos períodos de tiempo.

La combinación de buenas prácticas de higiene con el almacenamiento tratado con estas nuevas microcápsulas garantiza un maní inocuo de buena calidad y sin cambios en sus propiedades sensoriales para el maní confitería.

El desarrollo de las cápsulas

Sobre el proceso necesario para la consecución de estas microcápsulas, la doctora en Ciencias Biológicas Natalia Girardi explicó: “Se hace una emulsión. Nosotros solubilizamos el antioxidante a encapsular en aceite de maní. En las micro gotas que se forman, está contenido el antioxidante. Y el material de cubierta se seca donde el antioxidante queda protegido de las condiciones medioambientales”.

“Todo fue prueba y error”, contó Daiana García. Y puntualizó: “Los antioxidantes, además de ser protectores de los alimentos, tienen un efecto antifúngico, pero ese efecto no se podía prolongar en el tiempo porque el antioxidante se degradaba. La microencapsulación es una técnica que se usa en la industria alimentaria para muchos alimentos y medicamentos. Y ese fue el camino que elegimos”.

La doctora Girardi, señaló: “Se mezcla una solución de gelatina con una solución de goma arábiga, más el antioxidante combinado con el aceite de maní. El proceso requiere calor el que debe mantenerse a 50 grados, no más porque si es superior el antioxidante se degrada”. “Esa nueva mezcla se seca a través de un liofilizador, que es un equipo que hace que se pase de estado líquido a estado sólido. En este caso, pasa de congelado a sólido y seco”, reveló.

La doctora en Ciencias Biológicas Alejandra Passone, apuntó: “Se utiliza un enfriado a 10 grados, se le agrega un solvente que después se lava para que no queden restos en el producto final, lo que le produce la reticulación (se endurece la pared de las microcápsulas). Después se congela a -80°C por un mínimo de tres horas y, paso seguido, va al equipo liofilizador que lo deja sólido y seco, como la leche en polvo”. Y acotó: “Quedan cristalitos, que luego se muelen para que queden como un talco”.

La doctora García comentó: “Lo probamos en tres tipos de maní: maní confitería, en las plantas de Prodeman S.A y Maní Sur S.A. y en maní destinado a semilla, en ambas acopiadoras. Y en la primera empresa hicimos pruebas en silos de tipo australiano con el maní almacenado al aire libre”.

“En el último caso, al estar a la intemperie, el antioxidante tuvo efecto durante un mes, lo cual indica que deben realizarse nuevas aplicaciones cada 25 o 30 días. Al aire libre el efecto dura un mes, mientras que, en los otros casos, la actividad alcanza los seis meses, con buenas condiciones y adecuadas prácticas de manufactura”, afirmó.

En cuanto al volumen, García indicó: “Es un estudio a escala de laboratorio. Lo máximo ha sido trabajar con silos de 280 kilos”.

El equipo no trabaja a gran escala. Para poder llevar adelante el trabajo a campo, con un ensayo aplicado en unos mil kilos de maní, estas investigadoras universitarias debieron elaborar pacientemente microcápsulas durante medio año.

El proceso de encapsulación tiene una eficiencia del 98 por ciento. El 2 por ciento restante del antioxidante queda libre. Y la aplicación de las microcápsulas es directa. Si bien se ha probado sólo para el caso del maní, se podría utilizar para otros alimentos.

Cuando se analizó el maní confitería, se hizo todo el perfil de ácidos grasos y se vio que no se modificó el maní al cual se aplicaron las microcápsulas, lo cual indica que estas podrían utilizarse como conservantes.

En las pruebas, hubo una importante disminución de hongos degradadores y toxigénicos. Algunas especies del hongo Aspergillus producen micotoxinas; especialmente en el maní son importantes las aflatoxinas, que son cancerígenas y teratogénicas.

17 años de los primeros ensayos

En 2002, Alejandra Passone en su tesis de doctorado empezó a seleccionar compuestos con efecto fungicida y, luego, Natalia Girardi en su tesis de grado ensayó con aceites esenciales. De ahí devino luego este trabajo de microencapsulación. Esta técnica, además se probó en aceite esencial de boldo, poleo y lippia.

Se comprobó satisfactoriamente el efecto antifúngico del aceite de estos aceites microencapsulados, más que nada el de poleo, aunque éste es el que menos rendimiento tiene a la hora de extraerlo mediante la técnica de hidrodestilación (1%). Requiere mucho tiempo extraer el aceite, lo cual es un impedimento para trabajarlo a gran escala. Sin embargo, en los ensayos in vitro se vieron buenos resultados contra la población fúngica.

Fuente: Dirección de Prensa y Difusión UNRC