Los argentinos tuvimos una vez más la posibilidad de expresarnos en las urnas, determinando con nuestra voluntad cómo se compone el escenario político de nuestro país para el futuro. Las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias son un instrumento indispensable para que esto suceda. Y debemos sostener como concepto su existencia como instrumento electoral, según nuestro criterio.

Las PASO son la garantía democrática para la participación en comicios de todas las expresiones partidarias ideológicas. Al unísono y con los mismos derechos y garantías, todos los ciudadanos que así lo deseen pueden participar de este proceso electoral, que muestra una primera foto a modo de prólogo, de un proceso electoral definitivo que, en este caso, sucederá el próximo 14 de noviembre.

Lo sucedido este 12 de septiembre, es una expresión que, sin ser definitiva, marca tendencias en lo que al humor social se refiere. Manifiesta un estado de ánimo de la ciudadanía, que sintetiza una primera lectura de un panorama de la política y las gestiones de cada ámbito del estado. En particular, en estos comicios de medio término, los mensajes de los ciudadanos pueden interpretarse como mensajes sobre la valoración de los procesos de las gestiones provinciales y la nacional.

Y a decir verdad, esos mensajes han sido contundentes y expresan un verdadero descontento con las actuales gestiones en todos sus niveles. La mayoría de los distritos recibieron poco apoyo, con muy escasos lugares en los que algún oficialismo superó un voto masivo y mayoritario. Un común denominador en todo el país.

El análisis de lo acontecido en Córdoba, no dista del panorama al que estamos haciendo referencia. El oficialismo provincial obtuvo un ¿escaso? acompañamiento de los cordobeses, que le brindaron un tercio de los votos obtenidos hace un par de años atrás, cuando se eligió gobernador y legisladores. Esa lectura ¿es correcta?. Está claro que los contextos son muy diferentes, porque los intereses de estos comicios son distintos. Ahora bien, si la campaña se centró en la figura del mandatario provincial, como realmente sucedió en este distrito, el resultado fue negativo para Juan Schiaretti.

Y nos permitimos realizar esta lectura, porque fuimos críticos antes y durante de la puesta en marcha de este proceso electoral. En Córdoba, en el oficialismo, faltó debate y consenso. Acuerdos políticos y una construcción que concluyera con la postulación de los mejores hombres y mujeres de ese espacio. O por el contrario, habilitar un proceso de comicios internos que alentara esa construcción. Nada de eso sucedió, y el oficialismo a duras penas sumó un caudal de votos parecido a un piso histórico que ahora genera alarmas para el futuro.

Por el lado de la oposición provincial, después de un calamitoso escenario transitado hace tan solo un par de años, cuando perdió en la casi totalidad de los distritos cordobeses y con un escaso caudal de votos, se encuentra ahora con un resultado electoral que es muy simbólico. Y deja mucha tela para cortar.

Es que con una realidad muy diferente a la del oficialismo provincial, se permitió dirimir diferencias en comicios internos y posicionar a sus mejores candidatos de acuerdo con la voluntad de los ciudadanos. Y en ese escenario, promover la candidatura de sus mejores hombres y mujeres, incluso marcando límites a las intromisiones de dirigentes nacionales que pretendieron arrogarse un poder de selección en ese escenario.

Lo que le sucedió al oficialismo de la provincia, es muy similar a lo que le sucedió al oficialismo nacional. Ambos son frentes electorales integrados por diferentes fuerzas políticas; en ambos casos no permitieron la realización de internas que permitieran una competencia de liderazgos y posicionamientos de diferentes expresiones dentro de su composición como frentes; en ambos casos fueron castigados por la voluntad popular.

Dos situaciones que funcionaron como espejo, aun cuando se pretendió que se marcara una diferencia de estilos, modelos e intereses. Ambos fracasaron en su construcción, en la selección de candidaturas cerradas y en la forma de plantear las campañas proselitistas.

La contundencia del mensaje de las urnas es la prueba más contundente. Los oficialismos no hicieron debate, no se permitieron una apertura y pretendieron basar los ejes de su campaña en una riesgosa e innecesaria centralidad de las gestiones ejecutivas. Y se equivocaron inmensamente. Fueron torpes y poco creativos, cerrados y porfiados. Y así les fue.

Tienen tiempo de corregir y modificar en estos próximos 60 días previos a la elección general, para comprender que esta elección de medio término los excede como figuras centrales. Dicen que no se elige Presidente ni Gobernador, y permanentemente se ponen en el centro de la escena. Eso castigó la ciudadanía, eligió diferente porque está enojada con los gobernantes provinciales y nacionales.

Queda abierta una oportunidad para que los comicios de noviembre eleven los niveles de debate, de creatividad en sus campañas y de construir de manera diferente una forma de hacer política. Eso es lo que anhelamos.