Por Gustavo Román. Director Periódico La Ribera

Cuando es estado, en cualquiera de sus estamentos, se permite violentar todas las formas y principios elementales de su funcionamiento, quienes tenemos la responsabilidad de comunicar con responsabilidad y ética profesional, debemos alzar la voz y repudiar esas acciones.

Se trate de quien se trate, en el ámbito institucional que corresponda. Y con los actores que sea. El concepto de Gestapo, naturalizado y minimizado por la política y los medios, es un límite que no nos podemos permitir. Nada lo justifica, ni amerita que silenciemos su improcedencia.

Es evidente que hay un núcleo intelectual, institucional y social que avala estas inconductas y atropellos a la constitución nacional, las leyes vigentes y la división de poderes del estado, en todos sus niveles.

Ningún otro poder del estado, puede determinar culpabilidad ni inocencia de una persona. Ni los medios masivos de comunicación, ni las fuerzas políticas y tampoco ningún sector empresario. Las personas en estado de derecho, son inocentes hasta que se demuestre lo contrario, siempre. Y quien lo condene y determine lo contrario, será la Justicia.

Aun cuando existan sospechas que acrediten lo contrario. Cuando se tenga certidumbre de cualquier ilícito, uno debe someterlo a un proceso judicial que garantice todas las libertades y derechos de todos los acusados. Siempre deberá suceder de esa manera, al menos en el país libre y democrático que elegimos para vivir.

Cuando ante la luz del día y las cámaras ocultas del poder, que en el arte de espiar si fue el mejor equipo de los últimos 50 años, encontramos que se conspira y se transgreden los límites de todos los derechos de las personas, haciendo uso de la peor de las herramientas que el sistema democrático nos ofrece, entonces alzamos la voz y reclamamos justicia.

Justicia bien entendida y ejercida, sin doctrinas que tergiversan el sentido común y las herramientas del sistema judicial bien entendido y aplicado. El terrorismo de estado, debe ser repudiado, denunciado y juzgado como corresponde. Ningún argumento esgrimido con escaso sustento, con mentiras y excusas de medio pelo, pueden ser utilizadas como explicación o justificación alguna. Lo que sucedió con las autoridades de la gestión anterior en la provincia de Buenos Aires y el gobierno nacional, no solo debe ser investigado, sino que también amerita un proceso judicial que determine responsabilidades y sanciones ejemplares.

La democracia nos costó mucha sangre, esfuerzo, militancia, compromiso y vidas como para que un puñado de imberbes la destrocen como sistema de vida de todos los argentinos. Tolerar o disimilar, naturalizando esas conductas, puede costar muy caro a un sistema que abrazamos todos. El de la libertad de pensar, opinar, elegir y decidir.

Los procesos políticos tienen diferentes características y cualidades, pero existe una matriz que exige respeto y compromiso por parte de todos. El estado de derecho debe ser garantía para todos, se piense como se piense. Que se violenten los límites con conspiraciones inmundas y corruptas, debe ser motivo de repudio de todos. Inexorablemente.

No estamos haciendo referencia a anécdotas menores, ni a roscas políticas que buscan asegurar una ventaja circunstancial o un acuerdo de momento. Estamos hablando de la matriz de nuestra salud como república. De la columna vertebral de la existencia de nuestra democracia. Del respeto fundamental y fundacional de nuestra libertad más preciada. Cuando sostenemos estos principios y reclamamos que se respeten nuestras libertades, estamos manifestando un compromiso inalterable con nuestra forma de desarrollar nuestra labor periodística. Argumentamos con compromiso, porque levantamos las banderas de la militancia social, la libre expresión de las ideas y el libre ejercicio de nuestra profesión.

Imaginemos por un momento que esa Gestapo en ciernes, definiera como eje de mirada alocada y discrecional, que se deberían cerrar los medios de comunicación independientes o alternativos. Que las opiniones autorizadas sean las que conspiren con sus ideales y principios. Estaríamos ante las puertas del surgimiento de un nuevo movimiento nazi, pero en Argentina.

Gestapo es Nazismo. Y nosotros lo repudiamos, lo rechazamos y lo denunciamos.
Gestapo es inaceptable.
Gestapo es el principio del fin.
Gestapo NO.