LA TRASTIENDA

Concentraciones masivas en todos los rincones de Argentina le dieron color, emotividad y sobre todo convicción al Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia, al cumplirse 48 años del último golpe cívico, militar y eclesiástico contra la democracia y el pueblo. En un contexto económico y social por demás delicado, por las políticas de ajuste y recesión de los últimos y primeros 100 días, el gobierno de Javier Milei hace gala de un negacionismo sin precedentes en la historia contemporánea nacional, procurando astillar la construcción colectiva del “Nunca Más” a un golpe de Estado. La respuesta, no podía ser otra que la jornada de este domingo 24 de marzo, con plazas y calles desbordadas de hombres, mujeres, jóvenes, infancias y adultos mayores, que no titubearon en reclamar que “La Patria no se vende”, y que la búsqueda por verdad y justicia de los más de 30 mil detenidos y desaparecidos por la última dictadura, seguirá con fuerza popular, más allá de cualquier intento gubernamental. En Plaza de Mayo, en Córdoba Capital, y aquí en Río Cuarto, como en el resto del país, las convocatorias superaron todas las expectativas, inclusive las del propio Gobierno nacional.

Entre las fuerzas del cielo, que pregona el presidente y las fuerzas populares que expresa la gente, se produce una ardua disputa de poder por lo que se conoce como “producción de sentido”.  Y esta batalla se da en el campo social, donde se ponen de manifestó todas las dimensiones posibles: la cultura, el discurso, la historia y la política.

El discurso político oficial, de clara orientación negacionista en relación a las políticas de derechos humanos y el accionar del terrorismo de Estado durante el proceso de 1976 a 1983, constituye un eje central de disputa contra los sectores políticos y sociales, que no solo dejaron miles de muertos y desaparecidos en aquellos años oscuros plagados de represión y plomo, sino que además, estructuraron las luchas y reivindicaciones políticas sobre lo ocurrido, un vez que se recupero la democracia.

El gobierno libertario busca llevar al lodazal de la duda, la supuesta mentira de los acontecimientos de aquellos años, y hasta el limite de la desacreditación total, mediante el desprecio que titulan “el curro” de los derechos humanos.

Así las cosas, en la búsqueda de una mirada en perspectiva, no existe duda que hay una tarea oficial de producción de sentido como proceso social, en la cual, desde la insistencia, la creación de cierta empatía -vía redes e influencers- se pueda resquebrajar esa sólida construcción de identidad que contiene a millones de argentinos con la lucha por la memoria, la verdad y la justicia contra aquel nefasto proceso.

El reconocido ensayista y semiólogo, Eliseo Verón, planteó hace unos cuantos años que el sentido -en tanto campo semántico presidido por la idea de conocimiento cierto- siempre se produce desde lo social, y a su vez, todo fenómeno social siempre tendrá en su origen una producción de sentido.

Claro, el gobierno y sus pensadores entienden que deben asestar un golpe de quiebre -valga el juego de palabras- al pensamiento positivo generalizado sobre los DDHH y las políticas reparatorias logradas. Sólo desde esa nueva instancia se podrá generar un nuevo proceso social, por ende, una nueva mirada, bajo una nueva producción de sentido.

En la vereda de las fuerzas populares, la respuesta no se hizo esperar. Y la demostración, resultó muy por encima de lo esperado por propios y detractores: cientos de miles de argentinos copando, con suma madurez y tranquilidad, las plazas y avenidas de todas las ciudades.

El ejemplo más claro de esta puja en ciernes quedó evidenciado en un penoso video que difundió el gobierno, a propósito del 24M.

Hubo choque de fuerzas: mientras las «del cielo» pretendieron provocar al cuestionar la cifra de las personas desaparecidas, las del pueblo salieron a la calle a pedir por Memoria, Verdad y Justicia, a 48 años del último golpe cívico, militar y eclesiástico.

La edición de 12 minutos y fracción muestra los testimonios del ex montonero Luis Labraña, el jefe de la ex SIDE durante el menemismo, Juan Bautista “Tata” Yofre, y María Fernanda Viola, hija del capitán Humberto Viola. A pesar de los tonos pausados y moderados de los protagonistas, lo único que surge con claridad textual e intertextual del documentalista Santiago Oría, es el intento de reivindicar la ya cuestionada y desmenuzada Teoría de los Demonios -sobre la que siempre vale cotejar el accionar de organizaciones políticas y/o guerrilleras ante el acreditado plan sistemático de exterminio que decidió el Estado- y además, cuestionar la decisión del presidente Néstor Kirchner de anular las leyes de Obediencia Debida y Punto Final.

El repudio, contundente, masivo y claro, estuvo en Plaza de Mayo, y en decenas de plazas a lo largo y ancho del país, con multitudes que agitaron el Nunca Más.

“Frente a este gobierno, que pretende restablecer la teoría de los dos demonios y reivindica al terrorismo de Estado, seguimos reclamando una ley contra el negacionismo, que sancione a funcionarios y representantes elegidos que desestimen los crímenes y a sus víctimas”, sintetizó Estela de Carlotto desde el escenario central en plaza de Mayo.

Al mismo tiempo, junto con el premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel y la referente de DDHH Taty Almeida, Carlotto reafirmó su compromiso con las políticas de Memoria, Verdad y Justicia. “Hoy es una jornada histórica, con movilizaciones masivas, y es una demostración de que el Pueblo está de pie frente a este gobierno neofascista. Necesitamos fortalecer la unidad y la organización para defender la democracia”.

Lejos de ser el gobierno un gestor del diálogo -aun en la diferencia-, se postula como un provocador cual si fuera un actor más en un escenario común. No interpreta, y tampoco le interesa, al gobierno nacional ser un promotor de una vuelta de página que lleve -en tal caso- a un nuevo contrato social (en la lógica libertaria) sobre la cosmovisión de la política de derechos humanos.

Un largo y tedioso camino sobrevendrá. Pero de eso, las fuerzas populares han transitado por décadas.

Imagen: AFP