Por Sandra Choroszczucha. Politóloga y Profesora de la Universidad de Buenos Aires. www.sandrach.com.ar
Este domingo se celebrará la segunda vuelta electoral y podremos conocer cuál será el futuro presidente de los argentinos. Estamos en veda, por lo tanto, solamente me permitiré un deseo sensato para una Argentina que debe ser sensata por el bienestar y la integridad de sus ciudadanos.
Gane quien gane, Argentina debe seguir siendo un país donde la violencia política no nos defina; en un ítem estamos mejor que varios de nuestros hermanos latinoamericanos, y no digo que debamos celebrar porque hay muchísimo para no celebrar, pero sí que debemos cuidar algo positivo que tenemos. Tenemos mucho más tolerancia y convivencia sin violencia cotidiana, de la que creemos.
El politólogo Andrés Malamud varias veces se ha expresado al respecto, y así ha manifestado “lo que yo creo es que no son tan encarnizadas las luchas políticas en Argentina, son súper pacíficas, …, nadie arriesga la vida por ser candidato”. Prosigue Malamud recordándonos como en Ecuador asesinaron a un candidato presidencial y nos cuenta como los demás candidatos debieron ir a votar con chalecos antibalas, o sobre la concejal que también fue asesinada en Río de Janeiro, o como semana a semana matan a militantes o candidatos políticos en Brasil. O nos cuenta como en México “la campaña electoral puede dejar un tendal de candidatos muertos porque se oponen a aquellos que gobiernan… y Colombia todavía tiene un tercio del territorio fuera de control estatal”.
Los hechos ocurridos los últimos días en Argentina en campaña, nos mostraron violencia verbal, y también violencia física porque hubo piñas y vimos gente ensangrentada en marchas que se pronunciaban a favor de uno u otro candidato. Hubo actos de ambos candidatos que competirán el domingo en las urnas, y en estos actos se escucharon gritos y cánticos muy agresivos y preocupantes contra el oponente, algo parecido ocurrió el último viernes en un emblemático teatro de la ciudad porteña. Y pretender que la violencia se naturalice de modo estruendoso es pavoroso, y es pavoroso que el día después de la elección esto pueda escalar.
En Argentina claro que hay violencia, tuvimos un intento gravísimo de homicidio contra la actual vice presidenta, pero la justicia, aunque sigue investigando, comprobó luego de numerosas investigaciones, que se trató de un grupo de “loquitos” y que no hubo una organización política, narco o terrorista organizada al servicio del crimen para atentar contra Cristina Fernández de Kirchner. Y prueba de esto, es que la vicepresidenta luego de este repudiable acontecimiento siguió yendo a actos públicos como lo hacía antes, sin protecciones de alta seguridad. También tuvimos un acto de extrema violencia en una protesta contra el gobierno de Cambiemos el 19 de diciembre de 2017: las 14 toneladas de piedras contra el gobierno de Cambiemos. Y también sufrimos de violencia en nuestras calles por hechos de inseguridad. Y hubo dos atentados terroristas contra la Embajada de Israel y contra la AMIA, que fueron funestos. Todo esto pasó y es categóricamente para repudiar, no olvidar y para reafirmar que la violencia lastima y mata.
Y ocurrió un acto criminal y que sí nos asimila a ese modo de vivir casi diario en países que sufren violencia política siniestra: el asesinato al fiscal Alberto Nisman el 18 de enero de 2015. Y si hoy se lo sigue recordando en el mundo, como el acto de magnicidio en la república argentina es porque fue el acto de magnicidio y no existen “los actos” de magnicidio en la república argentina.
En Argentina hay violencia, hay heridos y hay asesinados, y esto es tan triste como espantoso y repudiable. Pero es importante volver a resaltar que, en la diaria, en nuestro país no existen organizaciones al servicio del crimen político.
Mañana se elige presidente, y desde ese momento tendremos un mandatario que comenzará a gobernarnos desde el 10 de diciembre, y quien no triunfe y quienes no ganaron en las anteriores instancias electorales, seguirán siendo la sagrada oposición. Sin opositores políticos no hay democracia, recordemos a la Venezuela de Maduro si por un momento nos olvidamos de esto.
Por eso, pierda el candidato que pierda, que no pierda de vista esto, y los militantes del candidato que pierda que no pierdan de vista esto. Hay mucho para resolver en una Argentina que está muy lastimada en cantidad de aspectos, pero no laceremos uno de los pocos aspectos que podemos presumir ante el mundo: que nuestra grieta política es hostil e intolerante mayormente detrás de una pantalla y que no sufrimos de una violencia política descontrolada de facto hace ya décadas.
Ojalá qua la política argentina continúe resolviéndose en las urnas y que las riñas ideológicas continúen discutiéndose mayormente por redes sociales, depende de los argentinos, de todos.