LA TRASTIENDA

Martín Llaryora lo hizo otra vez. Si no quedaban dudas que el ajustado triunfo del Justicialismo en las pasadas elecciones provinciales, fue en gran medida producto de la propia capacidad y esfuerzo del electo gobernador, tampoco deben surgirlas para analizar el porqué del resultado en la ciudad Capital. Quien alguna vez también fue intendente de San Francisco, se puso la campaña al hombro y en 20 días dio vuelta una elección municipal que parecía perdida.

Con sus errores y deformaciones, la política sigue siendo una instancia apasionante en varios momentos, y por eso concita atención y tensión en los actores mismos de la política, y en vastos sectores de la ciudadanía.

Mientras seguíamos con expectativa el acto eleccionario de la ciudad Capital, tomaba estado público el acuerdo técnico del FMI con Argentina para renegociar las pautas de control y cumplimiento de metas para este 2023.

Así, Sergio Massa, el super-ministro y precandidato presidencial, empezó a tomar el aire político y económico largamente esperado, para llevar alivio a las cuentas fiscales y ahuyentar fantasmas conocidos por los argentinos, y preparar con mejor postura su tránsito electoral hacia las elecciones Paso del 13 de agosto.

Lo ocurrido ayer en la ciudad Capital, alimenta también esos intersticios donde surgen liderazgos y al mismo tiempo se siembran interrogantes sobre los próximos escenarios, en los que no pocos intereses resultarán trastocados.
Curiosidades para todos los gustos.

Daniel Passerini, actual viceintendente, resultó electo intendente, y se convierte de aquí en más, en un dirigente de la primera línea del PJ cordobés, con todo lo que eso significa, y por supuesto, a un costado del mismo Llaryora.

Passerini, fue intendente de Cruz Alta, hace casi 20 años, luego, por su cercanía al gran José Manuel de la Sota, se trasladó a Córdoba y desde allí cultivó su perfil político más conocido. Ahora, las y los vecinos le dan una inmejorable oportunidad.

Siguiendo en el tren de las curiosidades, el flamante vice electo es Javier Pretto, otro ex intendente en otro rincón de la provincia: La Carlota, cabecera del Departamento Juarez Celman. Y por si fuera poco, no está de más recordar que su candidatura fue el tiro de gracia del oficialismo a Juntos por el Cambio, al lograr que diera hace tres meses un portazo a la presidencia del PRO en la provincia.

Los números de la elección de la víspera fueron contundentes, y también con curiosidades.
Tal vez, lo inesperado resultó el reconocimiento de la derrota por parte de Rodrigo De Loredo, el candidato de Juntos, cuando aún no se conocía un solo dato oficial sobre el escrutinio.

En una foto, con desencanto generalizado y rostros desencajados, de sus visitantes Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, De Loredo anunció que por los cómputos de sus propios equipos, concluyeron en que el oficialismo había ganado la elección. Final abrupto de un espacio que descontaba un resultado holgado.

Y los números. Votó sólo el 60,2% de 1,1 millón de electores habilitados.

Hacemos Unidos por Córdoba logró el 47, 6%, con 311 mil votos.
Juntos por el Cambio llegó a 40%, con 261 mil votos.
El FIT, Frente de Izquierda, tercero con 2,9%, con 19 mil sufragios.

Entre los resultados y las encuestas previas, un ancho río que alimenta desencuentros entre el marketing políticos y las estrategias de campaña. No sólo las encuestas clásicas estuvieron bastante lejos del saldo final, sino además, las conocidas encuestas en boca de urna, que se realizaron durante toda la jornada, arribaron a apreciaciones muy disonantes.

En todo caso, la última de las herramientas de medición electoral fue la que, finalmente, y a falta de datos oficiales, echó luz sobre el resultado y provocó el reconocimiento público de los derrotados.

El tren Llaryora

Con esa sucesión de hechos que producían con el correr de los minutos, nos dimos cuenta un rato después que faltaba un bonus track.

En la rienda suelta a los festejos de Hacemos y su gente, y posterior a los cálidos discursos de Pretto, y muy especialmente, Passerini, apareció Martín Llaryora como un tren y rompió con todo lo previsible.

El flamante gobernador electo sorprendió a propios y extraños con un discurso altamente desafiante para el status quo de la política nacional. Desempolvando un antiguo –pero no menos importante- concepto de antagonismo, como él esforzado interior profundo versus la omnipotencia porteña, o el histórico cruce entre Unitarios y Federales, Llaryora cargó con dureza contra “los que vienen a Córdoba desde La Recoleta (tradicional barrio Porteño) a darnos lecciones”.

Levantando la voz por “una Argentina del interior”, arengó a un enfervorizado auditorio para terminar con un modelo político centralista que “subsidia a los que menos producen y condena a los que ponemos todo el esfuerzo” para hacer grande el país.

A esa altura, se consagraban dos aspectos cruciales para el futuro inmediato: el gobernador y pre candidato presidencial, Juan Schiaretti, a su lado, terminó por lucir incómodo ante la arrebato de intensa verborragia de Llaryora, sobre todo en una temática de alcance, que debió ser abordada por el propio mandatario.

Y el segundo aspecto, radica en lo vislumbrado tras su elección en junio pasado. El gobernador electo por decisión analizada o por ímpetu propio, arrasa con todo lo que se le cruza; pues de otro modo no se entiende su posicionamiento anoche con un mensaje de cierta dureza ante los escarceos clásicos de la dirigencia nacional, en cualesquiera de sus representaciones.

Tomar debida nota

En sólo un mes, la provincia parió un nuevo liderazgo. Ello significa que el tiempo de los análisis exigirá una nueva lectura de los pasos de la política, sus actores y las gestiones. Lo conocido, empieza a ser parte de una galería de hechos históricos que se reubicarán en anaqueles destacados, y constituirán referencias de consultas.

Y atentos porque aquellos y aquellos que no tomen debida nota, bien podrían quedar inesperadamente en una banquina, desde donde les resultará muy esforzado recuperar sitiales perdidos.

Por si acaso, no abunda mencionar que Villa María y Río Cuarto, deberán prestar especial atención al respecto, pues se trata de las grandes ciudades del interior provincial que renovarán sus autoridades a fin de año y en el próximo, respectivamente, con un presente en el que sobresalen episodios de alta ebullición por recientes resultados electorales adversos, y definiciones estratégicas para abordar y definir.