Por Pablo Gustavo Díaz. Consultor Político

El 2 de mayo del 2022 en charla radial con el periodista neuquino Santiago Montórfano, afirmé que “si se juntaran las derechas ganarían la elección presidencial del año siguiente en primera vuelta” . Esas derechas que mencionaba eran las representadas por el ala “halcón” del PRO con Macri-Bullrich a la cabeza y la liberal-libertaria de Milei-Espert. El conteo de votos de las urnas del 2023 me dio la razón.

Dos semanas después escribí en mi columna mensual del multimedio cordobés La Ribera la nota “Milei abre la ventana de Overton” , basada en la teoría de Joseph Paul Overton, que afirma que los políticos tradicionales raramente se definen por ideas que no estén dentro de la ventana de lo “políticamente correcto” es decir, lo asumido por la mayoría de la gente, descartando incluso ideas que sean “sensatas” al análisis racional. Jamás jugarían su reputación por defender ideas “radicales”.

Siete días más tarde, el periodista y CEO del grupo Perfil, Jorge Fontevecchia, produce el famoso debate Milei vs Grabois, donde el economista expuso sobre la venta de bebes, de órganos del cuerpo humano y la libre portación de armas, entre otras ideas de la derecha radical que la derecha conservadora del PRO jamás se había atrevido mencionar por estar fuera de la ventana de lo políticamente correcto.

Desde la pandemia de coronavirus la sociedad argentina venía dando un giro hacia la derecha que pocos veíamos y menos aún aceptaban. Milei “lo vió” antes que los políticos y entendió que para competir en ese nuevo escenario debía ser el mejor derechista de todos los derechistas. Y así, cobijado bajo su épica “batalla cultural” fue abriendo la ventana de Overton, haciendo hoy realidad ideas de Murray Rothbard que en aquel entonces eran políticamente impensables, aún para los de su especie ¡Ni Espert se había animado a tanto!

La mayoría del electorado argentino hoy ya está decididamente ubicado a la derecha de la geografía ideológica. La izquierda contiene a menos de un tercio de los votantes. Con lo cual, pensar que en los próximos años se puede competir electoralmente a Milei desde el progresismo, con alguna expectativa de éxito, es una ingenuidad supina. Es entrar al juego que más le conviene al mileísmo, tal como lo dejó reflejado el posteo irónico de la cuenta de “X” @MileiEmperador -atribuida al asesor presidencial Santiago Caputo- “Sería una tragedia que producto de nuestra batalla cultural la oposición se encolumne detrás del discurso woke inviable o, aún peor, que algún partido sufra un desprendimiento de izquierda que milite la causa LGBTQXYZ. Dios no lo permita”.

Para competirle a Milei el poder, con alguna posibilidad de éxito, hay que salir de la disputa socialismo-libertad y animarse a abrir también la ventana de Overton.

VOLVER AL FUTURO

Los detractores de Milei califican sus ideas y políticas como anacrónicas situándolas cronológicamente en la era previa al surgimiento de los derechos humanos, sociales, ambientales, etc. del siglo XX. El propio Milei les da la razón al ejemplificarse en Julio Argentino Roca y reivindicar la generación del ’80 que convirtió a la Argentina en la primera economía mundial a principios del siglo pasado. Y en la práctica además cumple a pie juntillas las enseñanzas paleolibertarias de su mentor Murray Rothbard, desmantelando el estado de bienestar que fue adoptando Argentina a partir de la presidencia de Yrigoyen en 1916.

Pero Milei reivindica también la constitución de 1853 fundada sobre la ideología liberal alberdiana que se materializa en la organización nacional de 1860 creando el “país unitario” que hoy tenemos. De alguna manera propone un “volver al futuro”, aquella película donde Marty McFly viaja al pasado y crea una falla en la línea de tiempo, cambiando el presente.
Volviendo a la ventana de Overton que expliqué antes, una estrategia “radical/impensada” por la “corrección política” sería copiar la trama de Volver al Futuro III y viajar más al pasado aun, para corregir la falla de Urquiza en la batalla de Pavón. Vale decir, reivindicar las banderas de la Confederación Argentina.

Para competir con éxito contra las ideas libertarias de Milei hay que animarse como él también abrir la ventana de Overton, proponiendo un eje de polarización diferente al actual. Cambiando el frame donde mirar el país, de “derecha-izquierda”, a otro que ponga la atención en “centralismo-periferia”.

No es inédita esta propuesta. De alguna manera ya la esbozan algunos dirigentes de la región patagónica como el gobernador de Chubut Ignacio Torres (PRO), que propone trasladar la capital federal de CABA a Viedma; el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof (PJ), de quien se rumoreo hace algunos meses estudiaba la posibilidad de activar el Pacto de San José de Flores y encabezar una rebelión provincialista; y el vicegobernador de Río Negro, Pedro Pesatti (JSRN), quien se ha animado a elaborar más profundamente la idea a través de la publicación de dos notas en la prensa: “Bases para una corriente nacional provincialista” y “Motores de un federalismo posible” .

Como hombre formado en la aritmética y la lógica, las dos áreas que dominan la ciencia informática en el procesamiento de datos y la toma de decisiones, no suelo emitir opiniones ni consejos basado solo en mi intuición. Me afirmo en diferentes análisis y estudios de opinión pública.

En diciembre del 2020, desde mi anterior agencia PGD consultores, realizamos una serie de estudios de opiniĂłn sobre el electorado norpatagĂłnico que nos ayudaron a conocer el profundo arraigo provincialista del mismo.

A la pregunta ¿Qué forma de gobierno prefieres? el 58% de los entrevistados en las provincias de Chubut, Río Negro y Neuquén, nos respondió “Federal, coordinado desde las provincias del interior”, contra apenas un 8% que eligió la opción “Unitario, dirigido desde los intereses de buenos aires”. 

Y a la pregunta ¿Qué opinarías sobre la conformación de una alianza estratégica de las provincias patagónicas para tener mayor poder ante el gobierno nacional? El 55% respondió afirmativamente, ya que consideraban que así lograrían mayor poder político, contra apenas el 13% que lo consideraba una mala idea dado la incompatibilidad de los intereses provinciales.

En marzo del 2024, ya desde mi actual puesto en la consultora Mercados & Estrategia, a raíz de la pelea desatada entre el gobierno nacional de Milei y los gobernadores patagónicos por el reparto de los fondos coparticipables, hicimos otro estudio, esta vez sobre el total de las provincias de la región patagónica, incluyendo a La Pampa, Santa Cruz y Tierra del Fuego en la consulta. Y a la pregunta ¿Qué opinas sobre la idea de separar a la Patagonia de argentina y hacerla una región independiente de la nación?, el 27,7% respondió afirmativamente, apoyando la idea, contra un 22,9% que se opuso terminantemente, considerándola una locura.

Motivo de este último estudio fui entrevistado por el periodista porteño Juan Manuel “el rifle” Varela de la AM 590, Radio Continental de Buenos Aires, que no podía creer la vocación secesionista de un tercio de los patagónicos.

Que actualmente seis provincias argentinas estén gobernadas por partidos políticos provinciales (Salta, Misiones, Córdoba, Neuquén, Río Negro y Santa Cruz) a la que podríamos sumar una séptima, Chubut, cuyo gobernador acaba de fundar el partido provincial “Despierta Chubut”, también es indicio de la existencia de una tendencia federal-provincialista que se puede incrementar contagiando a sus provincias limítrofes.

No tengo la bola de cristal ni se leer las runas, pero tengo la convicción más absoluta que la corriente de derecha liberal que hoy gobierna, se continuará a sí misma en el futuro o se saldrá de ella desde una nueva corriente de derecha federal. A la vuelta al progresismo woke que gobernó el país los últimos 40 años hoy la veo, como dijo la cuenta de “X” @MileiEmperador, inviable.