Por Gustavo Román. Director La Ribera MultimedioÂ
En todo el territorio provincial no se habla de otro tema, que no sea la proximidad de los comicios del 2023 en todos los planos institucionales. El municipal, con las complejidades propias que se suceden en cada distrito. En el plano departamental con las designaciones de las referencias dirigenciales que se constituyen en opciones para liderar el plano regional, y lo que en el ámbito provincial condiciona una construcción mayor y a los demás escenarios.
Vamos a intentar analizar ese panorama y lo que genera en materia de expectativa cada proceso, aunque todo esta condicionado con las resoluciones del gobierno provincial, que especula con definir las fechas de los comicios cordobeses, y que tiene directa incidencia en cada distrito.
A saber, en una cantidad importante de comunas y municipios, por disposición de sus Cartas Orgánicas, las elecciones deben realizarse con anterioridad o posterioridad a los comicios provinciales. No pueden coincidir. Y esa realidad, condiciona los procesos electorales en los distritos de referencia.
Con este escenario, ni los oficialismos ni las oposiciones transitan un camino de certezas, y en polÃtica, uno de los secretos mejor guardados siempre son los movimientos preliminares a una elección. Por lo tanto, se transita este tiempo entre procesos de incertidumbre y muchos amagues. Pero son nulas las definiciones de armado de listas y nombres de candidatos.
Hay en ese marco, municipios que decidieron avanzar en la búsqueda de definiciones concretas, y ya determinaron fechas de elecciones y nóminas de candidatos. Esos distritos, mayoritariamente en manos de gestiones opositoras al oficialismo provincial, tienen dos objetivos muy especÃficos. Por un lado garantizar la continuidad de sus gobiernos y por otro lado, generar un clima electoral con una corriente de triunfos opositores, si logran ratificar en las urnas sus objetivos.
Asimismo, liberan los escenarios donde los intendentes que aspiran a ocupar un lugar en las listas de candidatos a legisladores departamentales, los que con un triunfo local fortalecen sus anhelos futuros. Ese panorama se comienza a consolidar en General Cabrera, Hernando o La Falda, por mencionar algunos.
En el resto de las localidades, en especial aquellas lideradas por jefes comunales o intendentes que se encolumnan con el oficialismo provincial, la toma de decisiones es mucho más compleja y genera más incertidumbres. Es que la estrategia del mandatario provincial, Juan Schiaretti que no contempla la opinión de casi nadie excepto de su mesa chica de cuatro dirigentes cercanos, condiciona cualquier determinación local.
Ahora bien, ese sueño que muchos califican de delirio polÃtico, de proyectar la figura del gobernador a un escenario electoral nacional, y que muy pocos acompañan en el territorio cordobés, no tiene otra justificación que la de mantener todo lo posible su figura en un escenario que no disimula un fin de ciclo polÃtico propio y de muchos dirigentes. Entonces, la consecuencia que desata esa realidad es no deseada por la mayorÃa de los
intendentes territoriales del oficialismo, que claman por una formula gubernamental que los represente. Y para que eso suceda, promueven las candidaturas del riocuartense Juan Manuel Llamosas o de la propia Natalia De La Sota. Rechazan casi unánimemente la posibilidad de una designación de Alejandra Vigo en la fórmula.
¿Y a que responde esa mirada?. Muy simple, la candidatura a senadora de la esposa del gobernador, los dejo como perdedores en cada ciudad o pueblo, en una elección de medio término que tampoco los tuvo como interlocutores de un proceso electoral que les vino impuesto. En algunos casos, la derrota fue tan escandalosa que ese proceso alentó la conformación de candidaturas locales impensadas.
Frente a ese escenario, muchos intendentes observan como corren el riesgo electoral de ser derrotados en sus lugares, a manos de un proceso que los deja con muy poco margen de maniobra y casi nula capacidad de decisión. Hay mucho enojo en el interior provincial. Enojo y sensación de ingratitud de la dirigencia central. Las consecuencias de ese estado, ¿pueden derivar en sorpresas polÃticas?. Nadie lo descarta.
Hay un clima enrarecido en el territorio, incluso con diferencias que empiezan a mostrarse como irreconciliables entre dirigentes, que amagan con internas para dirimir candidaturas.