Entrevista a Hugo Busso por Ariel Lugo. Profesor y Licenciado en Filosofía (UNNE), Magister en Ciencias Humanas y Sociales (UNQ), Doctor en Filosofía (UNNE).
A propósito de la aparición del libro Ecoocratividad. Utopías concretas para tiempos inciertos, EDUVIM, 2024, del filósofo argentino Hugo Busso. Radicado en Francia donde enseña en varias universidades, egresado de la UNC, siempre ha relacionado la actividad filosófica, su práctica académica y la praxis social, estando siempre estas tres dimensiones en el nudo de todas sus reflexiones. El prólogo del libro fue escrito por el filósofo chileno Ricardo Salas Astrain, un referente del pensamiento latinoamericano. El libro, editado por la editorial de la Universidad de Villa María, EDUVIM, ya está generando debates y comentarios por su innovadora reflexión tanto como por sus audaces sugerencias prospectivas para pensar el futuro, como causalidad presente. El libro es una orientación a modo de brújula que orienta el poder hacer, más que un mapa explicativo describiendo el pasado. Es un libro original, aunque de no fácil lectura, ameno en sorpresas y compendios de un amplio campo de la reflexión crítica europea y latinoamericana.
AL: ¿Qué es la ecoocreatividad?, ¿a qué alude este neologismo de ecología-cooperativismo-creatividad?
HB: Es un concepto innovador, fruto del puente que ensayo trazar entre el pensamiento crítico-ecológico europeo y el movimiento decolonial latinoamericano, ya que ambos enfoques generales son muy complementarios en sentido heurístico y filosófico. La ecoocreatividad busca filosófica y prospectivamente aportar al debate intelectual, político y científico del presente. Esto es, para afrontar los desafíos fundamentales provocados por el modo de vida occidentalizado y moderno, consumista. Estos son manifestación de valores fundamentales ordenados por paradigmas, que son en sí mismo la manifestación del problema en lo teórico. Y de modo complementario, con sus efectos observables-cuantificables, como lo muestran los informes sucesivos del GIEC. El premio Nobel de química de 1995 Paul Crutzen (1933-2021) lo llamo “Antropoceno”, es decir, interpretando que los impactos humanos son una fuerza geológica mayor para la Tierra, para todos “los terrestres” en su conjunto. Impactos que afectan directa e irreversiblemente a la red de lo viviente, sin excepción. Otros le llaman “capitaloceno”, otros “occidentaloceno”, ya que las responsabilidades de un ciudadano boliviano y un londinense son muy diferentes en las causas y consecuencias diacrónicas y sincrónicas del cambio climático.
AL: Aterrizando al presente, ¿qué sugiere y qué nuevas perspectivas abre?
HB: En particular, la ecoocreatividad es el intento de ir aportando preguntas y sugerencias en medio de la urgencia planetaria, teniendo en cuenta las reflexiones de la ecológica política y la propuesta central de la Filosofía de la Liberación latinoamericana. De esta última, tomamos de Enrique Dussel la transmodernidad, como horizonte prospectivo-propositivo de un mundo emancipado de la destrucción y la explotación del conjunto de lo viviente. Desde el punto de vista ecoocreativo, este esfuerzo cobra aun mayor necesidad práctico-concreta, si pensamos desde el “telón de acero” post colonización impuesto por el desarrollismo moderno, liberal y marxista (y sus dos variantes eurocéntricas a partir de la segunda mitad del siglo XX en Europa: el imperio Estalinista y el Imperio Neoliberal actual de alcance mundial) y lo que viene, incierto y complejo. Se impone éticamente, entonces desde esta perspectiva que hereda a la Filosofía de la Liberación y al pensamiento ecológico como André Gorz, Bruno Latour, Dominique Bourg, Michael Löwy, una búsqueda alternativa a las dos variables practicas concretas fracasadas históricamente de la modernidad progresista-productivista, el capitalismo en su versión neoliberal y el comunismo soviético. La época que se abre con el Trumpismo en su segunda fase y el auge de la extrema derecha en Europa, aumentan los desafíos aún más.
AL: ¿Qué incorpora el libro al debate del presente?
HB: La ecoocreatividad ensaya incorporar a su análisis nuevos paradigmas científicos-epistémicos en el sentido propuesto por Wallerstein y Edgard Morin, desde horizontes de la teoría política que tomamos de Ernesto Laclau, Christian Laval y Pierre Dardot, Jerome Baschet, Miguel Benasayag, en sentido postneoliberal. Para responder en lo teórico, así como para aportar a ordenar el debate y sugerir puntos de anclaje para formular preguntas y principios de orden en la formulación de las buenas preguntas para la praxis colectiva, con la intencionalidad de aportar al debate entre los actores/sujetos de la sociedad civil y de los partidos políticos con horizontes post-neoliberales, decoloniales y ecológicos. Para experimentar colectivamente las posibilidades de la transformación institucional en horizontes transmodernos, desde la perspectiva ecoocrativa para la ampliación de lo común intergeneracional. La transición civilizacional como posibilidad ecológica-política y la bifurcación civilizacional deben corresponderse institucionalmente con un modo no moderno eurocentrado en lo ético-filosófico y científico, para responder o ensayar sugerir tendencias factibles que yo llamo “utopías concretas”, para afrontar los desafíos sociales, económicos y ambientales del planeta.
AL: ¿Cómo llegaste a este concepto propio, que no lo había leído antes?
HB: Desde mis inicios en filosofía, he profundizado en Marx, luego en Foucault, Deleuze, para cambiar de tema a las redes sociales como redes tecnológicas, y al venir a vivir a Europa, me impactó el libro Eurocentrismo y ciencias sociales: la colonialidad del saber, compilado por Edgardo Lander. Realice un Máster en La Sorbona acerca de la crítica al eurocentrismo como obstáculo epistemológico en las ciencias sociales para la comprensión del cambio social y realice un doctorado profundizando sobre el mismo tema. En sus inicios, el germen ecoocreativo fue desplegándose en mi tesis doctoral, cuyo título resume su búsqueda: Critica a la modernidad eurocéntrica. En búsqueda de múltiples alternativas decoloniales. La reflexión estaba situada en América desde el pensamiento decolonial transmoderno (Dussel, Escobar, Mignolo, Castro Gómez), aunque en el presente los desafíos ecológicos son planetarios, no reconocen fronteras, si bien son por ahora, las fronteras modernas de los estados naciones, un verdadero obstáculo político en las negociaciones bilaterales.
Luego fue incorporando un entramado diverso y fecundo del pensamiento crítico europeo como el ecosocialismo, el decrecimiento, la ecología profunda, la economía circular, la economía simbiótica, en particular el pensamiento filosófico-político francés como Deleuze, Foucault, Laval y Dardot, Descola, Badiou, Rancière, Mouffe, Pelluchon. Esto lo hice desde diversas tópicas analíticas, mediante la integración de la ecología como imaginario postneoliberal, la cooperación como horizonte ético de acción y la creatividad como criterio epistémico-político de democracia radical (Laclau-Mouffe, Frederic Lordon). Por esto, este neologismo (ecología, cooperación, creatividad -ecoocreatividad-) propone un cambio radical en la forma en que las sociedades se organizan y actúan, alejándose de los modelos de competencia guerrera, de horizontes tradicionales que promueven la desmesura económica (el colonialismo y las disputas imperiales en la primera y segunda guerra, la guerra de Ucrania-Rusia, los ejemplos abundan en la historia). Porque han contribuido tanto a la desigualdad social como a la degradación ambiental. Las materias primas de minerales y petróleo en la superficie terrestre, se han casi agotado en su cantidad. Ahora es más costosa su extracción en fondos marinos o a cientos de metros debajo de la corteza terrestre. Y en consecuencia más “energivoras” y con grandes destrozos y consecuencias ambientales.
AL: Para concluir, ¿cómo sintetizarías entonces la propuesta del libro?, ¿cómo podrías presentar la lógica de tu argumentación?
HB: El ecocidio al que asistimos, que lo causa el modernismo productivista (en su doble versión capitalista y comunista) no puede ser solucionado por el mismo sistema que lo produce, sin autodestruirse a sí mismo. Cuando analizamos el último medio siglo desde el informe Meadows (1972), y en sus variantes hegemónica de la mundialización económica financiera actual (neoliberalismo) de mil rostros posibles, hace concluir como ineluctable un cambio imperativo y urgente de paradigma. Por lo tanto, el ecocidio nos lleva a la obligación política y filosófica de resolver en la praxis crear un nuevo modelo de vida, consumo e imaginario acorde a los desafíos facticos del sistema global que contiene todos los subsistemas (humanos y no humanos). La ecoocreatividad a nivel conceptual y en tanto utopía concreta, puede ser un conjunto de herramientas poderosas en lo filosófico, en lo estratégico a nivel político-epistémico, abriendo intencionalmente un horizonte de sentido para ensayar, por ahora idealmente, construir experimentalmente comunidades con un futuro más sostenible, radicalmente democrático y equitativo. Que entusiasmen en la voluntad e intencionalidad de sus praxis a nuevos actores y movimientos sociales. Donde la solidaridad y la innovación social jueguen roles centrales en la creación de soluciones para la resolución de problemas ecológicos y societales.
A través de este paradigma, la ecoocreatividad, se busca fomentar la cooperación social y el aprendizaje a partir de las relaciones de interdependencia-interacción con los ecosistemas, para sentipensar con la tierra como propone Arturo Escobar, promoviendo una mayor conciencia político-ambiental humana. Esto es, desde una ética de la consideración al decir de Corine Pelluchon, con mayor justicia social y sensibilidad con todo lo Terrestre, como propuso recientemente Bruno Latour. Promoviendo una praxis colectiva transmoderna de ampliación de lo común intergeneracional, con instituciones que respeten y honren tanto a las personas como al planeta en su conjunto. Si esto se despliega, al menos hipotéticamente, como real y factible, entonces nuevas clases ecológicas-sociales (ni productivistas ni reducidas solo a lo económico) podrían emerger. La ecoocreatividad conlleva el propósito de una federación de intereses para crear un nuevo frente ecológico-económico-social post neoliberal, post consumista, es decir post capitalista.
Imaginar un mundo donde muchos mundos sean posibles, salir del productivismo extractivista que es, el nudo del problema, el dilema actual de “los gobiernos populares” en América Latina.