En Argentina el uso de drones para aplicaciones agrícolas ya es una realidad. ¿Qué ventajas y limitaciones tiene respecto de las aplicaciones tradicionales?¿Qué pasa con el marco regulatorio?

La digitalización de la agricultura, está cobrando relevancia en los sistemas agropecuarios, incluyendo el uso de drones. Uno de los procesos donde los drones están teniendo un impacto significativo es la aplicación de fitosanitarios para el control de malezas, insectos y enfermedades.

Si bien estas aeronaves no tripuladas representan un nuevo medio para los tratamientos de protección de cultivos, el funcionamiento básico del sistema interno es relativamente simple y en muchos aspectos similar al de los equipos tradicionales de pulverización, es decir, basado en baterías, bombas, tanques y boquillas o aspersores.

En esencia, el proceso de pulverización de una máquina terrestre o un avión aeroaplicador sigue principios similares: almacenamiento del producto, bombeo, filtrado y atomización a través de boquillas o aspersores y la finalidad de llegar al blanco objetivo.

Así, los mismos estándares de calidad de aplicación exigibles en una pulverización tradicional son perfectamente aplicables a un drone (nivel de cobertura o impactos/cm2), aunque la forma de alcanzarlos requiere la regulación de variables específicas: altura de vuelo, velocidad y dirección de trabajo, ancho de labor y  tamaño de gota a aplicar, lo que definirá el caudal o volumen/ha.

Estas regulaciones se configuran al programar el trabajo, y posteriormente el sistema operativo del dron se encarga de realizarlas automáticamente durante la operación.

Drone vs. aplicación tradicional: los “pro”

  • Versatilidad y capacidad de operar en zonas donde los equipos terrestres no pueden ingresar de manera permanente o por estado del cultivo o del lote, como suelos anegados o encharcados, cultivos altos, topografĂ­a difĂ­cil, entre otros.
  • PrecisiĂłn en la aplicaciĂłn, permitiendo tratamientos de pulverizaciĂłn variable más localizados, sectorizando áreas problemáticas.
  • Ausencia de huella, evitando transitar cultivos con la consecuente pĂ©rdida de rendimiento por el impacto de la huella de la maquinaria, pĂ©rdida que puede rondar entre el 1 al 5%. TambiĂ©n se evita la compactaciĂłn del suelo y el “marcado” del lote cuando las condiciones no son las ideales. A esto se le suma la capacidad de “manchonear” el lote sin pisarlo.
  • Mayor seguridad para el operador, la operaciĂłn a distancia conlleva menor exposiciĂłn directa a los productos que en los demás vehĂ­culos.
  • Amplio rango de velocidad y altura de trabajo, logrando adaptarse a diferentes requerimientos.
  • Menor impacto ambiental, al operar a altitudes más bajas y con volĂşmenes más precisos, pueden reducir el riesgo de deriva y minimizar el uso excesivo de productos. Además, operan sin la necesidad de consumo de combustible.
  • ReducciĂłn de costos, tienen una erogaciĂłn inicial más baja que los aviones y máquinas terrestres. Además, requieren menos mantenimiento y pueden operar con menor consumo de combustible.

Drone vs. aplicación tradicional: los “contra” 

  • Menor tamaño de gota: Para hacer uso eficiente del caldo durante el vuelo, se debe disminuir el tamaño de gota, lo que aumenta el riesgo de deriva. Por ello es fundamental tener en cuenta las condiciones ambientales, especialmente el delta T, la velocidad y la direcciĂłn del viento. Además, estas gotas tienen una mayor concentraciĂłn del principio activo, por lo que si bien reduce el posible efecto de los cationes del agua de mala calidad, tambiĂ©n existe un mayor riesgo de corte de mezclas más puras.
  • Ausencia de “agitado”: No cuentan con un sistema de agitado en el tanque de almacenamiento. Esto dificulta el uso de las formulaciones más difĂ­ciles, como suspensiones concentradas, polvos mojables, gránulos dispersables o mezclas de diversos activos. La logĂ­stica para estas aplicaciones requiere tanques de apoyo donde se pueda formular y evaluar las distintas mezclas.
  • Menor autonomĂ­a: Su autonomĂ­a depende directamente de la duraciĂłn de las baterĂ­as, lo que implica tiempos de recarga y una logĂ­stica adicional. Por lo general, los drones pueden cubrir entre 3-4 hectáreas por vuelo.
  • Baja capacidad del tanque: Tienen una capacidad limitada de carga del tanque de almacenamiento. Los modelos más grandes rondan los 40 / 50 litros. No suelen llenarse del todo, ya que la carga del tanque limita la duraciĂłn de la baterĂ­a.
  • SĂłlo permite mezclas simples y dosis bajas: los equipos no pueden utilizar mezclas de muchos activos, principalmente herbicidas. Las dosis no pueden ser elevadas en Lt/ Ha de activo y de caudales por su limitada capacidad de carga, lo que reduce la capacidad operativa.
  • En el uso para insecticidas y fungicidas, dadas las caracterĂ­sticas particulares de los tratamientos no deberĂ­a presentar mayores inconvenientes. Ahora bien, aplicar herbicidas presenta desafĂ­os mayores dado que el control efectivo de malezas depende en muchos casos del volumen de aplicaciĂłn (L/ha) y los tipos especĂ­ficos de herbicidas utilizados.

SituaciĂłn actual
A nivel internacional, el uso de drones aplicadores en la agricultura ha experimentado un crecimiento significativo. Se estima que en el mundo, con esta tecnología, se aplican más de 500 millones de hectáreas anualmente, en más de 100 países y el número de pilotos habilitados superó los 300.000 en 2024. De hecho, la tercera parte de la superficie agrícola de China y de los Estados Unidos utiliza la pulverización con drones.

En nuestra región, países como Brasil y Uruguay son los que más avanzaron en su desarrollo, mientras que Argentina sigue rezagada en la adopción. Este panorama se da bajo un contexto global, donde existen lineamientos y normativas claras para su uso.

En 2023 Argentina importó aproximadamente 90 drones agrícolas y para agosto de 2024, la suma llegaba a 600. Para 2025, las proyecciones van más allá y prevén operaciones por 2.000 unidades. Estos valores hablan a las claras de la tendencia creciente en interés y adopción. En cuanto al mercado local, existen dos empresas con la mayor participación: DJI y XAG, ambas firmas de origen chino.

¿Cuál es el nicho en la agricultura argentina?
Los drones están siendo utilizados en diversos ámbitos en Argentina, destacándose en ensayos y el desarrollo de nuevas tecnologías de fitosanitarios, siendo especialmente prácticos para microparcelas.

En la agricultura intensiva, su adopción ha crecido, especialmente en cultivos de alto valor, donde se requiere precisión, posibilidad de llegar a lugares remotos y un menor volumen de aplicación. En la agricultura extensiva, aunque aún enfrentan limitaciones en grandes superficies, los drones pueden ser útiles para tratamientos específicos, como aplicaciones selectivas en manchones o refuerzos en zonas problemáticas, ya sea en barbecho o con el cultivo en pie.

Regulaciones y legislaciĂłn
En julio de 2024, el gobierno argentino, por medio del decreto 663/2024, actualizó la reglamentación para el uso de drones o vehículos aéreos no tripulados (VANT), adaptándola a las reformas del Código Aeronáutico y alineándose con estándares internacionales.

También se facilitó la adaptación de este código a la realidad de los drones, se estandarizaron las regulaciones nacionales con las internacionales (MERCOSUR y OACI) y se facilitó la importación de equipos.

Para prestar servicios con cualquier tipo con drones, las empresas deben estar registradas en la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), como operadores comerciales que pueden prestar servicios con VANT. Sumado a esto, es necesario que los pilotos estén debidamente matriculados y habilitados según la categoría de peso específico de los drones a usar, que en el caso de drones aplicadores en general corresponden a la categoría de clase D.

Sin embargo, actualmente en Argentina, no está permitido aplicar plaguicidas convencionales con drones, debido a la falta de un marco regulatorio específico por parte de SENASA. El organismo está trabajando junto a las empresas de fitosanitarios, a las cuales les expide permisos para ensayos con el objetivo de generar información útil para los marbetes de los distintos productos. Por esto, se espera que la regulación llegue pronto, dada la creciente adopción de esta tecnología.

Los expertos señalan la necesidad de desarrollar un marco regulatorio específico para aplicaciones de fitosanitarios con estos vehículos ya que constituyen un método de aplicación único, diferente de las pulverizaciones terrestres y aéreas con aeronaves tripuladas. Por esta razón, es necesario evaluar los riesgos asociados, como la deriva, la eficacia del tratamiento, la exposición de las personas y los residuos en los cultivos.

Esta diferenciación es razonable, ya que generan gotas más finas que otros sistemas, operan con volúmenes de agua más bajos, mezclas más puras y tiene un patrón de aplicación menos predecible.

Actualmente, la mayoría de los marbetes basa la recomendación en aplicaciones de 100 lts/ha o más, por lo que reducir este volumen podría generar efectos no deseados. Si bien los aviones aplicadores también trabajan con volúmenes más reducidos, los drones podrían disminuirlos aún más, lo que justifica la necesidad de estudios adicionales para evaluar su utilidad e impacto.

Fuente: TodoAgro.com.ar