La práctica sociocomunitaria “(Nos) animamos a leer y a escribir porque sí, para nada” tiene lugar en el club recuperado Juan Bautista Alberdi en Banda Norte, específicamente en la Biblioteca Popular Eduardo Galeano, que está en formación, ya que es en el marco de este proceso de recuperación que se vuelve necesario re-construir y recuperar los lazos barriales.

El trabajo se realiza con el acompañamiento de dos referentes territoriales, Marcelo Fagiano y Katya Benitez, quienes se encargan de “abrir las puertas del barrio”, de buscar en la puerta de las escuelas a los chicos, los viernes por la tarde, para invitarlos a merendar y algo más. Un algo más que a veces es cine, a veces es la lectura, en el marco de la práctica sociocomunitaria.

Si bien se trabaja sobre la vinculación con tres instituciones educativas – la escuela pública República del Uruguay, la escuela Leopoldo Lugones y el colegio Santa Cruz-, la población no es estable, sino más bien diversa, los chicos que asisten son de diferentes edades y pertenecen a familias numerosas, muchos van con sus hermanos mayores o con sus padres.

La propuesta consiste en una animación de lectura principalmente para chicos pero también para grandes, para quienes se acerquen al espacio y se sientan a gusto, contenidos, protagonistas, a quienes se animen a leer para nada, a leer porque sí. Invita a una lectura vinculada con el goce, con el disfrute, con lo lúdico, distinta a la lectura escolar a la que los niños están habituados.

“Nosotros estamos acostumbrados a una lectura instrumentalista, lees para: para saber, para conocer, para estudiar y después reproducir. Entonces este tipo de lecturas no obligatoria, que no requerirá evaluación y va desde la lógica del encuentro, del disfrute, del diálogo, de la reflexión y el juego, tiene que ver con aspectos lúdicos que están en el lenguaje y que la normativización del lenguaje, la hiperescolarización en el enfoque del lenguaje, tiende a dejar de lado, porque es perder el tiempo. Para nosotras esto es tiempo ganado. Tiempo ganado a la desprotección, a la soledad, a la falta de oportunidad para pasarlo bien con palabras, gratis”, explica la profesora Elena Berruti.

Durante el primer cuatrimestre docentes y estudiantes se dedicaron a conocer el territorio y elaborar pautas de trabajo. En el mes de septiembre, articularon la práctica con el proyecto “El Aguante Poesía va a la escuela” y un programa impulsado desde la Biblioteca, para coincidir en la maratón de lectura. Ahí realizaron una de las primeras animaciones, en la que los estudiantes de la carrera tuvieron un rol protagónico.

Desde octubre y durante todo el mes de noviembre las animaciones se realizan viernes de por medio, intercalando con el ciclo de cine que proponen desde el club. En ellas se leen cuentos, poesías, trabalenguas y se juega con el uso del jeringoso.

Anahí Asquineyer, docente de Lengua y Literatura, cuenta que la participación en experiencias no institucionalizadas como esta, es una demanda que realizan constantemente los estudiantes, a quienes les interesa incorporar las practicas sociocomunitarias en los espacios curriculares y realizarlas en espacios no convencionales, ya que esto también tiene que ver con su aprendizaje profesional y le da más amplitud a sus posibilidades laborales.

Para las docentes, este tipo de experiencias tiene que volver al aula en forma de objeto de reflexión, como práctica de reflexión con los textos teóricos, porque si no su curricularización en los programas es una simple formalización. En este sentido, la profesora Cristina Giacobone sostiene que sin reflexión la práctica sociocomunitaria sería un activismo, un hacer por hacer, y la idea es que aporte a la formación de los estudiantes. “Y nuestras como profesoras, que nos desestabilicen un poco respecto de nuestras prácticas habituales”, dice Berruti.

Fuente: Área de Comunicación de Ciencias Humanas