Hugo Busso, Dr. en Filosofía (Université Paris 8).
Algunos lectores me han formulado una pregunta, ¿qué hacer en América Latina? Por esto presento doce propuestas que podrían orientar el debate del futuro próximo en el continente Americano (serán publicada a fin de 2022 en la Revista IDELCOOP n° 238, publicación de debate del movimiento cooperativo en América Latina).
La dimensión económica de la ecoocreatividad deberá orientarse hacia tres tipos de economías, aparecidas en las últimas décadas: la economía circular, de la funcionalidad y simbiótica. Todo debería orientarse a ensamblar las actividades humanas con los ciclos y ritmos de los ecosistemas, desde la regla n°1 (regla verde): “no extraer más recursos de los que los ecosistemas mismos son capaces de regenerar y reestablecer sin ser forzados”. El actor político ecoocreativo en el nivel socioeconómico es un “guardián de la naturaleza”,[1] la que ya está alterada por la acción humana, sabe que el mito de la naturaleza virgen (salvaje) y pura en medio del Antropoceno es eso, un mito (en su dimensión de fábula, ficción o cuento como sostén de ideologías específicas).
A modo sintético, estas son las líneas generales propuestas de las tendencias ecoocreativas factibles, para una sociedad más ecológica, cooperativa e igualitaria. Para no degradar la vida democrática y las ventajas de la libertad. Que deberán asegurar las instituciones que gestionan lo común y lo público de los ciudadanos, con un mejor reparto de las riquezas producidas colectivamente, con menos contaminación, menos emisión de gases de efecto invernadero y una reducción del deterioro de los biotopos. Estos objetivos son, en el mejor de los casos, contradictorios en la situación actual. Deberán ser puestos en marcha por consensos entre Estados, partidos políticos, la opinión pública, empresas, organismos internacionales y organizaciones/asociaciones del tercer sector.
Doce propuestas para orientar el debate
- Reducir el potencial destructivo en todas las dimensiones sociales y territoriales, de las actividades productivas y de los modos de vida.
- Que la huella humana no consuma más de 1 planeta al año (la Regla Verde), con el objetivo intermedio de rebajar el consumo de 1,5 planeta en 10 años.
- El Estado debe ser el garante de estos compromisos de reducir la huella ecológica, para no pasar los imites planetarios de emisiones de CO2 fijados en los acuerdos internacionales, estando obligado a actuar en consecuencia.
- Proteger los fondos marinos y su biodiversidad, en particular la protección debe ser de derecho internacional, en referencia a las explotaciones petroleras y mineras.
- Conciliar la democracia y la ecología con la justicia social, donde la igual libertad (égaliberté) sea la condición de posibilidad de la solidaridad (ingresos, patrimonio, empleo), orientados/as por el cooperativismo en tanto espacio instituido y concreto por su dimensión de alcance mundial, para el uso, acceso y usufructo de lo común.
- Que puede incitar a la competencia, pero siendo siempre cooperativa. Sin anulación y muerte del adversario/a, siempre promoviendo el debate como elemento indispensable y estructurante de la creatividad.
- Transformar el concepto de propiedad en sentido de público, común y privado en los códigos judiciales en lo penal y en lo civil, incorporando lo Terrestre como sujeto de derecho (derechos jurídicos y políticos otorgados a lo viviente).
- El derecho internacional debe extenderse a la protección del bien común, los bienes públicos planetarios (agua, océanos, mares y ríos, aire, selvas, biodiversidad, recursos materiales) en su acceso, uso y usufructo.
- Reconocer jurídicamente el concepto de ecocidio, como un crimen con consecuencias jurídico-legales, con implicancias y alcances internacionales.
- Dejar “ensalvajar” lugares y especies, dejarlas a su libre evolución, protegiéndolas deliberadamente de la productividad, del consumo y de actividades o intervenciones directas humanas.
- Generar controles públicos políticos-impositivos-contables del uso energético y de las emisiones de CO2 aceptables y permitidos, para regiones, ciudades, ramas de empresas y casas particulares.
- Crear una Organización Mundial de la Ecología (OME) que subordine al FMI y la OMC a los objetivos de la transición ecológica de las biorregiones, que trascienden la configuración actual de los países y sus fronteras.
- Reformular las deudas públicas y analizar la posibilidad de “jubileos” a los países/regiones más necesitadas y en dificultades socioambientales para la transición ecológica, ya que la pobreza es muy contaminante.
- Reformular la política fiscal y financiera (urbana, productiva, salud, comunicación, transporte, etc.).
- Privilegiar préstamos financieros e impuestos con incentivos a la transición ecológica.
- Aumentar considerablemente los impuestos a las ganancias para las actividades que contaminantes y de lujo.
- Impulsar la creación de líneas de crédito diferenciales a proyectos productivos y de innovación tecnológica no contaminantes.
- Establecer un salario universal y la delimitación de mínimos y máximos en los beneficios. Como la desigualdad socio económica genera problemas sanitarios y ambientales, se promoverá la igual libertad (égaliberté) con un salario universal, con y franjas de relaciones de diferencias mínimas y máximas en empresas asociativas, cooperativas y en la administración pública.
- Promover y subvencionar el empleo para la transición ecológica. Nuevos empleos públicos para anticipar la prevención de los impactos ambientales del calentamiento global: prevención de catástrofes naturales, control de inundaciones, vigilancia de especies en riesgo de desaparición, encuestas ambientales, plantación de árboles, mantenimiento de parques y bosques, destrucción de plantas invasivas, construcción de huertas y frutales comunitarios, etc.
- Crear una fiscalidad, en lo alimentario, que incentive el tipo de producción local, la distribución de corta distancia y el tratamiento de desechos desde la perspectiva de la idea de economía de la circularidad y la agroecología.
- Transformar la producción agrícola convencional a agroecología, desde una visión regional que trascienda fronteras artificiales de países.
- Terminar progresivamente con la producción industrial de mamíferos, aves.
- Limitar la caza y las actividades prescindibles que pongan en riesgo la biodiversidad (turismo, consumo suntuoso).
- Buscar la reducción de las megaciudades, gestionar ciudades que sean a escala humana, sostenibles ambientalmente y con criterios de gestión urbanística para la transición ecológica.
- Promover el transporte colectivo y público, y rediscutir las condiciones de uso y producción del transporte individual, como problema público y urbanístico.
- Suspender todas las subvenciones (académicas, financieras, políticas) que generen o contribuyan la contaminación y el uso/dependencia de energía fósil.
La interdependencia cooperativa y la solidaridad interactiva serán valores políticos fundamentales, para crecer y perdurar en lo imprevisible, en situaciones de incertidumbre extrema. La responsabilidad y la creatividad en la incertidumbre experimental deberán marchar juntas por la senda de la democracia y la política en la nueva etapa política de América Latina. En sociedades que promuevan ciudadanos responsables y cooperativos, para ampliar sus posibilidades de vida buena, con las instituciones que lo permitan, sin aniquilarse entre humanos. Y, sobre todo, sin depredar y agredir a los no humanos. La ecoocreatividad sirve para eso, para hacer el camino conjuntamente para quienes quieran un mundo más digno e igualitario, habitable y hospitalario.
[1] Autor de Ecoocretividad. Utopías concretas para tiempos inciertos, Eduvim, Argentina. Profesor en HEC, Arts & Métiers y el ENSAE (Francia). Dr. en filosofía.
[2] Al igual que el Adán bíblico en el Edén; los y las aborígenes de diversas etnias amazónicas; los y las campesinos en América Latina en general que trabajan la tierra sin utilización de químicos y técnicas industriales para la producción de alimentos; la permacultura y la agricultura ecológica en Europa y Japón, los ZAD en Francia; como los guardianes del rio Atrato en Colombia.