Por Guillermo Ricca. Dr. en Filosofía

A pesar del blindaje del diario La nación y de Infobae, a pesar de tener ensobrada a una parte importante de la prensa, al gobierno de Milei se le ve la costura por todos lados. Devaluación, segunda en un año y cuatro meses, además de negada—el negacionismo y la mentira son el santo y seña de este gobierno–, inflación duplicada de un mes a otro, represión a jubilados y estafa con criptomonedas: esa es la verdad del gobierno los cossplayers y de la señora que hacía tortas.

A este panorama se añade la destrucción a la educación pública, a la ciencia y a la tecnología, a la Salud pública, a la Cultura y a todo aquello que, al nene rico resentido, Federico Sturzenegger, le haya aplicado algún trauma de pequeño. Por no hablar del literal abandono de la infraestructura del país: rutas, obras viales, energía, vivienda, etc. La Argentina de este gobierno realmente atrasa a 1890, con un problema añadido, algo evidente: en esa lejana época, el país contaba con tan solo cuatro millones de habitantes, hoy esa cifra escala a cuarenta y siete millones.

El proyecto es el mismo: hacer que todos aquellos que no sean terratenientes, se mueran de hambre, como en aquel entonces. El informe sobre la situación de la clase obrera en Argentina, solicitado por el presidente a Bialet Massé, no miente.

 

A pesar del férreo positivismo que dominaba en los intelectuales argentinos de aquella época, Bialet Massé, horrorizado por la miseria que ha visto, al recorrer la “Argentina potencia” para escribir ese informe, confiesa: Se suma al cuadro de situación actual un nuevo préstamo para la fuga como el que el FMI le otorgara en su momento a Macri-Caputo. El fracaso del gobierno no puede ser más evidente, pero todavía queda más sufrimiento para el pueblo argentino: reforma previsional con elevación de la edad jubilatoria, más ajuste fiscal a las provincias—reforma de la ley de coparticipación federal—y más ataques a la universidad pública, al conicet, a la salud pública y a instituciones culturales. Todo esto en el marco de un fin de era: literalmente, un fin de mundo, como el acontecido después de la declaración de la guerra comercial de Donald Trump contra China, Europa y América Latina.

El panorama es distópico. Es de urgencia vital que la oposición reúna fuerzas, dirima sus internas de una buena vez y sepa elaborar un mensaje de esperanza cierta para una mayoría de la población golpeada como nunca por las políticas desquiciadas del presidente y de su entorno. Poco importan a esas mayorías las posibles valederas razones de la lucha política por la lapicera para el armado de listas. El pueblo solo suele estar en listas negras, como muestra sobradamente la historia del pueblo argentino.