Por Laura Olocco. Comunicadora Social.
En el marco del Día Internacional de la niña y la mujer en la Ciencia, que se conmemora cada 11 de febrero, es necesario remarcar que el rol de la mujer en la ciencia ha sido históricamente invisibilizado. A pesar de sus contribuciones fundamentales en todas las áreas del conocimiento, las investigadoras han debido enfrentar obstáculos que van desde la precarización laboral hasta la falta de reconocimiento.
En Argentina, el panorama se torna aún más preocupante en el contexto del desfinanciamiento de las universidades nacionales, donde el ajuste golpea con especial dureza a la ciencia y a quienes la hacen posible: docentes, becarias, investigadoras y estudiantes.
Un caso emblemático es el de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC), una institución que ha sido clave en la producción científica del país y que hoy enfrenta serias dificultades para sostener sus proyectos. En esta universidad, al igual que en muchas otras, las mujeres desempeñan un papel crucial en la generación de conocimiento, desde las ciencias exactas hasta las ciencias sociales. Sin embargo, el deterioro del financiamiento impacta en sus condiciones de trabajo, en el acceso a recursos y en la continuidad de sus investigaciones.
Particularmente, en el campo de las ciencias de la comunicación, investigaciones lideradas por mujeres han aportado y continúan haciéndolo en múltiples aristas. Uno de los ejemplos que podemos citar, es una línea de investigación denominada Comunicación y Transformaciones Regionales, en donde se realizan estudios de audiencia, comunicación y desarrollo, estudios sobre la memoria cultural de la ciudad de Río Cuarto, entre otros temas.
Y en este apartado es necesario mencionar a mujeres investigadoras imprescindibles que han trabajado incansablemente, así como a aquellas que aún continúan en esta carrera: Mabel Grillo, (Docente Emérita de la UNRC), Adriana Rizzo, Silvina Berti, Marcela Bosco, Analía Brandolín, Ariadna Cantú, María Carlosena, Claudia Kenbel, Paola Demarchi, Silvina Galimberti, Susana Molina, Analía Angeli, María Teresa Milani, Marta Balboa, Eugenia Isidro, Paulina Yáñez y Verónica Pugliese. A todas, mi respeto y admiración.
En este marco, la reducción del presupuesto universitario no solo afecta la infraestructura o los salarios, sino que también pone en jaque el acceso de niñas y jóvenes a modelos de referencia en el ámbito científico. Si las investigadoras deben abandonar sus proyectos por falta de apoyo, si las oportunidades para las becarias se reducen y si las universidades se ven forzadas a recortar programas, el mensaje que se transmite es claro: la ciencia no es una prioridad y el lugar de las mujeres en ella es aún más frágil.
La lucha por la equidad en la ciencia no puede separarse de la defensa de una universidad pública y financiada de manera adecuada. La inversión en educación superior y en investigación es una inversión en el futuro, en el desarrollo del país y en la posibilidad de que más mujeres y niñas accedan a la ciencia como un derecho y no como una excepción. Las científicas nuestras de cada día siguen trabajando, investigando y formando nuevas generaciones, pero necesitan un Estado presente que garantice condiciones dignas para que su labor no se convierta en un acto de resistencia, sino en una política de crecimiento y justicia social.