Por Jennifer Pérez Olivera @jpoconsultora
Analista Internacional y Consultora en Comunicación.
*Originalmente publica en Infobae https://www.infobae.com/opinion/2023/07/24/bariloche-hogar-de-uno-de-los-lugares-mas-contaminantes-del-mundo/
Según la International Solid Waste Association, el vertedero de Bariloche figura dentro de los 50 lugares más contaminantes del mundo.
Bariloche es considerada uno de los destinos más idílicos del país, dónde cada año, miles de turistas la visitan por su exuberante belleza natural compuesta de lagos y cerros, hambrientos por conseguir la imagen perfecta de alguna vista panorámica. Sin embargo, detrás del espejismo de la perfección natural yace otra imagen no tan cautivadora, la de una ciudad que alberga uno de los basurales a cielo abierto más contaminantes del planeta. A tan solo 6,9 kilómetros del Cerro Catedral, y sobre la legendaria ruta 40, se encuentra el vertedero de Bariloche.
El vertedero representa para los locales un motivo de mucho disgusto y vergüenza, dado que irrumpe con la imagen de perfeccionismo y belleza natural que la ciudad busca trasmitir. A pesar de las quejas, el basural continúa creciendo sin intenciones de desaparecer, ya que no se vislumbra en el futuro cercano, una solución sustentable, responsable y consciente a la problemática de los residuos en la ciudad, pero que también compete al país.
Lejos de lo que la mayoría podría pensar, el vertedero no se halla aislado de la civilización, por el contrario, se encuentra situado frente al Barrio El Pilar I y a tan solo 8 minutos de Arelauquen Golf Country Club, uno de los barrios más caros de la ciudad, dónde las propiedades cotizan por encima del millón de dólares.
Los vecinos de ambos barrios, y de toda la zona, han realizado múltiples quejas solicitando que la municipalidad resuelva el problema. En diciembre de 2022, el Concejo Deliberante de la ciudad aprobó el cierre del vertedero, pero aún no existe un plan específico para llevar a cabo está misión. Mientras tanto, el vertedero, todos los años, sufre incendios descontrolados cuya humarada llena de tóxicos el aire de la ciudad.
Sobre el costado de la ruta 40, un camino de tierra se abre paso. “Ahí es el vertedero”, me señala una vecina de Bariloche que me acompaña. Me lleva en su auto. Quiere mostrarme la otra cara de la ciudad, la que el turista no ve. Entusiasmada por captar lo que veo le digo ingenua “voy caminando”, mientras me apresuro a sacar mi cámara, a lo que me responde con un “no, todavía queda mucho camino”.
Ingresamos al vertedero y el olor nauseabundo te golpea como si de una bolsa de ladrillos se tratara. La basura se amontona a los costados del camino entremezclada con vegetación, y a mi entender, ya estamos en el centro de la escena, viendo todo lo que tenía que ver, sin más oportunidades para el asombro. Sin embargo, como buen outsider, estaba equivocada. Nos habrá llevado unos minutos llegar hasta la curva dónde se inicia el camino que conduce a las vísceras del vertedero, el lugar donde la mente divaga y el corazón se estruje. Allí nos detuvimos y mi asombro era palpable. En ese momento, en aquella primera vez, a uno lo envuelve la desolación, la angustia de saberse cómplice y responsable de la atrocidad que se alza enfrente de los propios ojos.
Lentamente doy con mi vista una vuelta de 360 grados. De un lado se alza la montaña de basura y sobre ella vuelan decenas de pájaros. En el fondo el cielo está gris. Algunas casillas se observan también y Mariela me cuenta que se trata de “casas” de personas que viven de la basura. Abundan los perros que parecen ajenos a todo. Uno de ellos, negro con pecho blanco, se revuelca en la mugre húmeda, mezcla de basura y tierra mojada. Hay máquinas excavadoras removiendo la tierra y la basura. Del otro lado, una escarpada garganta excavada espera la llegada de toneladas de basura, y de fondo, bellos cerros que rompen con la imagen decadente del lugar.
“Esta también es nuestra realidad” me comenta la vecina. “Es el vertedero municipal de Bariloche, y es una parte muy problemática de nuestra ciudad. Nosotros lamentablemente, no lo hemos podido resolver. La idea es trabajar acompañados de la planta, la ARB (Asociación de Recicladores Bariloche) y los trabajadores de aquí. Tristemente hay muchos vecinos y muchas familias que vienen a comer acá, vienen a buscar elementos para la reventa y a través de eso sustentan a su familia”.
ISWA (International Solid Waste Association) en un informe del 2016, destacó al vertedero de Bariloche como uno de los 50 lugares más contaminantes del mundo. Está organización global afirma que los basurales a cielo abierto son grandes responsables por la emisión de gases de efecto invernadero provocados por el hombre, y proyectó que para 2025 representarán el 10%. Un basural o vertedero a cielo abierto es un “sitio donde se efectúa el depósito indiscriminado de residuos sólidos en forma desmedida”. En el mismo documento, ISWA apela a la clausura inmediata de los 50 basurales más contaminantes del mundo, y esto incluye al vertedero municipal de Bariloche.
Sin embargo, a pesar de que el Concejo Municipal votó por el cierre del vertedero, lo cierto es que darle una solución definitiva no depende solamente de esto, sino que requiere de un esfuerzo coordinado entre el gobierno municipal y nacional, los propios generadores de residuos, productores, proveedores de servicios, entre otros. Asimismo, como explica ISWA, el cierre de un basural implica dos opciones. Por un lado, puede tratarse del cierre de un basural especifico donde se sustituyera por un relleno sanitario con separación de basura en origen y pretratamiento de residuos sólidos, y por el otro, de la mejora de un basural existente. En los casos dónde los basurales se ubican en zonas o países de escasos recursos, se espera que la opción más razonable sea la segunda. Para que la ciudad de Bariloche pueda llevar a cabo esta enorme tarea habría que trabajar en el desarrollo de infraestructura: naves industriales, maquinaria y capital humano destinado al almacenamiento, la recolección, el transporte, la transferencia, el reciclado, la recuperación, el tratamiento y la disposición de residuos. Se trata de un esfuerzo en cadena, que no es ni sencillo ni fácil.
Argentina es hogar de más de 5000 basurales a cielo abierto. La mayoría de ellos son oficiales, es la forma en que los gobiernos locales eliminan su basura. El problema de esto es que los basurales a cielo abierto carecen de medidas de seguridad mínimas, siendo un lugar en dónde se puede inclusive encontrar residuos patogénicos y peligrosos, pero además son un foco de contaminación y uno de los grandes responsables de la emisión de gases de efecto invernadero.
Existe un Plan Federal de Erradicación de Basurales a Cielo Abierto (Plan GIRSU) que busca brindar una solución integral al problema de la basura. 1,15 kilos de desechos es lo que genera cada habitante por día, según información oficial del gobierno nacional. No hay soluciones mágicas, hay mucho trabajo por hacer, con un abordaje que debe ser nacional, municipal y desde los hogares.