Por Gustavo Román. Director Propietario La Ribera Multimedio

Llegó el momento de la definición de nuestro rumbo como país. No hay más excusas que asumir la responsabilidad que tenemos como ciudadanos. No es lo mismo que nos gobierne uno u otro proyecto político. Y tampoco las consecuencias serán las mismas. Estamos todos alertados y somos todos conscientes de la trascendencia de este momento y de los alcances en el mediano y largo plazo para todos. 

Como nunca los candidatos han puesto en el mostrador de cada ámbito, las propuestas que nos exhiben como plataformas de gobierno. Nadie podrá esgrimir en el futuro una excusa sobre supuestos dobles discursos, iniciativas confusas o planteos poco transparentes. Y eso también es una noticia que sorprende. 

Los modelos son antagónicos. Uno nos ofrece retrotraernos a un pasado violento, con pérdida de derechos generales y beneficios para unos pocos, y sufrimiento y padecimientos para la gran mayoría. Y lo dicen a los gritos, ante la luz del día y con total desparpajo. Nunca nadie antes se permitió tamaña campaña de agresiones y desatinos, con una adhesión tan contundente.

Porque ese es el otro fenómeno. A los jóvenes les informan que ya no gozarán del beneficio de la educación pública, la salud pública para los sectores más vulnerables será eliminada y a los mayores les quitarán todos sus beneficios, y sin embargo en todos los sectores encuentran apoyo. Avalan a sus verdugos y los alientan a llevar adelante sus propósitos políticos sin ningún reparo.

Este fenómeno es muy particular. Y es una muestra cabal del error que toda la dirigencia política ha demostrado en estos 40 años de democracia. La política es la responsable, porque no supo generar los instrumentos necesarios para dar respuesta a los reclamos y necesidades de la población que durante todo este tiempo delegó en sus dirigentes esta responsabilidad. 

Esto se cura con más democracia, una renovación dirigencial que interprete esas demandas y comprenda que debe depurarse, dejar de tener comportamientos caprichosos y corregir sus innumerables errores, que van desde el aislamiento absoluto hasta el divorcio con sus herramientas básicas, como el debate interno y el debido proceso de interpretación de esos resultados. Los dirigentes políticos gobiernan a través de encuestas, sin escuchar a la gente y tampoco interpretar sus necesidades.

La política se dejó influenciar por herramientas modernas, que son útiles en algunos aspectos, pero no son el todo absoluto de una gestión de gobierno. Falta rodaje político, roce con la gente común, con las instituciones y entidades. Falta responsabilidad política. Y lo que es peor, bajarse de los pedestales de soberbia y el aburguesamiento de sus conductas. 

Eso explica la aparición de fenómenos mediáticos que terminan siendo alternativas electorales. Solo así se explica que un mesiánico que habla con perros muertos, sea una opción de gobierno. Que se pueda ganar en la mayor parte del territorio nacional que nunca visito, que no conoce y que además desprecia.

La única responsabilidad de este fenómeno la encontramos en la desidia con la que se manejaron todos los gobiernos que tenemos. El gobierno nacional con el presidente a la cabeza. Los gobiernos provinciales, con sus legislaturas incluidas. Tiraron demasiado de la cuerda, se alejaron de la ciudadanía. No comprenden los procesos de la demanda de los jóvenes, de los emprendedores modernos, de la dinámica de las demandas sociales del siglo XXI.

Otro aspecto que queda en evidencia con este fenómeno, es la inexistente integración federal de una país que plantea un desarrollo de políticas regionales muy diversas. Ya sea en materia de economía, de la cobertura de la salud pública, la educación pública, los servicios públicos. La asistencia social además exige tratamientos distintos. 

Por eso llegamos a una situación límite y que nos llena de vergüenza y de preocupación. No estamos eligiendo propuestas superadoras, tenemos que optar entre modelos antagónicos. Y además, que no terminan de satisfacernos en su integralidad. 

Y es en ese marco, que debemos asumir la responsabilidad de optar con claridad y madurez cívica. Y hacernos cargo de esta decisión. No mirar para otro lado. Y exigirles a nuestros representantes que hagan lo mismo. Con el mismo compromiso y honestidad intelectual. 

Por eso expresamos que rechazamos la propuesta libertaria, por convicción, por compromiso con la democracia y en defensa de los derechos de todos los argentinos. No avalamos ninguna motosierra, ni el negacionismo, ni la venta de órganos, ni la violencia en ninguno de sus expresiones.

Vamos a defender esos principios, votando a Sergio Massa. Lo que no representa otra cosa que exigirle una gestión de gobierno que contemple cada reclamo expresado en los párrafos anteriores.