Por Florencia Guttlein. Comunicadora Social.

Hace apenas unas semanas intentaron asesinar a Cristina Fernández de Kirchner. De haber sucedido, lxs argentinos, y el mundo, hubiera presenciado su femicidio en vivo y en directo y las redes sociales digitales iban a hacer eco de eso. El rol que cumplieron las fake news y los mensajes de odio perpetrados a lo largo de todos estos años. 

Las noticias falsas no son un fenómeno nuevo, pero su articulación con la difusión de las redes sociales y plataformas de internet transformó su alcance. La ultra derecha supo adaptarse al nuevo ecosistema comunicacional y digital y sacó provecho de ella. No se trata solo de una noticia, sino de todo el aparato que se monta alrededor de eso para establecerla  como “verdad”. Es la construcción sistemática de noticias falsas, con información falsa, difundidas en perfiles falsos y avaladas con likes falsos. A eso, le sumamos la viralización que permiten las redes sociales digitales. Todo eso reproducido durante años, contra una misma persona. Son esas algunas de las causas que permitieron que sectores de ultraderecha atenten contra la vida de la dirigente política más importante que tiene la Argentina.

Las redes sociales tienen una penetración mucho más amplia que los medios tradicionales. En primera instancia porque el 74% de la población en Argentina utiliza internet. En segunda instancia, porque la web 2.0 permitió generar una interacción más dinámica. Ya no es una audiencia pasiva, ahora son usuarios activos que crean, difunden y comparten información. 

Si hubiésemos presenciado la ejecución de CFK, su video hoy sería moneda corriente en todas las plataformas digitales. Lo que está en las redes sociales se inmortaliza en el tiempo, se imprime en ella. Llevando al hecho a convertirse en memoria viva para siempre. Memoria, en el sentido más extenso y doloroso de la palabra.