UNRC. Una vez más, el jueves fue para el campus día signado por el arte. A las habituales muestras en la Biblioteca “Juan Filloy” se sumó “Punto Julián”, propuesta del conservatorio provincial por la cual diversos ámbitos de la ciudad se llenan de música.

La plaza de la Militancia, la biblioteca y la Facultad de Agronomía y Veterinaria fueron zonas musicalizadas con “ensambles de flautas, saxos, percusión y ensambles vocales, con estudiantes y docentes”, tal lo enumeró Gabriela Quesada, directora del conservatorio. Fue el complemento sonoro para la muestra de “En Piezas 1- Traducción de obras en mosaico”.

Como lo manifestó la profesora del taller de mosaico, Carolina Marconi, los trabajos que se puede contemplar en la biblioteca son “la primera parte de la propuesta del taller En Piezas 1”. Se trata de casi treinta realizaciones de “alumnos que han escogido alguna obra realizada en otro lenguaje plástico” y han hecho “un mosaico sobre esa pieza”. Tal fue el caso de Marita Díaz de Bedoya, quien transformó en mosaico la portada del disco “El lado oscuro de la luna”, de Pink Floyd. La estudiante dijo a UniRío TV: “Lo veo y me parece mentira que lo haya logrado así. Y también me parece mentira cómo hice los ojos en el rostro que elaboré”.

La referencia es a la segunda muestra de mosaicos, que se presentará el 17 en La Noche de los Museos, y será sobre rostros, tal lo adelantó la profesora Marconi. Indicó que algunos optaron por familiares y otros escogieron “referentes de la cultura”.

La docente agregó que los cursantes “han logrado adquirir las habilidades de los primeros pasos para realizar un mosaico”. Consideró que “el objetivo principal, más allá de un espacio de creativdad y pasarla lindo, es aprender el lenguaje del mosaico, los materiales básicos, los pegamentos” y aprovechar “todas las posibilidades que tenemos”.

Perla Anselmi, otra de las expositoras, valoró lo aprendido, en especial porque “no muchas habíamos tenido contacto antes con lo que representa un mosaico”. De ahí a “captar lo que había hecho el pintor de los cuadros que sirvieron de punto de partida para la obra con elementos como “vidrios, cerámicos y venecitas” transitaron un camino en el que “a veces quedan doliendo las manos y la columna” y demanda “tiempo, dedicación, esfuerzo, pero vale la pena.

“La elección de la obra fue absolutamente individual, cada una es diferente y tiene que ver con el mundo de cada quien”, consignó Marconi, estimada como “una profe divina” por su alumna Marita, que ha educado su mirada de tal forma que se “veo en todo dónde aplicar mosaiquismo”.

La conjunción de “un grupo muy bueno” y el entusiasmo que va y viene en la relación docente-alumnos converge en la diversidad, el colorido y la calidad. Quienes vayan a la biblioteca podrán ver desde un perro pequeño que parece recién salido de la peluquería, con un espacio verde de fondo; dos manos de las que vuela una mariposa amarilla y negra. También encontrarán un paisaje andino en el que, si no fuera porque al tacto se nota que es mosaico, de lejos pasaría por foto de mujeres con trenzas, una vivienda con techo de paja y paredes de adobe y cactus cercanos.

Como lo expresó Enrique Alcoba, responsable del Departamento de Arte y Cultura de Secretaría de Extensión, es “muy interesante y heterogéneo ” el cúmulo de mosaicos que espera, con entrada libre y gratuita, en la biblioteca del campus. En el lugar, además, continúa la muestra “Dentro de adentro” de los talleres de Fotografía.

Fuente: Dirección de Prensa y Difusión – Universidad Nacional de Río Cuarto