Por Stefanía Leivas, Comunicadora Social.

 

Los milennials y la Generación Z conciben a la tecnología como un valor agregado a sus vidas, proyectos, empleos o vínculos, mientras que los centennials la incorporan como algo innato; nacieron con la tecnología asociada en su genética. Si bien hay diferencias entre ellos y en la manera que ven el mundo, son más las similitudes. Pero, ¿qué pasa con quienes no son nativos digitales y la tecnología avasalladora de esta era?

La tecnología digital irrumpe en todos o casi todos los ámbitos de la vida: hacer compras, gestionar trámites y turnos médicos, entretenerse, vincularse con la familia y los amigos y otras tantas más. El desembarco de la inteligencia artificial es uno de los últimos avances que llegó a nuestras manos, ofreciendo herramientas y posibilidades ilimitadas a los usuarios.

Los adultos mayores debieron incorporarse forzadamente al mundo digital. Algunos lo hacen con timidez y otros con más seguridad, aunque muchos se suman a la vertiginosa vida tecnológica con miedo. ¿Miedo a qué? Los tecnófobos presentan un rechazo a los cambios tecnológicos y muchos de ellos temen a equivocarse y a ser estafados. El desconocimiento y el miedo construyen una barrera, y algo que está pensado para brindar soluciones, como un celular o una app, termina convirtiéndose en un obstáculo, o en el mejor de los casos, pasa desapercibido. Es el caso de las personas mayores que utilizan mínimamente las prestaciones de los dispositivos digitales; por ejemplo, el celular solo para hacer llamadas o enviar mensajes de Whatsapp.

Hay quienes que se sienten marginados en este sentido, ya sea por la resistencia al cambio o por la imposibilidad económica de acceso, lo que crea una brecha digital. La no adaptación y la tecnofobia limita las posibilidades de autonomía y crea la necesidad de que intervengan terceras personas – hijos, nietos- para el uso de dispositivos. Este aspecto puede tener un impacto en la autoestima de los adultos mayores, por sentirse incapaces, analfabetos digitales, dependientes.

Quienes son antepuestos a la era digital y hoy sienten vulnerabilidad tecnológica, poseen otro compilado de saberes y experiencias ricos, aunque obsoletos a los fines de la conexión con la vida tech. Existe una nueva manera de vivir, estemos de acuerdo o no. Existe un entorno digital, nos adaptemos o no. Para el caso de quienes ya habitaban este planeta en la época de los casetes, las cartas enviadas por correo postal, los libros de papel, el diario comprado en el quiosco y televisión en blanco y negro, si miramos con ojos de optimismo, su dura adaptación debe ser acompañada con paciencia, con una intensión activa de inclusión y ofreciendo herramientas de empoderamiento para los adultos mayores.