Este jueves, se conmemoró el Día de la Memoria, la Reflexión y la Vida, a 17 años de la tragedia de la Planta Piloto de la Universidad Nacional de Río Cuarto en la que murieron los profesores Miguel Mattea, Gladys Baralla, Carlos Ravera, Damián Cardarelli, Liliana Giacomelli y el estudiante Juan Politano.
Hicieron uso de la palabra las profesoras Adriana Moyetta y Florencia Granato, por la Asociación Gremial Docente (AGD), en tanto por los familiares de los fallecidos se leyó un mensaje de Fabiana San Martín, quien no pudo estar en el campus, y hablaron Osvaldo Simone y Claudio Ceballos. Hubo reclamos al gobierno nacional por políticas que no contribuyen al trabajo y el estudio seguros ni al desarrollo científico, así como evocaciones cargadas de emoción y la expectativa de que siempre se recuerde lo acaecido.
Una vez más, en la puerta del edificio siniestrado quedaron los claveles que llevaron quienes desearon hacerlo, con el acompañamiento musical del Ensamble universitario. Fue diez minutos antes del inicio de la misa que desde las 11 ofició el padre Carlos Juncos, en el anfiteatro 1 del pabellón 2.
El acto contó con la presencia de autoridades rectorales y decanales, así como de trabajadores, estudiantes, familiares y amigos de las víctimas por lo sucedido el 5 de diciembre de 2007.
Desgaste nacional
La primera voz fue la de Adriana Moyetta, quien fustigó las “políticas conservadoras y autoritarias” del presidente de la Nación, Javier Milei. «En estos tiempos tan erosionados y desgastantes con un gobierno de ultraderecha nada amigable con la memoria activa», la docente destacó a las “universidades nacionales como espacios de democracia en los que se construye conocimiento y se desarrolla ciencia y técnica. En momentos en que no se puede jugar al gallito ciego, el cuidado del otro es un acto político y no podemos mirar para el costado”.
Lamentó Moyetta que “lo público” sea “atacado por el gobierno nacional”, que “congela el presupuesto, reduce el financiamiento a las universidades y realiza campañas de desprestigio y obra de modo neoliberal y neocolonial en un contexto de debilitamiento de la trinchera estudiantil y represión a quienes se manifiestan en la calle por sus derechos”. Instó a no sumarse a miradas mercantilistas y aseveró que la Asociación Gremial Docente mantiene en alto la “bandera inclaudicable de no más muertes en el trabajo”. Sostuvo que los derechos no surgen espontáneamente sino que han de ser exigidos y defendidos.
Hacia el final, citó a Vicente Zito Lema, Doctor Honoris Causa de la UNRC que solía señalar la valía de “recordar para provocar la belleza de la vida”. A continuación, leyó el testimonio de Fabiana San Martín. “Cada 5 de diciembre es durísimo”, no obstante lo cual renueva en su nombre y el de sus hijos “el sí a la vida”. La viuda de Damián Cardarelli agradeció que se hiciera el acto por cuanto da la oportunidad de decir “nunca más a la “muerte en lugares de trabajo”.
Construcción colectiva
La secretaria general de la AGD, Florencia Granato, compartió las “sensaciones de angustia, impotencia, amor, respeto que se mezclan cada 5 de diciembre». Llamó a sortear individualismos, asumiendo que “somos con otras y otros, junto a otras y otros y por otras y otros”. Rememoró que el gremio fue por justicia “frente a la catástrofe” y acompañó a los familiares. Que mantiene la “lucha por mejores condiciones” y por el “reconocimiento de derechos laborales”. Enfatizó que esto es posible pues la universidad es “espacio de democracia”. El dolor por los muertos, lejos de paralizar, alienta “la reflexión constante ante lo sucedido” y estimula a perseverar en la búsqueda permanente de “condiciones dignas de trabajo y estudio”, así como en la distinción meridiana que Deolidia Martínez establece entre accidentes y siniestros. En momentos de “movilidad social descendente para muchos”, Granato invitó a seguir pujando “hasta que la dignidad se haga costumbre”, como estilaba decir Hebe de Bonafini.
Acompañamiento y futuro
“No estamos solos”, expresó Osvaldo Simone, quien agradeció el acompañamiento de ayer y hoy para los familiares de los muertos y en particular “al gremio docente por sus convicciones”. El viudo de Gladys Baralla llamó a “rememorar para mantener la conciencia viva”. Consideró positiva la institucionalización del Día de la Memoria, la Reflexión y la Vida para que quienes habiten la UNRC mañana, cuando “muchas cabezas blancas” de hoy ya no estén, sepan qué pasó: “Aquí se estaba haciendo ciencia, construyendo conocimiento”.
Claudio Ceballos valoró el apoyo mutuo que fue menester para atravesar la tragedia, que en su caso conllevó bregar para tratar de ser un padre todoterreno a falta de Liliana Giacomelli, su esposa. Con la voz quebrada desde el comienzo, recordó que “hace 17 años no sabíamos para dónde ir” y que “el fuego nos cruzó a todos”. Agregó que siempre se había considerado “un padre presente”, pero que debió aprender “muchas cosas”, marco en el cual agradeció a sus hijos la paciencia y el amor que le dieron a lo largo de los años.
“Elijo creer”, manifestó respecto de lo que avizora sea un futuro que nunca olvide el estrago. Compartió el deseo de que la vieja Planta Piloto se constituya en “un espacio especial” y se nutra de la paz que simboliza el olivo contiguo a la escalera exterior. A tal respecto, cabe recordar que el martes 19 de noviembre Rectorado presentó en el Consejo Superior de la UNRC un proyecto para que el lugar pase a ser la Casa Cultural Universitaria- Arte y Ciencias. El tema es analizado por las comisiones de Espacios Públicos y de Presupuesto y Obras Públicas del cuerpo colegiado.