Por Laura Olocco. Comunicadora Social.

Cada 8 de marzo, las calles de Argentina se tiñen de violeta y verde. Miles de mujeres y disidencias marchamos en cada rincón del país para reclamar igualdad, justicia y el fin de la violencia machista. La fecha, que conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, no es una celebración, sino un recordatorio de una lucha que aún está lejos de terminar.

El movimiento feminista en Argentina ha sido un faro para América Latina. Desde la lucha por el derecho al voto hasta la conquista del aborto legal, seguro y gratuito en 2020, las mujeres hemos logrado avances fundamentales. Sin embargo, la realidad sigue siendo alarmante: en 2024 se registraron 252 femicidios, es decir, un femicidio cada 30 horas.

  • Otros datos alarmantes: En los hogares monomarentales (es decir, con una mujer a cargo de uno o más niños), el 43,3% de las asalariadas jefas de hogar no están registradas, señaló en un análisis el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), en base a datos oficiales.
  • Además, casi 7 de cada 10 hogares monomarentales están por debajo de la línea de pobreza y 3 de cada 10, bajo la línea de indigencia.
  • Por otro lado, el trabajo de cuidado no remunerado sigue siendo un freno para el empleo. En 2024, se redujo la cantidad de mujeres con hijos o hijas insertas en empleos formales. La tasa de actividad de las mujeres disminuye en hasta casi 20 puntos porcentuales en hogares con 2 o más niños (pasa del 77% al 58%), mientras que en los hombres el comportamiento es en sentido contrario: con más niños o niñas, mayor participación en el mercado de trabajo.

La movilización del 8M es una interpelación al Estado y a la sociedad. La violencia de género no es un problema individual, sino estructural. Se necesita educación con perspectiva de género, acceso a la justicia sin revictimización y políticas públicas efectivas que protejan a quienes sufren violencia. 

En un contexto económico adverso, con la llegada de Javier Milei, el recorte y cierre de áreas claves en materia de políticas públicas de género, las mujeres somos las más afectadas por la precarización laboral y la falta de oportunidades. Sólo en 2024 la ejecución presupuestaria del Programa Acompañar, que tiene por objetivo fortalecer la independencia económica de mujeres y de la comunidad LGBTI+ cayó un 90% en relación a 2023, los fondos también cayeron para la Línea 144 un 66% en relación al 2023, y un recorte del presupuesto para el Plan ENIA (Plan Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia), con una caída del 27% respecto al presupuesto vigente de 2024.

Este 8 de marzo, como cada año, las mujeres volvimos a las calles. Porque la deuda con nosotras sigue pendiente y porque el futuro debe ser con igualdad, y no con falsa libertad. La lucha no se detiene, y el feminismo en el que creemos tiene que ver con lo colectivo. Argentina sigue siendo un territorio de resistencia feminista.